Mas atesorad para vosotros tesoros en el cielo, en donde no los consume orín ni polilla, y en donde ladrones no los desentierran, ni roban.
Buscad pues primeramente el reino de Dios, y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
Venid a mí, todos los que estáis trabajados y cargados(g), y yo os aliviaré. Traed mi yugo sobre vosotros(h), y aprended de mí, que manso soy y humilde(i) de corazón; y hallaréis reposo para vuestras almas. Porque mi yugo suave es, y mi carga ligera(j)'.
A este modo ha de brillar(n) vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras(o) y den gloria a vuestro Padre, que está en los cielos.
No queráis atesorar para vosotros tesoros en la tierra, donde orín y polilla los consume, y en donde ladrones los desentierran, y roban. Mas atesorad para vosotros tesoros en el cielo, en donde no los consume orín ni polilla, y en donde ladrones no los desentierran, ni roban. Porque en donde está tu tesoro, allí está también tu corazón(x).
Entonces dice a sus discípulos: 'La mies verdaderamente es mucha(z), mas los obreros pocos. Rogad pues al Señor de la mies, que envíe(a) trabajadores a su mies'.
Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad, que está puesta sobre un monte, no se puede esconder.
Él cual le respondió y dijo: 'Escrito está: No de solo pan vive el hombre, mas de toda palabra, que sale de la boca de Dios(c)'.
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