En esto está la perfecta caridad de Dios con nosotros, que nos da confianza para el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo.
El cual, pasando por delante de él, dijo: Soberano Dominador, Señor Dios, misericordioso y clemente, sufrido y piadosísimo, y verídico,
que conservas la misericordia para millares, que borras la iniquidad y los delitos, y los pecados; en cuya presencia ninguno de suyo es inocente, y que castigas la maldad de los padres en los hijos y nietos hasta la tercera y cuarta generación.
no es Dios como el hombre para que mienta, ni como hijo de hombre para estar sujeto a mudanza. ¿Cuándo él, pues, ha dicho una cosa, no lo hará? ¿Habiendo hablado, no cumplirá su palabra?
porque es un Señor lleno de bondad, es eterna su misericordia, y su verdad resplandecerá de generación en generación.
Y la vida eterna consiste en conocerte a ti, único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú enviaste.
Nosotros no somos dignos de alcanzarle. El es grande en su poder y en sus juicios, y en su justicia, y verdaderamente inefable.
Por donde conocerás que el Señor Dios tuyo, él mismo es el Dios fuerte y fiel que guarda el pacto y conserva su misericordia por mil generaciones para con aquellos que lo aman y observan sus mandamientos;
¡Ah!, ¡ah! Señor Dios mío, bien veo que tú creaste el cielo y la tierra con tu gran poder y con tu brazo fuerte, ninguna cosa será jamás difícil para ti;
¿A dónde iré yo que me aleje de tu espíritu? Y ¿a dónde huiré que me aparte de tu presencia?
Si subo al cielo, allí estás tú; si bajo al abismo, allí te encuentro.
Si al rayar el alba me pusiere alas, y fuere a posar en el último extremo del mar,
allá igualmente me conducirá tu mano, y me hallaré bajo el poder de tu diestra.
En esto se demostró la caridad de Dios hacia nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que por él tengamos la vida.
El es el que robustece al débil y el que da mucha fuerza y vigor a los que no son para nada.
el solo que es inmortal por esencia, y que habita en una luz inaccesible, a quien ninguno de los hombres ha visto, ni tampoco puede ver, suyo es el honor y el imperio sempiterno. Amén.
No os dejéis, pues, apartar o llevar de aquí allá por doctrinas diversas y extrañas. Lo que importa sobre todo es fortalecer el corazón con la gracia de Jesucristo, no con las viandas aquellas que de nada sirvieron por sí solas a los que andaban vanamente confiados en ellas.
Sed, pues, vosotros, perfectos, así como vuestro Padre celestial es perfecto, imitándole en cuanto podáis.
Eres ¡oh Señor!, infinitamente bueno; instrúyeme, pues, por tu bondad, en tus justísimas disposiciones.
Al contrario, los frutos del espíritu son caridad, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, longanimidad,
mansedumbre, fe, o fidelidad, modestia, continencia, castidad. Para los que viven de esta suerte no hay ley que sea contra ellos.
Tú, ¡oh Dios!, eres antes que fuesen hechos los montes, o se formara la tierra y el mundo universo; eres desde siempre y por toda la eternidad.
Compasivo es el Señor y benigno, tardo en airarse y de gran clemencia.
No durará para siempre su enojo, ni estará amenazado perpetuamente.
No nos ha tratado según merecían nuestros pecados, ni dado el castigo debido a nuestras iniquidades.
Porque por un puro querer de su voluntad nos ha engendrado para hijos suyos con la palabra de la verdad, a fin de que seamos los israelitas como las primicias de sus nuevas criaturas.
Yo me regocijaré con sumo gozo en el Señor, y el alma mía se llenará de placer en mi Dios; pues él me ha revestido del ropaje de la salud, y me ha cubierto con el manto de la justicia, como a esposo adornado con guirnalda, y como esposa ataviada con sus joyas.
Teniendo, pues, por sumo sacerdote a Jesús , Hijo de Dios, que penetró hasta lo más alto del cielo, y nos abrió sus puertas, estemos firmes en la fe que hemos profesado.
Mas después que hubo entrado en los noventa y nueve años, le apareció el Señor, y le dijo: Yo soy el Dios todopoderoso: camina como siervo fiel delante de mí, y sé perfecto.
¿O desprecias tal vez las riquezas de su bondad, y de su paciencia, y largo sufrimiento? ¿No reparas que la bondad de Dios te está llamando a la penitencia?
Misericordioso es el Señor y justo; compasivo es nuestro Señor.
El Señor guarda a los pequeñuelos; yo me humillé, y él me sacó a paz y salvo.
