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Hechos 23:11 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

11 A la noche siguiente, el Señor se apareció a Pablo y le dijo: «¡Ánimo! Así como has hablado de mí en Jerusalén, es necesario que lo hagas también en Roma».

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

11 A la noche siguiente se le presentó el Señor y le dijo: Ten ánimo, Pablo, pues como has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en Roma.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 Esa noche el Señor se le apareció a Pablo y le dijo: «Ten ánimo, Pablo. Así como has sido mi testigo aquí en Jerusalén, también debes predicar la Buena Noticia en Roma».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Aquella misma noche el Señor se acercó a Pablo y le dijo: '¡Animo! Así como has dado testimonio de mí aquí en Jerusalén, tendrás que darlo también en Roma.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 A la noche siguiente, se le apareció el Señor y le dijo: ¡Ánimo! Porque como testificabas fielmente acerca de mí en Jerusalem, así también tienes que testificar en Roma.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 A la noche siguiente, se le apareció el Señor y le dijo: '¡Ánimo! Como has dado testimonio de mí en Jerusalén, tienes que darlo también en Roma'.

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Hechos 23:11
27 Referencias Cruzadas  

Pero Jesús les dijo en seguida: ―¡Cálmense! Soy yo. No tengan miedo.


Enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.


Unos hombres le llevaron un paralítico, acostado en una camilla. Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: ―¡Ánimo, hijo; tus pecados quedan perdonados!


Que vaya y dé aviso a mis cinco hermanos, para que no vengan ellos también a este lugar de tormento”.


No los voy a dejar huérfanos; volveré a ustedes.


Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo.


Una noche el Señor le dijo a Pablo en una visión: «No tengas miedo; sigue hablando y no te calles,


Después de todo lo ocurrido, Pablo tomó la decisión de ir a Jerusalén. De camino, pasó por Macedonia y Acaya. Y decía a todos: «Después de estar en Jerusalén, tengo que visitar Roma».


En efecto, David dijo de él: »“Siempre tengo presente al Señor; con él a mi derecha, nada me hará caer.


»Y ahora tengan en cuenta que voy a Jerusalén obligado por el Espíritu, sin saber lo que allí me espera.


Tú le serás testigo ante toda persona de lo que has visto y oído.


Vi al Señor que me decía: “¡Date prisa! Sal inmediatamente de Jerusalén, porque no aceptarán lo que tú digas acerca de mí”.


¿No soy libre? ¿No soy apóstol? ¿No he visto a Jesús nuestro Señor? ¿No son ustedes el fruto de mi trabajo para el Señor?


Es más, los soldados que vigilan el palacio, y todos los demás, saben que estoy preso por servir a Cristo.


Pero el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que por medio de mí se anunciara el mensaje y lo oyeran todos los que no creen en Dios. El Señor me salvó, como quien es librado de la boca de un león.


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