Pues para que sepáis que el hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar pecados, dice entonces al paralítico: Levántate, lleva tu camilla y vete a tu casa.
Los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Cuál es éste que los vientos y el mar le obedecen?
Y recorría Jesús toda la Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el mensaje del reino, y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.
Y corría su fama por toda la Siria; y le trajeron todos los que estaban mal, afligidos de varias enfermedades y dolores, endemoniados, lunáticos y paralíticos ; y los sanó.
Nadie me la quita, sino que yo la pongo de mí mismo. Poder tengo para ponerla, poder tengo para tomarla de nuevo. Este mandamiento recibí de mi Padre.
el que, siendo reflejo de la gloria e imagen de la persona de él, llevando todas las cosas con la palabra de la potencia de él, habiendo hecho por sí mismo purgación de pecados, se sentó a la derecha de la Majestad en las. alturas,
Y fué que cuando acabó Jesús estas palabras, se impresionaban las multitudes de su enseñanza,
porque era enseñándoles como quien tiene autoridad, y no como los escribas de ellos.
Y aconteció en uno de aquellos días que él estaba enseñando, y sentados allí estaban fariseos y doctores de la Ley que habían venido de todas las aldeas de Galilea y de Judea y de Jerusalem, y había poder del Señor, para ser sanados ellos.
Todo por medio de él se hizo, y fuera de él, no se hizo ninguna cosa de lo que ha sido hecho.
Y venida la tarde, trajeron a él muchos endemoniados, y echó fuera a los espíritus con palabra, y curó a todos los que estaban mal,
de modo que fué cumplido lo dicho por Isaías el profeta (53:4), que dice: El tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias.
resulta que puede salvar también de manera completa a los que por él se allegan a Dios, siempre viviendo para interceder por ellos.
Y les dice: ¡Qué miedosos sois, hombres de poca fe! Entonces levantándose increpó a los vientos y el mar, y se hizo bonanza grande.
Los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Cuál es éste que los vientos y el mar le obedecen?
declarado hijo de Dios con poder, según el espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos, Jesu-Cristo nuestro Señor,
a Jesús de Nazaret cómo le ungió Dios con espíritu santo y fuerza, el cual pasó haciendo bien y sanando a todos los que estaban dominados por el diablo, porque Dios era con él.
A éste Dios lo ensalzó por jefe y salvador con su diestra (2:33) para dar a Israel conversión y remisión de pecados.-
mas a los llamados mismos, judíos y griegos, Cristo potencia de Dios y sabiduría de Dios.
Y recorría Jesús todas las ciudades y las aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos y publicando el mensaje del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.
Habiendo llamado a sus doce discípulos, Jesús les dio potestad sobre espíritus inmundos, para echarlos fuera, y curar toda enfermedad y toda /dolencia.
Todo me fué entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni al Padre conoce sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo quisiere revelar.
A la cuarta vigilia de la noche, vino a ellos Jesús, andando sobre el mar.
Y viéndole andando sobre el mar, los discípulos fueron asustados, diciendo: ¡Es un fantasma! Y de miedo gritaron.
Mas al instante habló Jesús, diciéndoles: Tened ánimo; yo soy, no temáis.
Y reconociéndolo, los hombres de aquel lugar enviaron a toda aquella comarca, y trajéronle a todos los que estaban mal.
Y rogábanle que solamente tocasen el fleco de su manto. Y cuantos tocaron fueron sanados. 1C
Y llegáronse a él muchas gentes, teniendo consigo cojos, ciegos, mudos, estropeados y muchos otros y los echaron a los pies de Jesús; y los curó
de modo que las multitudes se maravillaron al ver a mudos que hablaban, a cojos que andaban y a ciegos que veían, y glorificaron al Dios de Israel.
Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas de la morada de los muertos no resistirán contra ella.
Y te daré las llaves del reino de los cielos, y lo que atares sobre la tierra, estará atado en los cielos; y lo que desatares sobre la tierra estará desatado en los cielos.
Jesús les dijo: Por vuestra falta de fe. En verdad pues os digo: Si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Múdate de aquí allá, y se mudaría, y nada os será imposible.
De esta especie no sale sino con oración.
De cierto os digo: Todas las cosas que atareis sobre la tierra, estarán atadas en el cielo, y todas las cosas que desatareis sobre la tierra, estarán desatadas en el cielo.
De nuevo os digo que si dos de vosotros se convinieren en la tierra sobre cualquier asunto que pidieren, les será hecho de parte de mi Padre que está en los cielos.