Perfectas son todas las obras de Dios y rectos todos sus caminos. Dios es fiel y sin sombra de iniquidad, íntegro y justo.
Muchos pensamientos se forjan en el corazón del hombre; pero la voluntad del Señor es siempre la que se cumple.
¡Oh profundidad de los tesoros de la sabiduría y de la ciencia de Dios, cuán incomprensibles son sus juicios, cuán inapelables sus caminos!
Y pues invocáis como Padre a aquel que sin distinción de personas juzga según el mérito de cada cual, habéis de proceder con temor de ofenderle durante el tiempo de vuestra peregrinación,
Benigno es el Señor, exclamarán, y misericordioso, paciente y clemente.
Para todos es benéfico el Señor, y su misericordia se extiende sobre todas sus obras.
porque todos pecaron, y tienen necesidad de la gloria o gracia de Dios,
siendo justificados gratuitamente por la gracia del mismo, en virtud de la redención que todos tienen en Jesucristo,
a quien Dios propuso para ser la víctima de propiciación en virtud de su sangre por medio de la fe, a fin de demostrar la justicia que da él mismo perdonando los pecados pasados,
soportados por Dios con tanta paciencia, con el fin, digo, de manifestar su justicia en el tiempo presente; por donde se vea cómo él es justo en sí mismo, y que justifica al que tiene la fe de Jesucristo.
Tú sabes cuanto hago, ora esté quieto, ora andando.
De lejos penetras mis pensamientos; averiguaste mis pasos y mis medidas.
Tú previste todas las acciones de mi vida; todo lo sabes, aunque mi lengua no pronuncie palabra.
Todo lo conoces, Señor, lo pasado y lo venidero;
la cual sirve a nuestra alma como de una áncora segura y firme, y penetra hasta el Santuario que está del velo adentro:
Te adoraré en tu santo templo, y tributaré alabanzas a tu Nombre, por la misericordia y verdad de sus promesas, con que has engrandecido sobre todas las cosas tu Nombre santo.
¡Oh Señor!, llega hasta el cielo tu misericordia, y hasta las nubes tu verdad.
Como altísimos montes es grande tu justicia, abismo profundísimo tus juicios. A hombres y bestias conservas, ¡oh Señor!
Sábete que quedarán confundidos y avergonzados todos aquellos que te hacen guerra; serán como si no fuesen, y perecerán los que te contradicen.
y así él tiene ser ante todas las cosas, y todas subsisten por él y por él son conservadas.
Después de esto, ¿qué diremos ahora? Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?
Pues si vosotros siendo malos sabéis dar buenas cosas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará cosas buenas a los que se las pidan?
Pues, respondió el Señor, ¿puede la mujer olvidarse de su niño, sin que tenga compasión del hijo de sus entrañas? Pero aun cuando pudiese olvidarle, yo nunca podré olvidarme de ti.
Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu prudencia.
En todas tus empresas tenle presente, y él sea quien dirija todos tus pasos.
¿Cómo no estará mi alma sometida a Dios, dependiendo de él mi salvación?
El es mi Dios y mi salvador ; siendo él mi defensa, no seré jamás conmovido.
Si dijéremos que tenemos unión con él, y andamos entre las tinieblas del pecado, mentimos, y no tratamos verdad.
Porque de su indignación procede el castigo; y de su buena voluntad pende la vida. Hasta la tarde durará el llanto, y al salir la aurora será la alegría.
enseñándolas a observar todas las cosas que yo os he mandado. Y estad ciertos que yo mismo estaré siempre con vosotros, hasta la consumación de los siglos.
Cumpla, pues, mi Dios todos vuestros deseos, según sus riquezas, con la gloria que os dé en Jesucristo.
Vosotros pusisteis para siempre vuestra esperanza en el Señor, en el Señor Dios, que es nuestra fortaleza eterna.
Sabemos también nosotros que todas las cosas contribuyen al bien de los que aman a Dios, de aquellos, digo, que él ha llamado según su decreto para ser santos.
Dios es nuestro refugio y fortaleza, nuestro defensor en las tribulaciones que tanto nos han acosado.
Pues todas cuantas promesas hay de Dios, tienen en éste sí su verdad; y también por él mismo todo tiene su infalible cumplimiento para honra y gloria de Dios, lo cual hace también la gloria de nuestro ministerio.
Es el Nombre del Señor una torre fortísima; a él se acoge el varón justo, y será ensalzado.
