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Marcos 3:11 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Además, los espíritus malignos, al verlo, se arrodillaban ante él, gritando: «¡Tú eres el Hijo de Dios!».

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Y los espíritus inmundos, al verle, se postraban delante de él, y daban voces, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Y, cuando los que estaban poseídos por espíritus malignos lo veían, los espíritus los arrojaban al suelo frente a él y gritaban: «¡Tú eres el Hijo de Dios!»;

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Incluso los espíritus malos, apenas lo veían, se arrojaban a sus pies y gritaban: 'Tú eres el Hijo de Dios.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y cuando los espíritus inmundos lo veían, caían ante Él, y gritaban diciendo: ¡Tú eres el Hijo de Dios!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

También los espíritus impuros, cuando lo veían, se postraban ante él gritando: 'Tú eres el Hijo de Dios'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y los espíritus inmundos, al verle, se postraban delante de Él, y daban voces, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios.

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Otras versiones



Marcos 3:11
14 Referencias Cruzadas  

Y los que estaban en la barca lo adoraron diciendo: ―Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios.


El tentador se le acercó y le propuso: ―Si eres el Hijo de Dios, ordena a estas piedras que se conviertan en pan.


y le dijo: ―Si eres el Hijo de Dios, tírate abajo, porque la Escritura dice: »“Ordenará que sus ángeles te lleven en brazos, para que no tropieces con piedra alguna”».


De pronto le gritaron: ―¿Por qué te metes con nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí a castigarnos antes del tiempo señalado?


Los demonios le rogaron a Jesús: ―Si nos echas fuera, mándanos a los cerdos.


Comienzo de la buena noticia de Jesucristo, el Hijo de Dios.


Además, muchos demonios salían de las personas, gritando: «¡Tú eres el Hijo de Dios!». Pero él los reprendía y no los dejaba hablar porque sabían que él era el Cristo.


Cuando vio a Jesús, dio un grito y se arrojó a sus pies. Entonces dijo con fuerza: ―¿Por qué te metes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡Te ruego que no me castigues!


Nos seguía a Pablo y a nosotros, gritando: ―Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, y les anuncian a ustedes el camino de salvación.


Si alguno tiene hambre, que coma en su casa, para que las reuniones de ustedes no hagan enojar a Dios y los castigue. En cuanto a los demás asuntos, ya les diré qué hacer cuando los visite.


¿Tú crees que hay un solo Dios? ¡Magnífico! También los demonios lo creen, y tiemblan de miedo.