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Mateo 8:16 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

16 Al atardecer, le llevaron muchos endemoniados, y con una sola palabra echó fuera a los espíritus, y también sanó a todos los enfermos.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

16 Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

16 Aquella noche, le llevaron a Jesús muchos endemoniados. Él expulsó a los espíritus malignos con una simple orden y sanó a todos los enfermos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

16 Al atardecer le llevaron muchos endemoniados. Él expulsó a los espíritus malos con una sola palabra, y sanó también a todos los enfermos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

16 Al atardecer le trajeron muchos endemoniados, y con su° palabra echó los demonios y sanó a todos los enfermos,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

16 Llegada la tarde, le presentaron muchos endemoniados. Expulsó con su palabra a los espíritus y curó a todos los que estaban enfermos,

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Mateo 8:16
17 Referencias Cruzadas  

Un día le llevaron un endemoniado que estaba ciego y mudo, y Jesús lo sanó, de modo que pudo ver y hablar.


Cuando Jesús desembarcó y vio a tanta gente, tuvo compasión de ellos y sanó a los que estaban enfermos.


Le tocó la mano y la fiebre se le quitó; luego ella se levantó y comenzó a servirle.


Los que cuidaban los cerdos corrieron al pueblo y dieron aviso de todo, incluso de lo que les había sucedido a los endemoniados.


Unos hombres le llevaron un paralítico, acostado en una camilla. Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: ―¡Ánimo, hijo; tus pecados quedan perdonados!


llegaron cuatro hombres que le llevaban un paralítico.


Es que Jesús le había dicho: «¡Sal de este hombre, espíritu maligno!».


Al ver Jesús que se juntaba mucha gente, reprendió al espíritu maligno. ―Espíritu sordo y mudo —dijo—, te mando que salgas y que jamás vuelvas a entrar en él.


Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: ―¡Mujer, quedas libre de tu enfermedad!


Al ponerse el sol, la gente le llevó a Jesús todos los que sufrían diversas enfermedades. Él puso las manos sobre cada uno de ellos y los sanó.


Además, muchos demonios salían de las personas, gritando: «¡Tú eres el Hijo de Dios!». Pero él los reprendía y no los dejaba hablar porque sabían que él era el Cristo.


Era tal la cantidad de hombres y mujeres que hasta sacaban a los enfermos a las plazas y los ponían en camillas. Esperaban que, al pasar Pedro, por lo menos su sombra cayera sobre alguno de ellos.


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