Donde pues están dos o tres congregados a. mi nombre, allí estoy en medio de ellos.
Y acercándose Jesús les habló, diciendo: Me fué dado todo poder en el cielo y sobre la tierra.
Y fueron todos asombrados de suerte que discutían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¿Qué nueva enseñanza es ésta?, porque con autoridad también a los espíritus inmundos manda, y ellos le obedecen.
Y salió pues la fama de él en seguida en toda la comarca de Galilea.
Jesús viendo la fe de ellos, dice al paralítico: Hijo, perdonados te son tus pecados.
Estaban algunos de los escribas allí sentados, y discurrían en sus corazones:
¿Por qué habla éste así blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino uno, Dios?
Luego Jesús conociendo en su espíritu que así discurrían en sí mismos, les dice: ¿Por qué discurrís esto en vuestros corazones?
¿Qué es más fácil decir al paralítico: Perdonados te son los pecados, o decir: Levántate, y lleva tu camilla, y anda?
Pues para que sepáis que el hijo del hombre tiene poder sobre la tierra para perdonar pecados, dice al paralítico:
Te digo, levántate, y lleva tu camilla, y vete a tu casa.
Y fué levantado al instante, y llevando la camilla, salió delante de todos, de suerte que se asombraban todos, y glorificaban a Dios, diciendo: Nunca hemos visto tal cosa.
Porque a muchos curó, de suerte que se echaban sobre él, a fin de que le tocasen cuantos tenían dolencias.
Y los espíritus inmundos, cuando le veían, se postraban ante él, y daban voces diciendo: Tú eres el hijo de Dios.
Despertado, increpó al viento, y dijo al mar: ¡Calla! ¡Enmudece! Y se sosegó el viento, y se hizo grande bonanza.
Y díceles: ¿Por qué sois tan temerosos? ¿Cómo es que no tenéis fe?
Y fueron sobrecogidos de gran temor, y se decían unos a otros: ¿Quién, pues, es éste que el viento y el mar le obedecen? C
Y vinieron a la otra orilla del mar, a la región de los gadarenos.
Y como salió él de la barca, luego vino de los sepulcros a su encuentro, un hombre con espíritu inmundo,
que tenía la morada en los sepulcros, y ni con cadenas podía nadie ligarlo,
por haber sido atado muchas veces con grillos y cadenas, y haber sido rotas por él las cadenas, y hechos pedazos los grillos, y nadie podía domarle.
Y todo el tiempo, de noche y de día, en los montes y en los sepulcros estaba dando voces, e hiriéndose a sí mismo con piedras.
Viendo a Jesús de lejos, corrió y se postró ante él,
y clamando a gran voz dijo: ¿Qué tengo que ver contigo, hijo del Dios supremo? Por Dios te conjuro que no me atormentes;
porque le decía: Sal del hombre, espíritu inmundo.
Y preguntóle: ¿Cuál es tu nombre? Y respondió: Legión es mi nombre, porque somos muchos.
Y le rogaba mucho que no los echase fuera de la región.
Había allí por el monte una gran piara de cerdos paciendo
Y le rogaron los demonios, diciendo: Envíanos a los cerdos para que en ellos entremos.
Y se lo permitió en el acto Jesús. ]Y saliendo los espíritus inmundos entraron en los cerdos, y se precipitó la piara por el despeñadero al mar (como dos mil), y se ahogaron en el mar.
Los que los guardaban huyeron y llevaron la noticia a la ciudad y a los campos. Y salieron a ver qué era lo que había sucedido.
Y vienen a Jesús, y observan al endemoniado sentado y vestido y en su cabal juicio, al que había tenido la legión, y fueron atemorizados.
Y les contaron los que lo vieron, cómo fué al endemoniado, y lo de los cerdos.
Y empezaron a rogarle que se partiese de los términos de ellos.
Y entrando él en la barca, le rogaba el que fué endemoniado para que estuviese con él.
Y Jesús no le dejó, mas dícele: Vuelve a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuantas cosas el Señor te hizo y que se compadeció de ti.
Y se fué y empezó a publicar en la Decápolis todo lo que le hizo Jesús, y todos se maravillaban.
Y una mujer que estaba con hemorragia durante doce años
y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y no había adelantado nada, más bien había ido de mal en peor,
oyendo hablar de Jesús, vino en la muchedumbre, por detrás, y tocó su manto,
porque decía: si tocare sus vestidos, seré sanada.
