Lucas 4 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)Jesús es tentado por el diablo 1 Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu al desierto. 2 Allí estuvo cuarenta días y fue tentado por el diablo. No comió nada durante esos días y, al final, tuvo hambre. 3 ―Si eres el Hijo de Dios —le propuso el diablo—, ordénale a esta piedra que se convierta en pan. 4 Jesús le respondió: ―En las Escrituras dice: “No solo de pan vive el hombre”. 5 Entonces el diablo lo llevó a un lugar alto y le mostró en un instante todos los reinos del mundo. 6 ―Te daré toda la autoridad sobre estos reinos y todo su esplendor —le dijo—. A mí me ha sido entregada esa autoridad, y puedo dársela a quien yo quiera. 7 Así que, si me adoras, todo será tuyo. 8 Jesús le contestó: ―Escrito está: “Adora al Señor tu Dios y sírvele solamente a él”. 9 El diablo lo llevó luego a Jerusalén e hizo que se pusiera de pie sobre la parte más alta del Templo, y le dijo: ―Si eres el Hijo de Dios, tírate abajo desde aquí. 10 Pues las Escrituras dicen: »“Ordenará que sus ángeles te cuiden. 11 Te llevarán en brazos para que no tropieces con piedra alguna”». 12 ―Está escrito: “No pongas a prueba al Señor tu Dios” —le contestó Jesús. 13 Así que el diablo, habiendo agotado todo recurso de tentación, lo dejó hasta otra oportunidad. Jesús es rechazado en su tierra 14 Jesús regresó a Galilea lleno del poder del Espíritu, y se extendió su fama por toda aquella región. 15 Enseñaba en las sinagogas, y todos lo admiraban. 16 Fue a Nazaret, donde se había criado, y un sábado entró en la sinagoga, como era su costumbre. Se levantó para hacer la lectura, 17 y le entregaron el libro del profeta Isaías. Al desenrollarlo, encontró el lugar donde está escrito: 18 «El Espíritu del Señor está sobre mí. Me ha ungido para anunciar buenas noticias a los pobres. Me ha enviado a anunciar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos. Me ha enviado a poner en libertad a los oprimidos, 19 y a anunciar el año elegido por el Señor para dar salvación». 20 Luego cerró el libro, se lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos los que estaban en la sinagoga lo miraban detenidamente. 21 Y él comenzó a hablarles: «Hoy se cumple esta Escritura en presencia de ustedes». 22 Todos dieron su aprobación, impresionados por las hermosas palabras que salían de su boca. «¿No es este el hijo de José?», se preguntaban. 23 Jesús continuó: «Seguramente ustedes me van a citar el proverbio: “¡Médico, cúrate a ti mismo! Haz aquí en tu tierra lo que hemos oído que hiciste en Capernaúm”. 24 Pues bien, les aseguro que a ningún profeta lo aceptan en su propia tierra. 25 En tiempos de Elías, el cielo se cerró, y por tres años y medio no llovió. Por eso hubo una gran hambre en toda la tierra. No cabe duda de que muchas viudas vivían en Israel en ese momento. 26 Sin embargo, Elías no fue enviado a ninguna de ellas, sino a una viuda de Sarepta, en los alrededores de Sidón. 27 Así mismo, había en Israel muchos enfermos de lepra en tiempos del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue sanado, sino Naamán el sirio». 28 Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron. 29 Se levantaron y lo echaron fuera del pueblo. Luego lo llevaron hasta la cumbre de la colina sobre la que estaba construido el pueblo. Querían tirarlo por el precipicio. 30 Pero él pasó por en medio de ellos y se fue. Jesús echa fuera a un espíritu maligno 31 Jesús bajó a Capernaúm, un pueblo de Galilea, y el día sábado enseñaba a la gente. 32 Estaban asombrados de su enseñanza, porque les hablaba con autoridad. 33 Había en la sinagoga un hombre que era controlado por un espíritu maligno. El espíritu gritó con todas sus fuerzas: 34 ―¡Ah! ¿Por qué te metes con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres tú: ¡el Santo de Dios! 35 ―¡Cállate! —lo reprendió Jesús—. ¡Sal de ese hombre! Entonces el demonio derribó al hombre en medio de la gente y salió de él sin hacerle ningún daño. 36 Todos se asustaron y se decían unos a otros: «¿Qué clase de palabra es esta? ¡Con autoridad y poder les da órdenes a los espíritus malignos, y salen!». 37 Y se extendió su fama por todo aquel lugar. Jesús sana a muchos enfermos 38 Cuando Jesús salió de la sinagoga, se fue a casa de Simón. La suegra de Simón estaba enferma con una fiebre muy alta. Entonces le pidieron a Jesús que la ayudara. 39 Así que él se inclinó sobre ella y reprendió a la fiebre. La fiebre se le quitó, y ella en seguida se levantó y comenzó a servirles. 40 Al ponerse el sol, la gente le llevó a Jesús todos los que sufrían diversas enfermedades. Él puso las manos sobre cada uno de ellos y los sanó. 41 Además, muchos demonios salían de las personas, gritando: «¡Tú eres el Hijo de Dios!». Pero él los reprendía y no los dejaba hablar porque sabían que él era el Cristo. 42 Cuando amaneció, Jesús salió y se fue a un lugar solitario. La gente andaba buscándolo y, cuando llegaron adonde él estaba, procuraban detenerlo para que no se fuera. 43 Pero él les dijo: «Es necesario que anuncie también a los demás pueblos la buena noticia del reino de Dios; porque para esto fui enviado». 44 Y siguió predicando en las sinagogas de Judea. |
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