Haré a tus descendientes como el polvo de la tierra: el que pueda contar el polvo de la tierra podrá contar a tus descendientes.
Apocalipsis 7:9 - Nueva Biblia Española (1975) Después de esto apareció en la visión una multitud innumerable de toda nación y raza, pueblo y lengua; estaban de pie ante el trono y ante el Cordero, vestidos de blanco y con palmas en la mano; Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; Biblia Nueva Traducción Viviente Después de esto vi una enorme multitud de todo pueblo y toda nación, tribu y lengua, que era tan numerosa que nadie podía contarla. Estaban de pie delante del trono y delante del Cordero. Vestían túnicas blancas y tenían en sus manos ramas de palmeras. Biblia Católica (Latinoamericana) Después de esto vi un gentío inmenso, imposible de contar, de toda nación y raza, pueblo y lengua, que estaban de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos, La Biblia Textual 3a Edicion Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de toda nación y tribu, y pueblos y lenguas, que estaban en pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos de ropas blancas, con palmas en sus manos. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Después miré y apareció una muchedumbre inmensa que nadie podía contar, de toda nación, tribus, pueblos y lenguas, que estaban de pie ante el trono y ante el Cordero, vestidos de túnicas blancas y con palmas en las manos. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Después de estas cosas miré, y he aquí una gran multitud, la cual ninguno podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y palmas en sus manos; |
Haré a tus descendientes como el polvo de la tierra: el que pueda contar el polvo de la tierra podrá contar a tus descendientes.
No se apartará de Judá el cetro ni el bastón de mando de entre sus rodillas, hasta que le traigan tributo y le rindan homenaje los pueblos.
Pídemelo: te daré en herencia las naciones; en posesión, la tierra hasta sus confines;
Lo recordarán y volverán al Señor desde los confines del orbe, en su presencia se postrarán las familias de los pueblos.
En mi angustia te busco, Señor, Dios mío; de noche rebullen mis manos sin descanso, no se me calma el jadeo;
se acordó de su lealtad y fidelidad para con la casa de Israel; los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
El Señor es mi fuerza y fortaleza, mi refugio en el peligro. A ti vendrán los paganos, de los extremos del orbe, diciendo: Qué engañoso es el legado de nuestros padres, qué vaciedad sin provecho.
En aquel tiempo llamarán a Jerusalén 'Trono del Señor', acudirán a ella todos los paganos, porque Jerusalén llevará el nombre del Señor y ya no seguirán la maldad de su corazón obstinado.
Midió otros quinientos: era un torrente que no pude cruzar, pues habían crecido las aguas y no se hacía pie; era un torrente que no se podía vadear.
El rey Nabucodonosor, a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan en la tierra: Paz y prosperidad.
Entonces el rey Darío escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas de la tierra: '¡Paz y bienestar!
El número de los israelitas llegará a ser como la arena de la playa, que ni se mide ni se cuenta, y en lugar de llamarlos Nopueblomío, los llamarán Hijos de Dios vivo.
El primer día cortarán ramos de árboles de adorno, palmas, ramas de árboles frondosos y de sauces, y harán fiesta siete días en presencia del Señor.
Silbaré para reunirlos, pues los redimí, y serán tan numerosos como antes.
Aquel día se incorporarán al Señor muchos pueblos y serán pueblo mío; habitaré en medio de ti, y sabrás que el Señor de los ejércitos me ha enviado a ti.
Mientras tanto, miles y miles de personas se habían aglomerado hasta pisarse unos a otros. Jesús empezó a hablar, dirigiéndose en primer lugar a sus discípulos: Mucho cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con la hipocresía.
Estén despiertos y pidan fuerza en todo momento para escapar de todo lo que va a venir y poder así mantenerse en pie ante este Hombre.
cogieron los ramos de las palmas, salieron a su encuentro y empezaron a dar gritos: ¡Sálvanos! ¡Bendito el que llega en nombre del Señor, el rey de Israel!
Y no quiero que ignoren, hermanos, el designio que se esconde en esto, para que no se sientan suficientes: el endurecimiento de una parte de Israel durará hasta que entre el conjunto de los pueblos;
Por eso les digo que tomen las armas que Dios da, para poder hacerles frente en el momento difícil y acabar el combate sin perder terreno.
Así, de uno solo y, en este aspecto, ya extinguido, nacieron hijos numerosos, como los astros del cielo y como la arena incontable de la orilla del mar
En cambio se han acercado al monte Sión, a la ciudad de Dios vivo, la Jerusalén celeste; a los millares de ángeles en fiesta;
Al tocar su trompeta el séptimo ángel se oyeron aclamaciones en el cielo: ¡El reinado sobre el mundo ha pasado a nuestro Señor y a su Mesías, y reinará por los siglos de los siglos!
Allí no habrá ya nada maldito. En la ciudad estará el trono de Dios y del Cordero, y sus servidores le prestarán servicio,
Te aconsejo que me compres oro acendrado a fuego, así serás rico; y un vestido blanco, para ponértelo y que no se vea tu vergonzosa desnudez, y colirio para untártelo en los ojos y ver.
En círculo, alrededor del trono, había otros veinticuatro tronos, y sentados en ellos veinticuatro ancianos con capas blancas y coronas de oro en la cabeza.
En la visión oí la voz de multitud de ángeles que rodeaban el trono, a los vivientes y a los ancianos; eran miles de miles, millares de millares,
cantaban un cántico nuevo: Tú mereces recibir el rollo y soltar sus sellos, porque fuiste degollado y con tu sangre adquiriste para Dios hombres de toda raza y lengua, pueblo y nación;
Dieron a cada uno una vestidura blanca y les dijeron que tuvieran calma todavía por un poco, hasta que se completara el número de sus compañeros de servicio y hermanos suyos a quienes iban a matar como a ellos.
de la tribu de Zabulón, doce mil; de la tribu de José, doce mil; de la tribu de Benjamín, doce mil marcados.