Y luego fué secada la fuente de su sangre y conoció en su cuerpo que estaba curada del azote.
Y en el acto, Jesús, conociendo en sí mismo la fuerza que había salido de él, volviéndose en la multitud, decía: ¿Quién me tocó los vestidos?
Y decíanle sus discípulos: Ves la multitud que te aprieta, y dices: ¿Quién me tocó?
Y miraba alrededor para ver a la que hizo esto.
La mujer atemorizada y temblando, sabiendo lo que se había hecho en ella, vino y postróse delante de él y le dijo toda la verdad.
Y él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz, y sé sana de tu azote.
Y tomando de la mano la niña, dícele: ¡Talita, kumi! lo que es traducido: Niña, te digo, despiértate.
Y luego se levantó la niña, y andaba, porque era de doce años; y se asombraron mucho.
Y llama a los doce. Y comenzó a enviarlos de dos en dos, y les daba potestad sobre los espíritus inmundos,
y dondequiera que encaminaba, en aldeas o ciudades, o chacras, ponían en las plazas a los enfermos, y le rogaban que tocaran siquiera el fleco de su manto, y cuantos lo tocaban, eran sanados.
Y mandó a la multitud recostarse sobre la tierra; y tomando los siete panes, dando gracias, los partió y daba a sus discípulos para que los pusiesen delante, y ellos los pusieron delante a la muchedumbre.
Y tenían también unos pocos pececillos. Y bendiciendo a Dios, dijo que también ellos se pusiesen delante.
Comieron y fueron saciados. Y alzaron de los pedazos sobrantes siete espuertas,
y eran los que comían como cuatro mil; y los despidió.
Y poniendo en ellos los ojos, Jesús dice: Para hombres imposible, mas no para Dios, porque todo es posible para Dios (Le. 1:37).
Estas señales pues acompañarán a los que creyeren: en mi nombre echarán fuera demonios; hablarán en lenguas nuevas;
quitarán serpientes. Aunque bebieren cosa mortífera, no les dañará. Sobre enfermos pondrán manos y estarán bien.
El espíritu del Señor es sobre mí, porque me ungió para llevar un buen mensaje a los pobres, me envió a curar a los corazones quebrantados, a publicar a los cautivos liberación y a los ciegos recobro de la vista, a poner en libertad a los oprimidos,
a proclamar el año favorable del Señor.
Y vino espanto sobre todos, y hablábanse los unos a los otros, diciendo: ¿Qué palabra es ésta que con autoridad y poder manda a los espíritus inmundos y salen?
Y se extendía la fama de él por todos los lugares de la comarca.
Y aconteció que estando Jesús en una de las ciudades, he aquí un hombre lleno de lepra el cual, viendo a Jesús postrándose sobre el rostro le rogó, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.
Y extendiendo la mano Jesús le tocó, diciendo: Quiero, sé limpiado; y al instante la lepra se fué de él.
Pues para que sepáis que el hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados, (dijo al paralizado): Te digo: Levántate, y llevando tu camilla, vete a tu casa.
Y descendiendo con ellos, paróse en un lugar llano y había gran número de sus discípulos, y mucha gente del pueblo de toda la Judea y de Jerusalem y del litoral de Tiro y de Sidón que vinieron a oírle y para ser sanados de sus enfermedades;
y los atormentados de espíritus inmundos eran curados.
Y toda la gente procuraba tocarle, porque una fuerza salía de él, y los curaba a todos.
Y acercándose tocó el féretro y los que lo llevaban se pararon y dijo: Joven: te digo: Despiértate.
Y se sentó el muerto y comenzó a hablar, y diólo Jesús a su madre.
En esta hora misma curó a muchos de enfermedades y de plagas y de espíritus malos, y a muchos ciegos dio la vista.
Y dijoles: ¿Dónde está vuestra fe? Atemorizados, se maravillaron, diciendo los unos a los otros: ¿Quién es éste que aun a los vientos y al agua manda, y le obedecen?
Y una mujer que tenía un flujo de sangre desde doce años, la cual después de haber gastado en médicos cuanto tenía, no pudo ser curada por ninguno,
llegándose por detrás, tocó el fleco de su vestido, y al instante estancó la hemorragia.
Y dijo Jesús: ¿Quién me tocó? Negándolo todos, dijo Pedro y los otros con él: Maestro, las gentes te aprietan y te estrechan, y dices: ¿Quién me tocó?
Pero Jesús dijo: Me tocó alguien, porque yo conocí que una fuerza salió de mí.
