Salmos 22 - Nueva Biblia Española (1975)1 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me abandonas? No te alcanzan mis clamores ni el rugido de mis palabras; 2 Dios mío, de día te grito y no respondes; de noche, y no me haces caso, 3 aunque tú habitas en el santuario donde te alaba Israel. 4 En ti confiaban nuestros padres, confiaban y los ponías a salvo, 5 a ti gritaban y quedaban libres, en ti confiaban y no los defraudaste. 6 Pero yo soy un gusano, no un hombre, vergüenza de la gente, desprecio del pueblo; 7 al verme se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza: 8 'Acudió al Señor, que lo ponga a salvo, que lo libre si tanto lo quiere'. 9 Fuiste tú quien me sacó del vientre, me tenías confiado en los pechos de mi madre, 10 desde el seno pasé a tus manos, desde el vientre materno tú eres mi Dios. 11 No te quedes lejos, que el peligro está cerca y nadie me socorre. 12 Me acorrala un tropel de novillos, me cercan toros de Basan, 13 abren contra mí las fauces leones que descuartizan y rugen. 14 Estoy como agua derramada, tengo los huesos descoyuntados, mi corazón, como cera, se derrite en mis entrañas; 15 mi garganta está seca como una teja, la lengua se me pega al paladar; me aprietas contra el polvo de la muerte. 16 Me acorrala una jauría de mastines, me cerca una banda de malhechores. 17 me taladran las manos y los pies, y puedo contar mis huesos. Ellos me miran triunfantes, 18 se reparten mi ropa, se sortean mi túnica. 19 Pues tú, Señor, no te quedes lejos; fuerza mía, ven corriendo a auxiliarme; 20 líbrame a mí de la espada, mi única vida, de la saña del mastín; 21 sálvame de las fauces del león; a este pobre, de los cuernos del búfalo. 22 Hablaré de ti a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré: 23 'Fieles del Señor, alábenlo; linaje de Jacob, glorifíquenlo; respétenlo, linaje de Israel; 24 porque no ha sentido desprecio ni repugnancia hacia el pobre desgraciado, no le ha escondido su rostro; cuando pidió auxilio, lo escuchó'. 25 Tú inspiras mi alabanza en la gran asamblea, cumpliré mis votos delante de sus fieles. 26 Los desvalidos comerán hasta saciarse, y alabarán al Señor los que lo buscan: ¡no pierdan nunca el ánimo! 27 Lo recordarán y volverán al Señor desde los confines del orbe, en su presencia se postrarán las familias de los pueblos. 28 Porque el Señor es rey, él gobierna a los pueblos. 29 Ante él se postrarán las cenizas de la tumba, ante él se inclinarán los que bajan al polvo; a mí me dará vida. 30 Mi descendencia le servirá y hablará del Señor, 31 a la generación venidera le anunciará su rectitud, al pueblo que ha de nacer, lo que él hizo. |
Luis Alonso Schökel y Juan Mateos, 1975 ©, Editada por Ediciones Cristiandad.