Por esto, desde el día que nos enteramos, también nosotros no cesamos de orar por ustedes, y de rogar que sean colmados del conocimiento de la voluntad de Dios en toda sabiduría y en todo entendimiento espiritual,
para que se conduzcan como es recto, agradando a Dios en toda buena obra, dando fruto y creciendo en el conocimiento de Dios,
Y esto pido en oración: que el amor de ustedes crezca aún y sobreabunde en el conocimiento y en todo entendimiento espiritual,
para que disciernan las cosas que convienen, y sean ustedes puros y sin caída hasta el día del Cristo,
La paz sea a nuestros hermanos, y el amor con la fe de Dios[7] Padre y de nuestro Señor Jesucristo[8].
La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo íntegramente. Amén.
Que la comunión de tu fe fructifique en hechos y en el conocimiento de todas las cosas buenas que hay para ustedes en Jesucristo,
Que el Dios de la esperanza los colme de todo gozo y paz en la fe, para que crezcan en su esperanza por el poder del espíritu santo.
Mi Dios, pues, suplirá para toda su necesidad, según sus riquezas, en la gloria de Jesucristo.
porque toda generosidad que abunda en ustedes llega de las manos de Dios, para que teniendo siempre lo suficiente en todo, abunden para toda buena obra.
Amado nuestro, en todo hago oración por tí, para que prosperes y tengas buena salud, así como prospera tu alma,
y la paz de Dios, que excede a todo entendimiento, guardará sus corazones y sus mentes en Jesucristo.
Y es evidente que nadie es justificado por la ley ante Dios, porque está escrito: 'EL JUSTO SERÁ SALVO POR LA FE'.
no ceso de dar gracias por ustedes, mencionándolos en mis oraciones;
para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, les conceda espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de Él,
para que los ojos de sus corazones sean iluminados, y puedan así comprender cuál es la esperanza de su llamado, y cuál es la riqueza de la gloria de la herencia de Él para los santos,
Así pues, como escogidos de Dios, santos y amados, vístanse de compasión, de piedad, de bondad, de una actitud humilde, de mansedumbre[1] y de paciencia.
Sobrelleven los unos las cargas de los otros, porque de esta manera cumplen la ley del Cristo.
no pagando a nadie mal por mal, u ofensa por ofensa, sino más bien bendigan, porque para esto han sido llamados, para que hereden bendición.
Sean afectuosos con sus hermanos, y ámense unos a otros; prefiéranse unos a otros en cuanto a honra.
Así brille su luz delante de los hombres, para que vean sus buenas acciones y glorifiquen ellos a su Padre que está en el Cielo.
Considerémonos, pues, unos a otros, para estimularnos al amor y a las buenas obras,
y no dejemos de congregarnos[4] como algunos tienen por costumbre, sino intercedamos unos por otros, con mayor razón cuando vemos que aquel día se acerca,
Por esta razón, anímense unos a otros, y edifíquense unos a otros tal como lo están lo están haciendo.
Y nosotros sabemos que a los que aman a Dios, Él los ayuda en todo para bien, a los que designó anticipadamente para que fueran llamados,
Pero los frutos del espíritu son: amor, gozo, paz, paciencia, afabilidad, bondad, confianza,
humildad, dominio de sí mismo. Contra tales cosas no hay ley,
No hagan nada por contienda o por vanagloria, sino con humildad de manera de pensar; cada quien considere al otro de mayor importancia que a sí mismo;
que no se ocupe cada quien solamente de lo suyo propio, sino también de lo de su prójimo.
Y a Aquel que es capaz por su gran poder de hacer por nosotros mucho más de lo que pedimos o pensamos, conforme a su poder que opera en nosotros,
a Él sea la gloria en su Iglesia por Jesucristo, por todas las edades, eternamente y para siempre. Amén.
porque no nos ha dado Dios espíritu de temor, sino de poder, de amor y de exhortación[1].
Así que, hermanos míos, en lo que es verdadero, lo que es sobrio, lo que es justo, lo que es puro, lo que es amable, lo que es excelente, y en las acciones honrosas y dignas de alabanza, en esto piensen,
gócense en su esperanza, y sean pacientes en sus aflicciones, siendo constantes en la oración.
