El espíritu compungido es el sacrificio más grato para Dios; no despreciarás, ¡oh Dios mío!, el corazón contrito y humillado.
Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.
El sacrificio que sí deseas es un espíritu quebrantado; tú no rechazarás un corazón arrepentido y quebrantado, oh Dios.
Señor, abre mis labios y cantará mi boca tu alabanza.
El sacrificio grato a ’Elohim° es el espíritu quebrantado. Al corazón contrito y humillado no despreciarás Tú, oh ’Elohim.
Abre, Señor, mis labios, y anunciará mi boca tus grandezas.