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Marcos 1:32 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Al atardecer, cuando ya se ponía el sol, la gente le llevó a Jesús todos los enfermos y endemoniados.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Cuando llegó la noche, luego que el sol se puso, le trajeron todos los que tenían enfermedades, y a los endemoniados;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Esa tarde, después de la puesta del sol, le llevaron a Jesús muchos enfermos y endemoniados.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Antes del atardecer, cuando se ponía el sol, empezaron a traer a Jesús todos los enfermos y personas poseídas por espíritus malos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y por la tarde, al ponerse el sol,° le traían todos los enfermos° y los endemoniados,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Llegada la tarde, después de ponerse el sol, le presentaban todos los enfermos y endemoniados.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y caída la tarde, cuando el sol se puso, le trajeron a todos los enfermos, y a los endemoniados;

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Otras versiones



Marcos 1:32
8 Referencias Cruzadas  

Su fama se extendió por toda Siria. Por eso, le llevaban a todos los que sufrían diversas enfermedades y los que sufrían de dolores graves. También le llevaban a los endemoniados, los epilépticos y los paralíticos, y Jesús los sanaba.


Al atardecer, le llevaron muchos endemoniados, y con una sola palabra echó fuera a los espíritus, y también sanó a todos los enfermos.


Esto sucedió para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías: «Él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores».


Entraron en Capernaúm y, tan pronto como llegó el sábado, Jesús fue a la sinagoga y se puso a enseñar.


Él se le acercó, la tomó de la mano y la ayudó a levantarse. Entonces se le quitó la fiebre y comenzó a servirles.


Y, como algunos buscaban un motivo para acusar a Jesús, no le quitaban la vista de encima. Querían ver si sanaba al enfermo en sábado.


Al ponerse el sol, la gente le llevó a Jesús todos los que sufrían diversas enfermedades. Él puso las manos sobre cada uno de ellos y los sanó.


Además, muchos demonios salían de las personas, gritando: «¡Tú eres el Hijo de Dios!». Pero él los reprendía y no los dejaba hablar porque sabían que él era el Cristo.