Venga, pues, la misericordia tuya a consolarme, según la palabra que diste a tu siervo.
siendo así que por causa de nuestras iniquidades fue él llagado, y despedazado por nuestras maldades; el castigo de que debía nacer nuestra paz con Dios, descargó sobre él, y con sus moretones fuimos nosotros curados.
Mirad las aves del cielo cómo no siembran, ni siegan, ni tienen graneros, y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿Pues no valéis vosotros mucho más sin comparación que ellas?
El Señor se ha hecho el amparo del pobre; socorriéndole oportunamente en la tribulación.
Confíen, pues, en ti, ¡oh Dios mío!, los que conocen y adoran tu Nombre; porque jamás has desamparado, Señor, a los que a ti recurren.
El Dios de la esperanza nuestra os colme de toda suerte de gozo y de paz en vuestra creencia, para que crezca vuestra esperanza siempre más y más, por la virtud del Espíritu Santo.
Desde que apunta el día estoy temiendo; pero yo confío en ti.
Me gloriaré en Dios por las promesas que me tiene hechas; en Dios tengo puesta mi esperanza; nada temeré de cuanto puedan hacer contra mí los mortales.
Pronto está el Señor para todos los que le invocan, para cuantos le invocan de veras.
Condescenderá con la voluntad de los que le temen; oirá benigno sus peticiones, y los salvará.
Considerad, pues, atentamente a aquel Señor que sufrió tal contradicción de los pecadores contra su misma persona, a fin de que no desmayéis, perdiendo vuestros ánimos.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede encubrir una ciudad edificada sobre un monte;
Muchas son las maravillas que has obrado, ¡oh Señor Dios mío!, y no hay quien pueda asemejarse a ti en tus designios. Me puse yo a referirlos y anunciarlos; exceden todo guarismo.
Y el Señor te dará un perpetuo reposo, y llenará tu alma de resplandores de gracia y reforzará tus huesos; y serás como huerto bien regado y como manantial perenne cuyas aguas jamás faltarán.
Porque yo tengo una firme confianza, que quien ha empezado en vosotros la buena obra de vuestra salud, la llevará a cabo hasta el día de la venida de Jesucristo;
Callen ante mí las islas, y tomen nuevas fuerzas las gentes; acérquense, y hablen después, y entremos juntos en juicio:
¿Qué es el hombre, para que tú te acuerdes de él? ¿O que es el hijo del hombre, para que vengas a visitarlo?
Lo hiciste un poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y de honor,
pero Dios, que es rico en misericordia, movido del excesivo amor con que nos amó,
aun cuando estábamos muertos por los pecados, y éramos objetos de su cólera, nos dio vida en Cristo (por cuya gracia vosotros habéis sido salvados)
¡Oh, cuán grande es, Señor, la dulzura que tienes reservada para los que te temen! Tú la has comunicado abundantemente, a vista de los hijos de los hombres, a aquellos que tienen puesta en ti su esperanza.
de manera que podamos animosamente decir: El Señor es quien me ayuda; no temeré cosa que hagan contra mí los hombres.
Porque Dios, por el cual habéis sido llamados a la compañía de su Hijo Jesucristo nuestro Señor, es fiel en sus promesas.
pero lo que hace brillar más la caridad de Dios hacia nosotros, es que cuando éramos aún pecadores o enemigos suyos, fue cuando al tiempo señalado,
Oh Señor Dios nuestro, hemos tenido otros amos fuera de ti, que nos han dominado; haz que de ti sólo y de tu nombre nos acordemos.
Los cielos publican la gloria de Dios y el firmamento anuncia la grandeza de las obras de sus manos.
Cada día transmite con abundancia al siguiente día estas voces o anuncios, y una noche las comunica a la otra noche.
No hay lenguaje, ni idioma, en los cuales no sean escuchadas sus voces.
Su sonido se ha propagado por toda la tierra, y hasta el cabo del mundo se han oído sus palabras.
Así que buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todas las demás cosas se os darán por añadidura.
Me verán los que te temen, y se llenarán de gozo, porque puse toda mi esperanza en tus palabras.
Porque el estipendio y paga del pecado es la muerte; pero la vida eterna es una gracia de Dios por Jesucristo nuestro Señor.
Tened entendido que el Señor es el único Dios. El es el que nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos. ¡Oh tú, pueblo suyo!, vosotros ovejas a quien él apacienta,
entrad por sus puertas cantando alabanzas, venid a sus atrios entonando himnos, y tributadle acciones de gracias. Bendecid su Nombre,
Carísimos, nosotros somos ya ahora hijos de Dios; mas lo que seremos algún día no aparece aún. Sabemos sí que cuando se manifestare claramente Jesucristo, seremos semejantes a él en la gloria, porque le veremos como él es.
