Pero, cuando los arresten, no se preocupen por lo que van a decir o cómo van a decirlo. En ese momento se les dará lo que han de decir.
2 Timoteo 4:17 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento) Pero el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que por medio de mí se anunciara el mensaje y lo oyeran todos los que no creen en Dios. El Señor me salvó, como quien es librado de la boca de un león. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león. Biblia Nueva Traducción Viviente Pero el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas, a fin de que yo pudiera predicar la Buena Noticia en toda su plenitud, para que todos los gentiles la oyeran. Y él me libró de una muerte segura. Biblia Católica (Latinoamericana) Pero el Señor estuvo conmigo llenándome de fuerza, para que el mensaje fuera proclamado por medio de mí y llegara a oídos de todas las naciones; y quedé libre de la boca del león. La Biblia Textual 3a Edicion Pero el Señor me asistió y me fortaleció, para que por medio de mí se predicara cumplidamente el mensaje y lo oyeran todos los gentiles, y fui librado de la boca del león. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Pero el Señor me asistió y me dio fuerzas, de tal manera que, por mi medio, hubo una plena proclamación de la palabra y llegó a oídos de todos los gentiles; y yo mismo fui librado de las fauces del león. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Pero el Señor estuvo a mi lado, y me esforzó, para que por mí fuese cumplida la predicación, y todos los gentiles oyesen; y fui librado de la boca del león. |
Pero, cuando los arresten, no se preocupen por lo que van a decir o cómo van a decirlo. En ese momento se les dará lo que han de decir.
Muchos han querido escribir la historia de las cosas que han pasado entre nosotros.
Pues yo mismo les daré palabras adecuadas y sabiduría para responder. Ningún enemigo podrá resistirles ni contradecirles.
A la noche siguiente, el Señor se apareció a Pablo y le dijo: «¡Ánimo! Así como has hablado de mí en Jerusalén, es necesario que lo hagas también en Roma».
―¡Ve! —insistió el Señor—, porque he elegido a ese hombre como mi instrumento. Él dará a conocer mi nombre tanto a las naciones y a sus reyes como al pueblo de Israel.
Pídanle que me libre de caer en manos de los incrédulos que están en Judea, y que los creyentes de Jerusalén reciban bien la ayuda que les llevo.
Pero él me dijo: «Mi amor es todo lo que tú necesitas, porque mi poder se hace más presente en tu debilidad». Por lo tanto, prefiero sentirme orgulloso de mis debilidades para que permanezca sobre mí el poder de Cristo.
Yo soy el más insignificante de todos los creyentes. Sin embargo, recibí este privilegio inmerecido de predicar a las naciones acerca de las incontables bendiciones que Cristo nos puede dar.
Doy gracias al que me fortalece, Cristo Jesús nuestro Señor, pues me consideró digno de confianza al ponerme a su servicio.
Así que tú, Timoteo, hijo mío en la fe, busca tu fuerza en el amor inmerecido que Cristo Jesús nos da.
por la que sufro en gran manera, hasta el punto de llevar cadenas como un criminal. Pero la palabra de Dios no está encadenada.
Conoces bien cómo me han perseguido y hecho sufrir mis enemigos. Estás enterado de lo que sufrí en Antioquía, Iconio y Listra, y de los maltratos que soporté. Pero de todo eso me protegió el Señor.
Tú, por el contrario, sé inteligente en todo momento, soporta los sufrimientos y dedícate a anunciar la buena noticia de salvación. Cumple con los deberes del trabajo que Dios te dio.
Ahora, a su debido tiempo, él ha cumplido esa promesa. La cumplió por medio de la predicación que se me ha confiado por orden de Dios nuestro Salvador.
Todos ellos por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido. Por la fe cerraron bocas de leones,
Practiquen el dominio propio y manténganse alerta. Su enemigo el diablo ronda como león rugiente, buscando a quién devorar.
Todo esto demuestra que el Señor sabe librar de la tentación a los que viven como Dios quiere. Pero también sabe castigar a los malvados, y lo hará cuando llegue el día del juicio.