Juan 19 - Nueva Biblia Española (1975)1 Entonces tomó Pilato a Jesús y lo mandó azotar. 2 A continuación, los soldados trenzaron una corona de espino y se la pusieron en la cabeza; lo vistieron con un manto color púrpura 3 y, acercándose a él, le decían: ¡Salud, rey de los judíos! Y le daban bofetadas. 4 Salió otra vez fuera Pilato y les dijo: Miren, se lo traigo fuera para que sepan que no encuentro ningún cargo contra él. 5 Salió entonces fuera Jesús, llevando la corona de espino y el manto color púrpura. Pilato les dijo: Miren al nombre. 6 Pero apenas lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, se pusieron a dar gritos: ¡A la cruz! ¡A la cruz! Les contestó Pilato: Llévenlo ustedes y crucifíquenlo, porque yo no encuentro cargo contra él. 7 Le replicaron las autoridades judías: Nosotros tenemos una Ley, y, según esa Ley, debe morir, porque se ha hecho hijo de Dios. 8 Cuando Pilato oyó decir aquello, le entró más miedo. 9 Entró de nuevo en la residencia y preguntó a Jesús: ¿De dónde procedes tú? Pero Jesús no le dio respuesta. 10 Entonces le dijo Pilato: ¿Te niegas a hablarme a mí? ¿No sabes que está en mi mano soltarte y está en mi mano crucificarte? 11 Le replicó Jesús: No estaría en tu mano hacer nada contra mí si Dios no te dejara. Por eso, el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor. 12 Desde aquel momento Pilato trataba de soltarlo, pero las autoridades judías daban gritos diciendo: Si sueltas a ése, no eres amigo del César. Todo el que se hace rey se declara contra el César. 13 Al oír Pilato aquellas palabras, sacó fuera a Jesús y lo sentó en un escaño, en el sitio que llamaban 'El Enlosado' (en la lengua del país, Gábbata). 14 Era el día de los preparativos de Pascua, hacia mediodía. Dijo Pilato a las autoridades judías: Miren a su rey. 15 Ellos entonces se pusieron a dar gritos: ¡Quítalo, quítalo de en medio! ¡Crucifícalo! Pilato les dijo: ¿A su rey voy a crucificar? Replicaron los sumos sacerdotes: No tenernos más rey que el César. 16 Entonces, al fin, sé lo entregó a ellos para que fuese crucificado. 17 Con eso, tomaron por su cuenta a Jesús 'y cargando él mismo con la cruz, salió para un lugar que llamaban la Calavera (en la lengua del país, Gólgota); 18 allí lo crucificaron y, con él, a otros dos, a un lado y a otro; en medio, a Jesús. 19 Pero, además, Pilato mandó escribir un letrero y fijarlo en la cruz; estaba escrito: “JESÚS EL NAZARENO, EL REY DE LOS JUDÍOS'. 20 Muchos judíos del .sistema leyeron este letrero, porque el lugar donde crucificaron a Jesús estaba cerca de la ciudad. Estaba escrito en hebreo, latín y griego. 21 Dijeron entonces a Pilato los sumos sacerdotes de los judíos: No dejes escrito: 'El rey de los judíos', sino pon: 'Este dijo: Soy rey de los judíos'. 22 Replicó Pilato: Lo que he escrito, escrito lo dejo. 23 Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su manto y lo hicieron cuatro partes, una parte para cada soldado; además, la túnica. La túnica no tenía costura, estaba tejida toda entera desde arriba. 24 Se dijeron unos a otros: No la dividamos, la sortearemos a ver a quién le toca. Así se cumplió aquel pasaje: 'Se repartieron mi manto y echaron a suerte mi ropa”. Fueron los soldados quienes hicieron esto. 25 Estaban de pie junto a la cruz de Jesús su madre y la hermana de su madre, María de Cleofás y María Magdalena. 26 Al ver a su madre y a su lado al discípulo a quien él quería, dijo Jesús: Mujer, mira a tu hijo. 27 Luego dijo al discípulo: Mira a tu madre. Y desde aquella hora la acogió el discípulo en su casa. 28 Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo quedaba terminado, para que se cumpliese aquel pasaje, dijo: Tengo sed. 29 Estaba allí puesto un jarro lleno de vinagre. Sujetando a una caña de hisopo una esponja empapada con el vinagre, se la acercaron a la boca, 30 y cuando tomó el vinagre, dijo Jesús: Queda terminado. Y, reclinando la cabeza, entregó el Espíritu. 31 Los dirigentes judíos-como era el día de preparativos, para que no se quedasen en la cruz los cuerpos durante el sábado, pues era grande aquel día de sábado- le rogaron a Pilato que les quebrasen las piernas y los quitasen. 32 Fueron, pues, los soldados, y les quebraron las piernas primero a uno y luego al otro de los que estaban crucificados con. él. 33 Pero, al llegar a Jesús, viendo que estaba ya muerto, no le quebraron las piernas; 34 sin embargo, uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza, y salió inmediatamente sangre y agua. 35 El que lo ha visto personalmente deja testimonio -y este testimonio suyo es verdadero, y él sabe que dice la verdad- para que también ustedes lleguen a creer. 36 Pues estas cosas sucedieron para que se cumpliese aquel pasaje: 'No se le romperá ni un hueso' 37 Y todavía otro pasaje dice: 'Mirarán al que traspasaron' 38 Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero clandestino por miedo a los dirigentes judíos, le rogó a Pilato que le dejase quitar el cuerpo de Jesús; Pilato lo autorizó. Fue entonces y quitó su cuerpo. 39 Fue también Nicodemo, aquel que al principio había ido a verlo de noche, llevando unas cien libras de una mezcla de mirra y áloe. 40 Tomaron entonces el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con los aromas, como acostumbraban a dar sepultura los judíos. 41 En el sitio donde lo crucificaron había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo donde aún nadie había sido puesto. 42 Como para los judíos era día de preparativos y el Sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús. |
Luis Alonso Schökel y Juan Mateos, 1975 ©, Editada por Ediciones Cristiandad.