Porque de tal manera amó Dios al mundo(p), que dio a su Hijo unigénito(q); para que todo aquel que cree en él, no perezca, sino que tenga vida eterna.
Mirad los lirios como crecen: ni trabajan, ni hilan. Pues os digo, que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de estos.
Buscad pues primeramente el reino de Dios, y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
Enseñándolas a observar todas las cosas que os he mandado(r). Y mirad que yo estoy con vosotros todos los días hasta la consumación del siglo(s)'.
A este modo ha de brillar(n) vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras(o) y den gloria a vuestro Padre, que está en los cielos.
No queráis atesorar para vosotros tesoros en la tierra, donde orín y polilla los consume, y en donde ladrones los desentierran, y roban.
Mas atesorad para vosotros tesoros en el cielo, en donde no los consume orín ni polilla, y en donde ladrones no los desentierran, ni roban.
Porque en donde está tu tesoro, allí está también tu corazón(x).
Sed, pues, vosotros perfectos, así como vuestro Padre celestial(d) es perfecto.De lo dicho se puede ilustrar este lugar que al parecer es bastante oscuro; y para esto seguiremos a San Agustín, De Serm. Dom. in monte, lib. II, cap. IX, numer. 22, et seq. Se deben observar, dice el Santo, tres grados de faltas y de castigos. El primero es, entrar en cólera por un movimiento interno del corazón; pero sin producirla fuera. El segundo, decir alguna palabra de desprecio, que manifieste la alteración y movimiento interior. El tercero, cuando ciegos ya de la ira, prorrumpimos en palabras injuriosas contra nuestros hermanos. A estos tres grados diferentes de pecados corresponden otros tres géneros de castigos. El primero en el juicio, en donde aun queda lugar al reo para defenderse. El segundo en el concilio, en el que se delibera solamente del género de castigo que se ha de dar al delincuente. El tercero tiene ya cierta la condenación, y determinado el castigo, y sin apelación, puesto que el culpado es condenado al fuego del infierno. De todo lo cual hemos de concluir, cuánto nos conviene refrenar los primeros movimientos de la ira. 24 c. MS. A emienda de to hermano. 25 e. Es confirmación de la doctrina que precede. El Señor hace aquí alusión a dos que pleitean, a quienes es más útil componerse amigablemente que esperar la sentencia del juez; porque este hará poner en prisión al deudor, hasta que pague el último maravedí. El Señor nos exhorta eficazmente a la unión y concordia. Este contrario es nuestro prójimo, a quien hemos ofendido, o de quien hemos sido ofendidos; y con este nos manda el Hijo de Dios acomodarnos prontamente, mientras estamos con él en el camino. Esto es, mientras estamos aun en esta vida; porque el tiempo presente es el de la reconciliación; y no podrá encontrar paz delante de Dios en la otra el que no puso todos los medios posibles para tenerla con su hermano, mientras vivió sobre la tierra. 28 g. MS. Ya fornegó. El que mirare a una mujer, consintiendo en su mal deseo, y no cuidando de reprimirle, es adúltero en su corazón. Este adulterio se debe entender de todo deseo carnal, que es contrario a la ley de Dios. S. August. Ibid. cap. XII, num. 33. 31 i. Por esta ley no había aprobado Dios el repudio o separación, antes bien había ordenado que precediesen muchas formalidades para dar lugar y tiempo a la reflexión; y que así fuesen menos frecuentes estas separaciones, que sólo se permitían por la dureza de los judíos. k. La expondrá a caer en este pecado, abandonándola de esta suerte; esto es, cuando ella no lo haya merecido por su mala conducta. 33 m. MS. No te preiures: torna a Dios tus iuras. Esto es, lo que con juramento le hubieres prometido. 35 o. MS. Sostenimiento. 37 q. De mal procede. Esto es, de mal principio, que es o la desconfianza de los unos, o la mala fe de los otros. Se puede interpretar, del maligno procede: esto es, del espíritu maligno, que intenta haceros perjuros; y que de este modo ultrajéis el nombre de Dios, que también debe ser respetado en todas sus criaturas. 39 s. Que se os quiera hacer. 41 u. Hace alusión a los Persas, que acostumbraban hacer esto frecuentemente. Todos estos son ejemplos con que el Señor nos exhorta a sufrir con paciencia todo el mal que nos quieran hacer. 43 w. Esta era una de las máximas torcidas de los falsos intérpretes de la ley, los cuales entendían por prójimos, a solos los parientes, amigos y conocidos. y. MS. E fazet bien a vuestros malquerientes, e rogat por uuestros egudadores, e por uuestros acalonnadores. a. Eran los que cuidaban de los tributos y alcabalas. Pompeyo, habiendo subyugado a los judíos, como unos setenta años antes del nacimiento de Cristo, los hizo tributarios. Los caballeros romanos y otras personas considerables arrendaban estos impuestos en las provincias, y para cobrarlos nombraban comisionados de los mismos del país. Y estos comisionados nombraban otros, que eran sus subalternos, y les estaban subordinados. Del número de los primeros parece que fue Zaqueo (Lc 19,2), y San Mateo de los segundos (Mt 9,9). Estaban en mucho honor entre los romanos, como se ve en la oración pro lege Manilia de Cicerón; pero se tenían por infames entre los judíos. c. MS. ¿Los Ennicos? El Griego: kái telónai (y los publicanos), se repite en el texto Griego.
Él cual le respondió y dijo: 'Escrito está: No de solo pan vive el hombre, mas de toda palabra, que sale de la boca de Dios(c)'.