Alabad al Señor, porque es tan bueno; porque hace brillar eternamente su misericordia.
Diga ahora Israel que el Señor es bueno, y que es eterna su misericordia.
Te alabaré, Señor, a vista de tu estupenda grandeza; maravillosas son todas tus obras, de cuyo conocimiento está penetrada toda mi alma.
Ahora bien, si habéis resucitado con Cristo , buscad las cosas que son de arriba, donde Cristo está sentado a la diestra de Dios Padre;
saboreaos en las cosas del cielo, no en las de la tierra.
A no haber sido tu ley el objeto de mi meditación, hubiera sin duda perecido en mi angustia.
Sed sobrios, y estad en continua vela; porque vuestro enemigo el diablo anda girando como león rugiente alrededor de vosotros, en busca de para que devorar.
Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni las virtudes, ni lo presente, ni lo venidero, ni la fuerza, o violencia,
ni todo lo que hay de más alto, ni de más profundo, ni otra ninguna criatura podrá jamás separarnos del amor de Dios, que se funda en Jesucristo nuestro Señor.
Con ansia suma estuve aguardando al Señor, y por fin inclinó a mí sus oídos,
y escuchó benignamente mis súplicas. Y me sacó del lago de la miseria y del inmundo cieno. Y asentó mis pasos.
Y en fin, a aquel Señor que es poderoso para hacer infinitamente más que todo lo que nosotros pedimos, o de todo cuanto pensamos, según el poder que obra eficazmente en nosotros,
Por consiguiente nada hay ahora digno de condenación en aquellos que están reengendrados en Cristo Jesús , y que no siguen la carne.
Como ovejas descarriadas hemos sido todos nosotros; cada cual se desvió de la senda del Señor para seguir su propio camino, y a él sólo le ha cargado el Señor sobre las espaldas la iniquidad de todos nosotros.
Vosotros que antes no erais tan siquiera pueblo, y ahora sois el pueblo de Dios; que no habíais alcanzado misericordia, y ahora la alcanzasteis.
Y no queráis conformaros con este siglo, antes bien transformaos con la renovación de vuestro espíritu; a fin de acertar qué es lo bueno, y lo más agradable, y lo perfecto que Dios quiere de vosotros.
Venid a mí todos los que andáis agobiados con trabajos y cargas, que yo os aliviaré.
Tomad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis el reposo para vuestras almas.
Porque suave es mi yugo y ligero el peso mío.
Que los pensamientos míos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos son los caminos míos, dice el Señor;
sino que cuanto se eleva el cielo sobre la tierra, así se elevan mis caminos sobre los caminos vuestros, y mis pensamientos sobre los pensamientos vuestros.
No te son desconocidos mis huesos formados ocultamente, ni la sustancia mía formada en las entrañas de la tierra.
Todavía era yo un embrión informe, y ya me distinguían tus ojos; todos los mortales están escritos en tu libro; irán y vendrán días; y ninguno dejará de ser escrito.
No hay criatura invisible a su vista; todas están desnudas y patentes a los ojos de este Señor, de quien hablamos.
El espíritu compungido es el sacrificio más grato para Dios; no despreciarás, ¡oh Dios mío!, el corazón contrito y humillado.
Entonces dijo Jesús a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y cargue con su cruz, y sígame.
Puesto que no hay distinción de judío y de gentil; por cuanto uno mismo es el Señor de todos, rico para con todos aquellos que le invocan.
Porque todo aquel que invocare de veras el nombre del Señor, será salvo.
y yo vivo ahora, o más bien no soy yo el que vivo, sino que Cristo vive en mí. Así la vida que vivo ahora en esta carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó a sí mismo a la muerte por mí.
El Señor es el que te custodia; el Señor está a tu lado para defenderte.
Ni de día el sol te quemará, ni de noche te dañará la luna.
No se aparte de ti la misericordia y la verdad; ponlas como collar en tu garganta, y estámpalas en tu corazón,
y hallarás gracia y buena opinión delante de Dios y de los hombres.
Entonces el rey dirá a los que estarán a su derecha: Venid, benditos de mi Padre, a tomar posesión del reino celestial, que os está preparado desde el principio del mundo;
¿Quién es aquel que ha medido las aguas del océano en el hueco de la palma de su mano, y extendiendo ésta ha pesado los cielos?; ¿quién es el que con sólo tres dedos sostiene la gran mole de la tierra, y pesa los montes y los collados como en una balanza?
