1 Cuando se acercaban a Jerusalén y llegaron a Betfagé, junto al monte de los Olivos, Jesús mandó a dos discípulos, 2 diciéndoles: Vayan a ese pueblito de enfrente y encontrarán en seguida una burra atada, con un burrito; desátenlos y tráiganmelos. 3 Y si alguien les dice algo, contéstenle que el Señor los necesita, pero que los devolverá cuanto antes. 4 Esto ocurrió para que se cumpliera lo que se dijo por medio del profeta: 5 Digan a la ciudad de Sión: Mira a tu rey que llega, sencillo, montado en un asno, en un burrito, cría de acémila. (Is 62,11; Zac 9,9) 6 Fueron los discípulos e hicieron lo que les había mandado Jesús; 7 trajeron la burra y el burrito, les pusieron encima los mantos y Jesús se montó. 8 La mayoría de la gente se puso a alfombrar el camino con sus mantos; otros lo alfombraban con ramas que cortaban de los árboles. 9 Y los grupos que iban delante y detrás gritaban: ¡Sálvanos' por el Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Sálvenos desde lo alto! 10 Al entrar en Jerusalén, la ciudad entera preguntaba alborotada: ¿Quién es éste? 11 La gente contestaba: Este es el profeta Jesús, el de Nazaret de Galilea. 12 Jesús entró en el templo y se puso a echar a todos los que vendían y compraban allí. Volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas, 13 diciéndoles: Escrito está: 'Mi casa será casa de oración', pero ustedes la convierten en una cueva de bandidos'. 14 En el templo se le acercaron ciegos y cojos y él los curó. 15 Los sumos sacerdotes y los letrados, al ver los milagros que había hecho y a los niños que gritaban en el templo 'viva el Hijo de David', 16 le dijeron indignados: ¿Oyes lo que dicen ésos? Jesús le replicó: Sí. ¿Nunca han leído aquello: 'De la boca de los niños de pecho has sacado una alabanza'?. 17 Y, dejándolos plantados, salió de la ciudad, se fue a Betania y pasó la noche allí. 18 A la mañana siguiente, cuando volvía a la ciudad, sintió hambre. 19 Viendo una higuera junto al camino, se acercó, pero no encontró nada más que hojas; entonces le dijo: Nunca jamás des ya fruto. Y la higuera se secó de repente. 20 Al verlo, los discípulos preguntaron asombrados: ¿Cómo es que la higuera se ha secado de repente? 21 Jesús les contestó: Les aseguro que si tuvieran una fe sin reservas, no sólo harían esto de la higuera; incluso si le dijeran al cerro ése 'quítate de ahí y tírate al mar', lo haría. 22 Todo lo que pidan orando con esa fe, lo recibirán. 23 Llegó al templo, y mientras enseñaba, los sumos sacerdotes y los senadores del pueblo se le acercaron preguntándole: ¿Con qué autoridad actúas así?, ¿quién te ha dado esa autoridad? 24 Jesús les replicó: Les voy a hacer también yo una pregunta; si me responden, les diré también yo con qué autoridad actúo así. 25 El bautismo de Juan, ¿qué era, cosa de Dios o cosa humana? Ellos se pusieron a discutir entre sí: Si decimos 'de Dios', nos dirá que entonces por qué no le creímos; 26 y si decimos 'humana', nos da miedo la gente, porque todos piensan que Juan era un profeta. 27 Y respondieron a Jesús: No sabemos. Entonces les declaró él: Pues tampoco les digo yo con qué autoridad actúo así. 28 A ver, ¿qué les parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al mayor diciéndole: 'Hijo, ve hoy a trabajar en la viña'. 29 Le contestó: 'No quiero'; pero después se volvió atrás y fue. 30 Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Este contestó: 'Por supuesto, señor', pero no fue. 31 ¿Cuál de los dos cumplió la voluntad del padre? Contestaron ellos: El primero. Jesús les dijo: Les aseguro que los recaudadores y las prostitutas se dirigen, en lugar de ustedes, al reino de Dios. 32 Porque Juan les enseñó el camino para ser justos y no le creyeron; en cambio, los recaudadores y las prostitutas le creyeron. Pero ustedes, ni aun después de ver aquello se volvieron atrás ni le creyeron. 33 Escuchen otra parábola: Había una vez un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó la torre del guarda', la arrendó a unos labradores y se marchó al extranjero. 34 Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió sirvientes suyos para recibir de los labradores los frutos que le correspondían. 35 Los labradores agarraron a los sirvientes, apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon. 36 Envió entonces otros sirvientes, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. 37 Por último les envió a su hijo, diciéndose: A mi hijo lo respetarán. 38 Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: Este es el heredero: venga, lo matamos y nos quedamos con su herencia. 39 Lo agarraron, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. 40 Vamos a ver, cuando vuelva el dueño de la viña ¿qué hará con aquellos labradores? 41 Le contestaron: Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará su viña a otros que le entreguen los frutos a su tiempo. 42 Jesús les dijo: ¿No han leído nunca aquello de la Escritura? La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto lo ha hecho el Señor: ¡qué maravilla para nosotros! (Sal 118,22-23) 43 Por eso les digo que se les quitará a ustedes el reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca Sus frutos. 44 Además, el que caiga sobre esa piedra se estrellará, y si ella cae sobre alguno, lo hará pedazos. 45 Al oír sus parábolas los sumos sacerdotes y los fariseos se dieron' cuenta de que iban por ellos. 46 Aunque estaban deseando echarle mano, tuvieron miedo de la gente, que lo tenía por profeta. |
Luis Alonso Schökel y Juan Mateos, 1975 ©, Editada por Ediciones Cristiandad.