Viendo, pues, la mujer que no se había escondido, vino temblando y echándose a sus pies le declaró delante de todo el pueblo por qué causa le había tocado, y cómo al instante había sido sanada.
Y él le dijo: ¡Animo! hija, tu fe te ha salvado, vete en paz.
Llamando los doce, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios y para curar dolencias,
y les envió a predicar el reino de Dios y sanar a los enfermos,
Mas al saberlo, las gentes le siguieron. Y acogiéndolos les hablaba del reino de Dios, y sanó a los que tenían necesidad de curación.
Todos se pasmaban de la grandeza de Dios. Maravillándose todos de todas las cosas que hacía Jesús dijo:
Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, y los demonios se nos sujetan a nosotros en tu nombre.
Y díjoles, con templaba a Satanás, cayendo como un rayo del cielo.
He aquí os doy la potestad de poner el pie sobre serpientes y escorpiones y sobre toda la fuerza del enemigo y nada os dañará.
Y he aquí yo envío la promesa de mi Padre sobre vosotros. Vosotros, pues, permaneced en la ciudad de Jerusalem hasta que os hayáis investido de fuerza de arriba.
Y el Verbo vino a ser carne, y habitó entre nosotros, y contemplamos la gloria de él, como la gloria de unigénito de padre, lleno de gracia y de verdad (Ex. 34:6).
Díceles Jesús: Llenad de agua las tinajas. Y las llenaron hasta arriba.
Y díceles: Sacad ahora y llevad al maestresala, y llevaron.
Como gustó el maestresala el agua hecha vino y no sabía de dónde era, mas los servidores lo sabían, los que habían sacado el agua, llamó al esposo el maestresala,
Como pues el Padre despierta a los muertos y los vivifica, así también el hijo a los que quiere vivifica.
En verdad, en verdad os digo que el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna, y no viene a juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida.
En verdad, en verdad os digo que viene hora y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del hijo de Dios, y los que oyeren vivirán,
Díjoles Jesús: Yo soy el pan de la vida. El que a mí viene, no tendrá hambre y el que cree en mí no tendrá sed jamás.
El espíritu es el que vivifica, la carne para nada aprovecha. Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.
De nuevo, pues, Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en la obscuridad, mas tendrá la luz de la vida.
El ladrón no viene sino para hurtar y degollar y destruir. Yo vine para que tengan vida y la tengan más y más.
y yo les doy vida eterna. No perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano.
Mi Padre que me las ha dado, mayor que todos es, y nadie puede arrebatar de la mano de mi Padre.
Yo y el Padre una cosa somos (14:23).
Dijóle Jesús: Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muriere, vivirá;
y todo el que vive y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?
En verdad, en verdad os digo: El que cree en mí, las obras que yo hago él también las hará, y mayores que éstas hará, por que yo al Padre voy.
Y cualquier cosa que pidiereis en mi nombre, esto lo haré para que sea glorificado el Padre en el hijo.
Si algo pidiereis en mi nombre esto haré.
Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, éste lleva mucho fruto, porque fuera de mí, nada podéis hacer.
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis tribulación, mas tened buen ánimo. Yo he vencido al mundo.
mas recibiréis fuerza, al venir sobre vosotros el santo Espíritu, y me seréis testigos en Jerusalem, en toda la Judea y en Samaria y hasta lo último de la tierra.
¡Varones israelitas! oíd estas palabras: A Jesús, el nazareno, varón demostrado por Dios a vosotros con fuerzas y prodigios y señales que hizo Dios por él en medio de vosotros, como vosotros mismos sabéis,
Sepa, pues, certísimamentc toda la casa de Israel que Dios hizo Señor y Cristo a este Jesús que vosotros crucificasteis.
y dijo Pedro: Plata y oro no tengo, mas lo que tengo, esto te doy: En el nombre de Jesu-Cristo, el nazareno, levántate y camina.
sea notorio a todos vosotros y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesu-Cristo, el nazareno, a quien vosotros crucificasteis, a quien Dios despertó de entre los muertos, en este nombre se ha presentado aquél delante de vosotros, sano.
al extender tu mano para la curación, y que señales y prodigios se hagan por el nombre de tu santo siervo Jesús.
Y por las manos de los apóstoles se hicieron señales y prodigios numerosos en el pueblo, y estaban unánimemente todos en el pórtico de Salomón.
Y esto hacía por muchos días; mas Pablo, molestado, y volviéndose, dijo al espíritu: Mandóte en el nombre de JesuCristo que salgas de ella; y en la misma hora salió.
