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Lucas 4:41 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

41 Además, muchos demonios salían de las personas, gritando: «¡Tú eres el Hijo de Dios!». Pero él los reprendía y no los dejaba hablar porque sabían que él era el Cristo.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

41 También salían demonios de muchos, dando voces y diciendo: Tú eres el Hijo de Dios. Pero él los reprendía y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Cristo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

41 Muchos estaban poseídos por demonios, los cuales salieron a su orden gritando: «¡Eres el Hijo de Dios!». Pero como ellos sabían que él era el Mesías, los reprendió y no los dejó hablar.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

41 También salieron demonios de varias personas; ellos gritaban: 'Tú eres el Hijo de Dios', pero él los amenazaba y no les permitía decir que él era el Mesías, porque lo sabían.

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La Biblia Textual 3a Edicion

41 También salían demonios de muchos, vociferando y diciendo: ¡Tú eres el Hijo de Dios! Pero reprendiéndolos, no les permitía hablar estas cosas, porque sabían que Él era° el Mesías.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

41 También los demonios salían de muchos, gritando: 'Tú eres el Hijo de Dios'. Pero él les increpaba y no les permitía decirlo, porque sabían que él era el Cristo.

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Lucas 4:41
14 Referencias Cruzadas  

Pero Jesús se quedó callado. Así que el sumo sacerdote insistió: ―Te ordeno en el nombre del Dios viviente que nos digas si eres el Cristo, el Hijo de Dios.


El tentador se le acercó y le propuso: ―Si eres el Hijo de Dios, ordena a estas piedras que se conviertan en pan.


Al atardecer, le llevaron muchos endemoniados, y con una sola palabra echó fuera a los espíritus, y también sanó a todos los enfermos.


De pronto le gritaron: ―¿Por qué te metes con nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí a castigarnos antes del tiempo señalado?


―Mira, no se lo digas a nadie —le dijo Jesús—. Solo ve, preséntate al sacerdote y lleva la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio.


―¡Cállate! —lo reprendió Jesús—. ¡Sal de ese hombre!


Al atardecer, cuando ya se ponía el sol, la gente le llevó a Jesús todos los enfermos y endemoniados.


Jesús sanó a muchos que sufrían diversas enfermedades. También echó fuera a muchos demonios, pero no los dejaba hablar porque sabían quién era él.


Además, los espíritus malignos, al verlo, se arrodillaban ante él, gritando: «¡Tú eres el Hijo de Dios!».


Así que él se inclinó sobre ella y reprendió a la fiebre. La fiebre se le quitó, y ella en seguida se levantó y comenzó a servirles.


Pero estas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. Así, al creer en su nombre tienen vida.


¿Tú crees que hay un solo Dios? ¡Magnífico! También los demonios lo creen, y tiemblan de miedo.


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