Tú sabes cuanto hago, ora esté quieto, ora andando.
De lejos penetras mis pensamientos; averiguaste mis pasos y mis medidas.
Donde entró Jesús por nosotros el primero como nuestro precursor, constituido sumo sacerdote por toda la eternidad según el orden de Melquisedec.
Bendecid, pues, al Dios del cielo, porque es eterna su misericordia. Bendecid al Señor de los señores, porque es eterna su misericordia.
El que ni a su propio Hijo perdonó, sino que le entregó a la muerte por todos nosotros, ¿cómo después de habérnosle dado a él, dejará de darnos cualquier otra cosa?
Yo contemplo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú creaste, y exclamo:
¿Qué es el hombre, para que tú te acuerdes de él? ¿O que es el hijo del hombre, para que vengas a visitarlo?
El pueblo de Sión morará en Jerusalén ; enjugarás tus lágrimas, ¡oh pueblo fiel! El Señor, apiadándose de ti, usará contigo de misericordia; al momento que oyere la voz de tu clamor, te responderá benigno.
Quiera el Dios de la paciencia y de la consolación haceros la gracia de estar siempre unidos mutuamente en sentimientos y afectos según el espíritu de Jesucristo,
Tomad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis el reposo para vuestras almas.
Si dijéremos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.
Levanta del polvo de la tierra al desvalido, y alza del estercolero al pobre,
para colocarlo entre los príncipes, entre los príncipes de su pueblo.
Que no consiste el reino de Dios en comer, ni en beber esto o aquello, sino en la justicia, en la paz y en el gozo del Espíritu Santo.
¡Oh, cuánto has multiplicado, oh Dios, tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres esperarán bajo las sombras de tus alas.
el solo que es inmortal por esencia, y que habita en una luz inaccesible, a quien ninguno de los hombres ha visto, ni tampoco puede ver, suyo es el honor y el imperio sempiterno. Amén.
A los ricos de este siglo mándales que no sean altivos, ni pongan su confianza en las riquezas caducas, sino en Dios vivo (que nos provee de todo abundantemente para nuestro uso);
a quienes Dios ha querido hacer patentes las riquezas de la gloria de este misterio entre las naciones, el cual no es otra cosa que Cristo , hecho por la fe la esperanza de vuestra gloria.
El Señor es mi luz y mi salvación: ¿a quién he de temer yo? El Señor es el defensor de mi vida: ¿quién me hará temblar?
Más apreciable es que mil vidas tu misericordia; por tanto se ocuparán mis labios en tu alabanza.
Por esto te bendeciré toda mi vida, y alzaré mis manos invocando tu Nombre.
Pero tú, Señor, no alejes de mí tu piedad; tu misericordia y tu fidelidad me han amparado en todo trance.
Al contrario, los frutos del espíritu son caridad, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, longanimidad,
Echa en olvido los delitos o flaquezas de mi mocedad, y mis necedades. Acuérdate de mí, según tu misericordia; acuérdate de mí, ¡oh Señor!, por tu bondad.
Su imperio será amplificado, y la paz no tendrá fin; se sentará sobre el solio de David; y poseerá su reino para afianzarlo y consolidarlo haciendo reinar la equidad y la justicia desde ahora y para siempre. El celo del Señor de los ejércitos es el que hará estas cosas.
Yo contemplaba siempre al Señor delante de mí, como quien está a mi diestra para sostenerme.
Por eso se regocijó mi corazón, y prorrumpió en cánticos alegres mi lengua; y además también mi carne descansará con la esperanza.
Vivifícame, ¡oh Señor!, según tu misericordia; y observaré los mandamientos salidos de tu divina boca.
Pero en fin, ora comáis, ora bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo a gloria de Dios.
para cuidar a los de Sión que están llorando, y para darles una corona de gloria, en lugar de la ceniza que cubre sus cabezas; el óleo propio de los días solemnes y alegres en vez de luto; un ropaje de gloria en cambio de su espíritu de aflicción; y los que habitarán en ella serán llamados los valientes en la justicia, plantío del Señor para gloria suya.
Aguarda al Señor, y pórtate varonilmente; cobre aliento tu corazón, y espera con paciencia el Señor.
Ved, pues, cómo habéis de orar: padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre;
venga tu reino; hágase tu voluntad, así en la tierra, como en el cielo.
Me sorprendieron las tribulaciones y angustias; tus mandamientos son mi dulce meditación.
Carísimos, cuando Dios os prueba con el fuego de las tribulaciones, no lo extrañéis, como si os aconteciese una cosa muy extraordinaria;