Y yo también te digo: tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y el reino de la muerte no la derrotará.
Gálatas 2:9 - NT Traducción Contemporánea de la Biblia Santiago, Pedro y Juan, que eran columnas de la iglesia, reconocieron que Dios me dio la gracia, junto con Bernabé para llevar la predicación a los gentiles, mientras ellos seguirían alcanzando a los judíos, así que nos dieron la mano en señal de compañerismo, y mantuvimos una muy buena relación con los apóstoles. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión. Biblia Nueva Traducción Viviente De hecho, Santiago, Pedro y Juan —quienes eran considerados pilares de la iglesia— reconocieron el don que Dios me había dado y nos aceptaron a Bernabé y a mí como sus colegas. Nos animaron a seguir predicando a los gentiles mientras ellos continuaban su tarea con los judíos. Biblia Católica (Latinoamericana) Santiago, Cefas y Juan reconocieron la gracia que Dios me ha concedido. Estos hombres, que son considerados pilares de la Iglesia, nos estrecharon la mano a mí y a Bernabé en señal de comunión: nosotros nos dirigiríamos a los paganos y ellos a los judíos. La Biblia Textual 3a Edicion y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo y Cefas y Juan, quienes parecían ser las columnas, nos dieron la diestra a mí y a Bernabé en señal de compañerismo, para que nosotros fuéramos a los gentiles, y ellos a la circuncisión. Biblia Serafín de Ausejo 1975 y reconociendo la gracia que se me había dado, Santiago y Cefas y Juan, los considerados como columnas, nos dieron la mano en señal de comunión a mí y a Bernabé, para que nosotros fuéramos a los gentiles, y ellos a los circuncisos. Biblia Reina Valera Gómez (2023) y cuando Jacobo, Cefas, y Juan, que parecían ser columnas, percibieron la gracia que me fue dada, nos dieron a mí y a Bernabé las diestras de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión. |
Y yo también te digo: tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y el reino de la muerte no la derrotará.
Jesús envió a Pedro y a Juan con las siguientes instrucciones: – Vayan a hacer los preparativos para que comamos la Pascua.
Andrés llevó a Simón ante Jesús, y mirándolo, Jesús le dijo: – Tú eres Simón el hijo de Juan, ahora tú te llamarás Cefas (que traducido es Pedro).
Pedro, haciendo señas con las manos para que se callasen, les contó a todos cómo el Señor lo liberó de la cárcel y les dijo: – Comuníquenle a Santiago y a los demás hermanos sobre estas cosas. Luego salió y se fue a otro lugar.
Cuando ellos terminaron de hablar, Santiago intervino: – Hermanos, escúchenme,
Después de mucha discusión, Pedro se levantó y dijo: – Hermanos, ustedes saben muy bien que hace un tiempo atrás, Dios decidió que los no judíos escuchasen y creyesen en el Evangelio que transforma toda la existencia humana a través de mis palabras.
Un ejemplo de esto fue José, un levita natural de Chipre, a quien los apóstoles llamaban Bernabé, que significa “el que consuela a los demás”.
Por medio de Él, recibimos la gracia, que es vivir la vida de Dios en Cristo y el llamado a ser apóstol para persuadir a todas las naciones que vivan la fe por identidad y la obediencia a Dios, para la gloria de su nombre;
Por medio de la gracia que me ha sido dada, les digo a todos ustedes: nadie se crea mejor que los demás, sino más bien tengan una autoestima equilibrada, entendiéndose a sí mismos, según la medida de fe por identidad que tienen en Dios.
Sin embargo, les he escrito de manera muy clara y sincera sobre algunos asuntos, como para refrescarles la memoria. Me he atrevido a hacerlo por causa de la gracia que Dios me dio,
Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y la gracia para conmigo fue efectiva, e inclusive he trabajado más duro que los demás apóstoles; aunque en realidad no he sido yo el que ha trabajado, sino la gracia de Dios que está en mí.
Sé que al elogiarme, me he portado como un insensato, pero ustedes me han obligado a ello; porque debían haberme elogiado, pues de ningún modo soy inferior a los “superapóstoles”, aunque yo no soy nada.
inclusive, nos pidieron que no las priváramos de la bendición de la generosidad y que les diéramos el privilegio de participar en esta ofrenda para el pueblo de Dios.
me reveló a su Hijo para que yo predicara entre los gentiles el Evangelio de Jesucristo que transforma toda la existencia humana, y de inmediato obedecí a Dios, no le pedí consejo a nadie,
Después de tres años subí a Jerusalén para conocer a Pedro, y me quedé con él durante quince días,
Después de catorce años, regresé a Jerusalén con Bernabé y también llevé a Tito;
fui por una revelación y con el propósito de aclarar la situación, les expliqué el Evangelio que anuncio entre los que no son judíos; lo hice en privado, pues tuve mucho cuidado de no cometer ningún error, ya que no quería que todo mi esfuerzo pasado y presente fuera en vano.
Si alguien se cree superior, cuando en realidad no lo es, se está engañando a sí mismo.
Están edificados en el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Jesucristo la piedra principal.
De todos los cristianos, yo soy el que menos lo merecía y a pesar de eso Dios me concedió este privilegio de predicar a los que no son judíos, anunciando el Evangelio que transforma toda la existencia humana y también de enseñar la creatividad salvífica de Cristo.
para este fin, trabajo con mucho empeño gracias al poder de Cristo que actúa en mí y me ayuda a seguir adelante.
pero, por si acaso me atraso, con esta carta tú sabrás cómo comportarte en la comunidad de Dios, la cual es la Iglesia del Dios viviente, columna y fundamento de la verdad.
Lo que hemos visto o experimentado y hemos escuchado con mucha atención, también lo predicamos a ustedes, con el propósito de que tengan comunión con nosotros y compartan de nuestra comunión con el Padre y con el Hijo Jesucristo.
Al vencedor, lo haré columna del templo de mi Dios y ya no saldrá de allí; escribiré en él el nombre de mi Dios y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la que baja del cielo de parte de mi Dios; también grabaré en él mi nuevo nombre.