Multiplicaré tu descendencia como el polvo de la tierra; si hay quien pueda contar el polvo de la tierra, ése podrá contar tu descendencia.
Apocalipsis 7:9 - Biblia Martin Nieto Después de esto vi aparecer una gran muchedumbre, que nadie podía contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua. Estaban en pie delante del trono de Dios y delante del cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; Biblia Nueva Traducción Viviente Después de esto vi una enorme multitud de todo pueblo y toda nación, tribu y lengua, que era tan numerosa que nadie podía contarla. Estaban de pie delante del trono y delante del Cordero. Vestían túnicas blancas y tenían en sus manos ramas de palmeras. Biblia Católica (Latinoamericana) Después de esto vi un gentío inmenso, imposible de contar, de toda nación y raza, pueblo y lengua, que estaban de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos, La Biblia Textual 3a Edicion Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de toda nación y tribu, y pueblos y lenguas, que estaban en pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos de ropas blancas, con palmas en sus manos. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Después miré y apareció una muchedumbre inmensa que nadie podía contar, de toda nación, tribus, pueblos y lenguas, que estaban de pie ante el trono y ante el Cordero, vestidos de túnicas blancas y con palmas en las manos. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Después de estas cosas miré, y he aquí una gran multitud, la cual ninguno podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y palmas en sus manos; |
Multiplicaré tu descendencia como el polvo de la tierra; si hay quien pueda contar el polvo de la tierra, ése podrá contar tu descendencia.
El cetro no será arrebatado de Judá, ni el bastón de mando de entre sus pies hasta que venga aquel a quien pertenece y a quien los pueblos obedecerán.
Pídeme y te daré en herencia las naciones, en propiedad los confines de la tierra.
Los pobres comerán hasta saciarse, alabarán al Señor los que lo buscan: '¡Viva su corazón eternamente!'.
Allí rompió el aparato de la guerra: el arco, las flechas, el escudo y la espada.
se acordó de su amor y su lealtad para con la casa de Israel; todos los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
Oh Señor, mi fuerza y mi fortaleza, mi refugio en el día de la tribulación; a ti vendrán las naciones desde los confines de la tierra y dirán: Sólo mentira poseyeron nuestros padres, vanidad e impotencia.
Entonces se llamará a Jerusalén 'el trono del Señor'; a ella acudirán, en el nombre del Señor, todas las naciones y no seguirán más la obstinación de su propio corazón perverso.
midió, por fin, otros quinientos. Era ya un río que no podía atravesar, pues el agua había crecido y sólo se podía pasar a nado.
Yo, Nabucodonosor, estaba tranquilo en mi casa, viviendo felizmente en mi palacio,
El rey ordenó que fueran traídos y arrojados al foso de los leones aquellos hombres que habían calumniado a Daniel, ellos, sus mujeres y sus hijos. Y aún no habían tocado el suelo del foso, cuando los leones se lanzaron sobre ellos y trituraron todos sus huesos.
El primer día tomaréis los mejores frutos, ramos de palmera, ramas de árboles frondosos, sauces de las riberas, y os regocijaréis durante siete días en presencia del Señor, vuestro Dios.
Daré un silbido y los reuniré porque yo los he rescatado y los haré tan numerosos como antes.
Entre tanto se agolparon miles y miles de personas, hasta pisarse unos a otros. Y comenzó a decir primeramente a sus discípulos: 'Guardaos del fermento de los fariseos, que es la hipocresía.
Estad alerta y orad en todo momento para que podáis libraros de todo lo que ha de venir y presentaros ante el hijo del hombre'.
tomaron ramos de palmas y salieron a su encuentro, gritando: '¡Viva! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡El rey de Israel!'.
Hermanos, no quiero que ignoréis este misterio -para que no presumáis de vosotros mismos-: el endurecimiento de una parte de Israel ha sucedido hasta que todos los paganos hayan entrado;
Por esto, recibid la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo y ser perfectos en todo.
Precisamente por esto, de un solo hombre, ya casi muerto, nació una descendencia tan numerosa como las estrellas del cielo y como los incontables granos de arena que hay en las playas del mar.
Vosotros, en cambio, os habéis acercado a la montaña de Sión, a la ciudad del Dios vivo, la Jerusalén celestial, a millares de ángeles, a la asamblea festiva,
El séptimo ángel tocó la trompeta, y se oyeron en el cielo voces potentes que decían: El imperio del mundo ha pasado a nuestro señor y a su mesías; él reinará por los siglos de los siglos.
Te aconsejo que me compres oro acrisolado en el fuego para enriquecerte, vestiduras blancas para vestirte, y que no aparezca la vergüenza de tu desnudez, y un colirio para que unjas tus ojos y veas.
Alrededor del trono había veinticuatro tronos, sobre los que estaban sentados veinticuatro ancianos, vestidos de blanco y con coronas de oro en la cabeza.
En mi visión oí la voz de una multitud de ángeles que estaban alrededor del trono, de los seres vivientes y de los ancianos; eran miles de miles, millones de millones.
Ellos cantaban un cántico nuevo: Tú eres digno de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque has sido degollado y has rescatado para Dios con tu sangre a los hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación.
Dieron a cada uno una vestidura blanca, y les dijeron que tuvieran paciencia aún por un poco de tiempo, hasta que se completase el número de sus compañeros de servicio y de sus hermanos, que iban a morir como ellos.
de la tribu de Zabulón, doce mil; de la tribu de José, doce mil; de la tribu de Benjamín, doce mil.