Si pues por la falta del uno, la muerte reinó por el uno, mucho más los que reciben la sobrepujanza de la gracia y del don de la justicia, en vida reinarán por el uno, Jesu-Cristo.
sabiendo que despertado de entre los muertos, Cristo ya no muere; la muerte no se enseñorea de él.
Lo que murió, es al pecado que murió una vez por todas, mas lo que vive, vive a Dios;
Si el espíritu del que despertó a Jesús de entre muertos mora en vosotros, el que despertó a Cristo Jesús de entre muertos vivificará también a vuestros cuerpos mortales, puesto que su espíritu mora en vosotros.
¿Quién es el que condena? Cristo, el que murió, más bien que fué despertado de entre los muertos, que está a la diestra de Dios, que también intercede por nosotros.
y me dijo: Bástate mi gracia, porque la fuerza en flaqueza se consuma. De buena gana, pues, me alabaré en mis flaquezas para que acampe sobre mí la fuerza del Cristo;
y cuál la sobrepujante grandeza de su potencia para nosotros los creyentes según la energía del vigor de su fuerza
que desplegó en el Cristo, resucitándole de entre muertos, y sentándole a su diestra en los lugares celestiales
sobre todo principado y autoridad y fuerza y dominio y de todo nombre que se nombra no sólo en este siglo, sino también en el venidero,
para que os dé, según las riquezas de su gloria, el ser poderosamente fortalecidos por su espíritu en el. hombre interior,
de modo que habite el Cristo por la fe en vuestros corazones, para que, estando arraigados y fundados en amor,
Por lo cual también Dios lo sobreensalzó y dióle nombre que es sobre todo nombre,
para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de seres celestiales y terrenales y subterráneos (1 Pedro 3:19;4:19),
y toda lengua confiese que Señor es Jesu-Cristo a la gloria de Dios Padre.
porque en él fueron creadas todas las cosas en los cielos y sobre la tierra, las visibles y las invisibles, sean tronos, sean soberanías, sean autoridades, sean potencias; todas las cosas por él y para él están creadas.
Y él es antes de todas, y todas las cosas en él subsisten,
porque a Dios plugo que en él habitase toda la plenitud,
y que por él reconciliase todas las cosas con él, pacificando por la sangre di 'a cruz de él, sea las que están en la tierra, sea las que están en los cielos.
porque en él habita toda la plenitud de la divinidad corporalmente.
Y vosotros estáis cumplidos en él que es la cabeza de toda autoridad y potestad,
porque nuestro mensaje no fué a vosotros en palabra solamente, sino también en fuerza y en espíritu santo y mucha persuasión, como sabéis cuales fuimos entre vosotros por vosotros;
los cuales sufrirán por pena perdición eterna, lejos de la presencia del Señor y de la gloria de su fuerza,
Es cierto y digno de toda creencia que Cristo Jesús vino al mundo a salvar a pecadores, de los cuales soy un primero,
mas por esto fui tratado con misericordia, a fin de que en mí primero mostrase Jesu-Cristo toda la longanimidad, para ejemplo de los que deben creer en él para vida eterna.
Al Rey de los siglos, incorruptible, invisible, único Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.
mas manifestada ahora por la aparición de nuestro salvador Jesu-Cristo que deshizo la muerte, y alumbró vida, e incorruptibilidad por el evangelio,
Puesto que los hijos están en comunión de sangre y carne, él también igualmente participó de las mismas para que por la muerte hiciese impotente al que tiene el poder de la muerte, esto es, al diablo
y librase a todos estos que por miedo de la muerte estaban durante toda la vida en esclavitud.
porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, habiendo sido tentado en todo igualmente, sin pecado.
Lleguémonos pues con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia y hallemos gracia para oportuno socorro.
el cual llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero para que muertos a los pecados vivamos a la justicia; por la herida del cual fuisteis sanados,
Porque también Cristo una vez por los pecados padeció justo por injustos, para que nos introdujese a Dios, muerto en carne, vivificado en espíritu
El que hace el pecado es del diablo, porque desde el principio el diablo peca. Para esto fué manifestado el hijo de Dios para que destruyese las obras del diablo.
porque todo lo engendrado de Dios vence al mundo, y ésta es la victoria que venció al mundo, la fe de nosotros.
¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el hijo de Dios?
Yo soy el alfa y la omega, principio y fin, dice el Señor Dios; el que es y que era y que viene, el Todopoderoso.