Los hombres de Judá y Benjamín, con Josafat a la cabeza, regresaron llenos de gozo a Jerusalén, pues el Señor les había otorgado la alegría a costa de sus enemigos.
1 Samuel 2:1 - Biblia Martin Nieto Ana oró de esta manera: 'Tengo el corazón alegre gracias al Señor, la frente alta gracias a Dios y la boca abierta contra mis enemigos; yo me regocijo en tu victoria. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y Ana oró y dijo: Mi corazón se regocija en Jehová, Mi poder se exalta en Jehová; Mi boca se ensanchó sobre mis enemigos, Por cuanto me alegré en tu salvación. Biblia Nueva Traducción Viviente Luego Ana oró: «¡Mi corazón se alegra en el Señor! El Señor me ha fortalecido. Ahora tengo una respuesta para mis enemigos; me alegro porque tú me rescataste. Biblia Católica (Latinoamericana) Entonces Ana pronunció este cántico:
'Mi corazón se alegra con Yavé,
lleno de fuerza me siento con Yavé;
ya puedo responder a mis enemigos
porque me salvaste, y soy feliz. La Biblia Textual 3a Edicion Y Ana oró, diciendo: ¡Mi corazón se alegra en YHVH! ¡Mi fuerza° se exalta en YHVH! ¡Mi boca se sobrepone a mis enemigos, Por cuanto me regocijo en tu salvación! Biblia Serafín de Ausejo 1975 Entonces Ana hizo esta plegaria: 'Salta de júbilo mi corazón por Yahveh, mi poder se exalta en Yahveh; mi boca se abre contra mis enemigos, pues me he alegrado con tu ayuda. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y Ana oró y dijo: Mi corazón se regocija en Jehová, mi cuerno es ensalzado en Jehová; mi boca se ensanchó sobre mis enemigos, por cuanto me alegré en tu salvación. |
Los hombres de Judá y Benjamín, con Josafat a la cabeza, regresaron llenos de gozo a Jerusalén, pues el Señor les había otorgado la alegría a costa de sus enemigos.
Matanías, hijo de Micá, hijo de Zabdí, hijo de Asaf, que dirigía el canto y entonaba la acción de gracias en la oración; Bacbuquías, el segundo entre sus hermanos, y Abdías, hijo de Samúa, hijo de Galal, hijo de Yedutún.
para que no diga mi enemigo: 'Le he vencido', ni gocen mis opresores al verme ya caído.
Él ha realzado el poder de su pueblo, orgullo para todos sus amigos, para Israel, su pueblo íntimo. ¡Aleluya!
Señor, el rey se regocija de tu fuerza, tu victoria lo colma de alegría.
Enseñaré tus caminos a los descarriados, los pecadores volverán a ti.
y se lo hace beber hasta la última gota a todos los malvados de la tierra.
que se regocija en tu nombre sin cesar y se enorgullece de tu justicia.
Pues tú eres el esplendor de su poder, por tu favor se agranda nuestra fuerza.
delante de él aplastaré a sus opresores, destrozaré a todos los que lo aborrecen.
Piedad, Señor, mira cómo me aplasta mi enemigo, sácame de las puertas de la muerte,
Todos tus enemigos serán destruidos, y los obradores de injusticia serán exterminados.
Entonces Moisés y los israelitas cantaron al Señor este cántico: 'Cantaré al Señor que tan maravillosamente ha triunfado, caballo y caballero precipitó en el mar.
Y María les respondía: 'Cantad al Señor, que se cubrió de gloria: ¡Caballo y caballero precipitó en el mar!'.
nos ha suscitado un poderoso salvador en la casa de David, su siervo, /
Más aún: nos alegramos en Dios por nuestro Señor Jesucristo, por medio del cual hemos conseguido la reconciliación.
Primogénito del toro, / a él la gloria; / sus cuernos son cuernos de búfalo, / con los que hiere a los pueblos / hasta los últimos confines de la tierra. Tales son las miríadas de Efraín, / las miríadas de Manasés.
La verdadera circuncisión somos nosotros, los que damos culto llevados del Espíritu de Dios y estamos orgullosos de Cristo Jesús, no poniendo nuestra confianza en algo humano,
No os inquietéis por cosa alguna, sino más bien en toda oración y plegaria presentad al Señor vuestras necesidades con acción de gracias.
al que amáis y en el que creéis sin haberlo visto por el que os alegráis con un gozo inenarrable y radiante,
Alégrate sobre ella, ¡oh cielo!; y vosotros, santos, apóstoles y profetas, porque Dios, al condenarla, ha vengado vuestra causa.
Su rival la humillaba y se burlaba de ella porque el Señor la había hecho estéril.
Así hacía año tras año, cada vez que subían a la casa del Señor; Ana lloraba y no quería comer.