Mi Dios, pues, suplirá para toda su necesidad, según sus riquezas, en la gloria de Jesucristo.
Y a Aquel que es capaz por su gran poder de hacer por nosotros mucho más de lo que pedimos o pensamos, conforme a su poder que opera en nosotros,
Que si palabra habite abundantemente en ustedes en toda sabiduría, enseñándose y amonestándose entre ustedes con salmos, con cánticos e himnos del espíritu, cantando con gracia a Dios con sus corazones.
Por tanto, todo el que escuche estas mis palabras y las ponga por obra, será semejante a un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca, y cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron a aquella casa, pero no se derrumbó, porque sus cimientos habían sido puestos sobre la roca.
Según el don que cada uno recibió de Dios, sirva con él a sus compañeros como buenos administradores de la gracia multiforme de Dios.
Y cuando hagamos lo que es bueno, no nos cansemos, porque llegará el tiempo de cosechar, y ya no nos cansaremos.
La paz les dejo, mi paz les doy; yo no se las doy como la da el mundo. No se turbe su corazón ni tengan miedo.
varón recto que reverenciaba a Dios con toda su familia, y que hacía muchas buenas obras al pueblo y siempre buscaba de Dios.
Sean afectuosos con sus hermanos, y ámense unos a otros; prefiéranse unos a otros en cuanto a honra.
Que el Dios de la esperanza los colme de todo gozo y paz en la fe, para que crezcan en su esperanza por el poder del espíritu santo.
con toda humildad en su modo de pensar, mansedumbre[4] y paciencia, tolerándose unos a otros en amor, siendo diligentes en conservar la armonía del espíritu en el vínculo de la paz;
y sean afectuosos y compasivos unos con otros, perdonándose unos a otros, así como Dios nos perdonó por medio del Cristo.
Maridos, amen a sus esposas, así como el Cristo amó a su Iglesia y se dio a sí mismo por ella, para santificarla y purificarla mediante el lavamiento por agua y por la palabra, para presentársela a sí mismo; una Iglesia gloriosa, sin mancha ni arruga, ni cosas semejantes a éstas, sino que sea santa y sin mancha. De igual modo deben los maridos amar a sus esposas como a sus mismos cuerpos, porque el que ama a su esposa, a sí mismo se ama,
Hijos, obedezcan a sus padrs por causa de nuestro Señor, pues esto es justo, porque éste es el primer mandamiento con promesa: HONRA A TU PADRE Y A TU MADRE, PARA QUE TE VAYA BIEN Y SE PROLONGUE TU VIDA SOBRE LA TIERRA. Padres, no exasperen a sus hijos, sino críenlos en la disciplina y en la instrucción de nuestro Señor.
Ténganse paciencia unos a otros, y perdónense unos a otros, y si alguno tiene resentimiento contra su prójimo, así como el Cristo los perdonó, también así ustedes perdonen. Y juntamente con todas estas cosas tengan amor, que es el vínculo de la perfección,
Que si palabra habite abundantemente en ustedes en toda sabiduría, enseñándose y amonestándose entre ustedes con salmos, con cánticos e himnos del espíritu, cantando con gracia a Dios con sus corazones. Y todo lo que hagan, sea de palabra o de hecho, háganlo en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, dando gracias a Dios Padre por medio de Él.
Y sobre todo, tengan ferviente amor unos por otros, porque el amor cubre multitud de faltas. Sean hospitalarios con los extranjeros, sin murmuración.
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