Hijos, sean obedientes a sus padres en todo, porque así es agradable delante de nuestro Señor.
Hijos, obedezcan a sus padrs por causa de nuestro Señor, pues esto es justo, porque éste es el primer mandamiento con promesa: HONRA A TU PADRE Y A TU MADRE, PARA QUE TE VAYA BIEN Y SE PROLONGUE TU VIDA SOBRE LA TIERRA.
Pero en caso de que alguna viuda tenga hijos o nietos, que éstos aprendan primero a cumplir con su deber para con sus propias familias y a recompensar a sus padres, porque esto es agradable ante Dios,
Sean afectuosos con sus hermanos, y ámense unos a otros; prefiéranse unos a otros en cuanto a honra.
Y sobre todo, tengan ferviente amor unos por otros, porque el amor cubre multitud de faltas.
Mi Dios, pues, suplirá para toda su necesidad, según sus riquezas, en la gloria de Jesucristo.
Pues si ustedes siendo malos saben dar buenos regalos a sus hijos, ¿cuánto más su Padre que está en el Cielo dará cosas buenas a los que le pidan?
Y cuando hagamos lo que es bueno, no nos cansemos, porque llegará el tiempo de cosechar, y ya no nos cansaremos.
porque toda generosidad que abunda en ustedes llega de las manos de Dios, para que teniendo siempre lo suficiente en todo, abunden para toda buena obra.
Así brille su luz delante de los hombres, para que vean sus buenas acciones y glorifiquen ellos a su Padre que está en el Cielo.
Considerémonos, pues, unos a otros, para estimularnos al amor y a las buenas obras, y no dejemos de congregarnos[4] como algunos tienen por costumbre, sino intercedamos unos por otros, con mayor razón cuando vemos que aquel día se acerca,
No hagan nada por contienda o por vanagloria, sino con humildad de manera de pensar; cada quien considere al otro de mayor importancia que a sí mismo; que no se ocupe cada quien solamente de lo suyo propio, sino también de lo de su prójimo.
Que el Dios de la esperanza los colme de todo gozo y paz en la fe, para que crezcan en su esperanza por el poder del espíritu santo.
Ninguna palabra obscena salga de su boca, sino la que sea buena y útil para edificación, para que impartan gracia a los oyentes.
No se ame el uno al otro de palabra o de lengua, hijos míos, sino con hechos y en verdad;
Bendito es Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, que nos consuela en todas nuestras aflicciones para que nosotros seamos capaces también de consolar a los que están en cualquier aflicción con el consuelo con el cual somos consolados por Dios,
Vengan a mí todos los que están abatidos y cargados, y yo los haré descansar. Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí que soy manso[23] y humilde de corazón, y ENCONTRARÁN REPOSO PARA SUS ALMAS, porque mi yugo es placentero[24] y ligera mi carga.
Y nosotros sabemos que a los que aman a Dios, Él los ayuda en todo para bien, a los que designó anticipadamente para que fueran llamados,
Pero los frutos del espíritu son: amor, gozo, paz, paciencia, afabilidad, bondad, confianza, humildad, dominio de sí mismo. Contra tales cosas no hay ley,
Gracias doy a mi Dios porque continuamente los recuerdo, porque en todas las intercesiones que hago por ustedes, gozándome he rogado por su comunión en el Evangelio desde el primer día hasta hoy,
gócense en su esperanza, y sean pacientes en sus aflicciones, siendo constantes en la oración.
Por esta razón, anímense unos a otros, y edifíquense unos a otros tal como lo están lo están haciendo.
Así pues, como escogidos de Dios, santos y amados, vístanse de compasión, de piedad, de bondad, de una actitud humilde, de mansedumbre[1] y de paciencia.
Busquen, pues, primero el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.
porque no nos ha dado Dios espíritu de temor, sino de poder, de amor y de exhortación[1].
No se engañen, de Dios nadie puede burlarse, porque lo que el hombre siembre, eso mismo cosechará.
Entonces Jesús les dijo: Permitan a los niños venir a mí y no se lo impidan, porque para los que son como ellos es el reino del Cielo.
Así que, hermanos míos, en lo que es verdadero, lo que es sobrio, lo que es justo, lo que es puro, lo que es amable, lo que es excelente, y en las acciones honrosas y dignas de alabanza, en esto piensen,
no ceso de dar gracias por ustedes, mencionándolos en mis oraciones; para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, les conceda espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de Él, para que los ojos de sus corazones sean iluminados, y puedan así comprender cuál es la esperanza de su llamado, y cuál es la riqueza de la gloria de la herencia de Él para los santos,
El amor es paciente y bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es contencioso, no se ensorbece, no se porta indecorosamente, no procura lo suyo, no se enfurece, no piensa lo malo, no se goza en la iniquidad, sino que se goza en la justicia. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
De modo que todo el que está en el Cristo, es nueva criatura; las cosas viejas pasaron
asiéndonos firmemente de la confesión de nuestra esperanza, sin fluctuar, porque fiel es el que nos prometió.
pero no solamente en esto, sino que también nos gloriamos en nuestras aflicciones, porque comprendemos que la aflicción perfecciona la paciencia en nosotros, y la paciencia produce experiencia, y la experiencia, confianza;
Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios para que Él los exalte a su debido tiempo,
Sobrelleven los unos las cargas de los otros, porque de esta manera cumplen la ley del Cristo.
Hagan todas las cosas sin murmuración y sin división, para que sean íntegros e irreprensibles, como hijos puros de Dios que habitan en medio de una generación torcida y perversa, para que sean vistos entre ellos como luminarias en el mundo,
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