Vengan a mí todos los que están abatidos y cargados, y yo los haré descansar.
Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí que soy manso[23] y humilde de corazón, y ENCONTRARÁN REPOSO PARA SUS ALMAS,
porque mi yugo es placentero[24] y ligera mi carga.
Según el don que cada uno recibió de Dios, sirva con él a sus compañeros como buenos administradores de la gracia multiforme de Dios.
Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de su gracia para recibir misericordia y hallar gracia para ser auxiliados en tiempo de aflicción.
Que el Dios de la paciencia y del consuelo les conceda pensar en armonía los unos respecto a los otros en Jesucristo,
para que unánimes en la manera de pensar y hablar, glorifiquen a Dios el Padre de nuestro Señor Jesucristo.
Busquen, pues, primero el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.
Ésta es la confianza que tenemos en Él: que en todo lo que le pedimos de acuerdo a su voluntad, Él nos escucha.
Y si estamos convencidos de que Él nos escucha acerca de lo que le pedimos, confiamos en que ya hemos recibido de Él lo que le pedimos.
Bendito es Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con todas las bendiciones espirituales en el Cielo, en el Cristo,
porque estoy convencido de esto: que Aquel que inició en ustedes las buenas obras, las perfeccionará hasta el día de nuestro Señor Jesucristo.
De modo que todo el que está en el Cristo, es nueva criatura; las cosas viejas pasaron
Y cuando hagamos lo que es bueno, no nos cansemos, porque llegará el tiempo de cosechar, y ya no nos cansaremos.
Pero el Dios de gracia que nos llamó a su gloria eterna por medio de Jesucristo, es quien nos ha permitido, mientras padecemos estas leves aflicciones, que seamos fortalecidos, afirmados y establecidos en Él para siempre.
Les suplico, pues, hermanos míos, por las misericordias de Dios, que presenten sus cuerpos en sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, en culto racional,
y no sean conforme a este mundo, sino transfórmense por medio de la renovación de su mente, y disciernan cuál es la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios.
Así que si ustedes han resucitado junto con el Cristo, busquen las cosas de arriba, donde el Cristo está sentado a la diestra de Dios.
Piensen en las cosas de arriba, y no en las de la Tierra,
Miren cuán grande es el amor del Padre por nosotros, que nos llamó y nos ha hecho hijos. Por eso el mundo no nos conoce, porque a Él tampoco lo conoce.
Por tanto, también nosotros que tenemos todos estos testigos alrededor nuestro como una nube, despojémonos de todas nuestras cargas, y del pecado que nos asedia en todo tiempo, y corramos con perseverencia en esta prueba de destreza que está puesta delante de nosotros,
puestos los ojos en Jesús, porque Él fue el Autor y Consumador de nuestra fe, quien por el gozo que había para Él soportó la cruz, despreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
Ahora, pues, ¿procuro la aprobación de los hombres o de Dios, o pretendo agradar a los hombres? Porque si hasta ahora hubiera agradado a los hombres, no sería siervo del Cristo.
corro hacia la meta con el fin de obtener la victoria del supremo llamado de Dios por medio de Jesucristo.
y el pecado no tendrá dominio sobre ustedes, porque no están bajo ley, sino bajo la gracia.
sino que como está escrito: 'Cosas que ojos no vio, ni oído escuchó, ni han surgido en corazón de hombre, son las que Dios preparó para los que lo aman',
Y todo lo que hagan, háganlo con toda su alma, como para nuestro Señor y no como para los hombres,
Por tanto, ya sea que coman, que beban o que hagan cualquier cosa, háganlo todo para la gloria de Dios,
Así pues, por cuanto somos justificados por medio de la fe, tenemos paz para con Dios mediante nuestro Señor Jesucristo,
Permanezcan, pues, firmes en la libertad con la cual el Cristo nos hizo libres, y no se sujeten otra vez al yugo de esclavitud.
Así que, hermanos míos, les suplicamos y les rogamos encarecidamente por nuestro Señor Jesús, que da la manera que aceptaron de nosotros instrucción respecto al modo en que deben conducirse y agradar a Dios, así crezcan cada vez más,