Cualquiera que recibe a un profeta por tratarse de un profeta recibirá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo por tratarse de un justo recibirá recompensa de justo.
1 Corintios 9:17 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento) En efecto, si lo hiciera por mi propia voluntad, tendría recompensa. Pero, si lo hago por obligación, no hago más que cumplir la tarea que se me ha encomendado. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Por lo cual, si lo hago de buena voluntad, recompensa tendré; pero si de mala voluntad, la comisión me ha sido encomendada. Biblia Nueva Traducción Viviente Si lo hiciera por mi propia iniciativa, merecería que me paguen; pero no tengo opción, porque Dios me ha encomendado este deber sagrado. Biblia Católica (Latinoamericana) Si lo hiciera por decisión propia, podría esperar recompensa, pero si fue a pesar mío, no queda más que el cargo. La Biblia Textual 3a Edicion Porque si hago esto por propia voluntad, tengo recompensa; pero si por imposición,° se me ha confiado una mayordomía. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Porque si lo hiciera por propia iniciativa, tendría derecho a la paga; pero no hago más que cumplir un encargo. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Por lo cual, si lo hago de voluntad, recompensa tendré; mas si por fuerza, la dispensación del evangelio me ha sido encomendada. |
Cualquiera que recibe a un profeta por tratarse de un profeta recibirá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo por tratarse de un justo recibirá recompensa de justo.
Respondió el Señor: ―¿Quién es el mayordomo fiel y prudente a quien su señor deja encargado de los siervos para repartirles la comida a su debido tiempo?
Ya el que cosecha recibe su salario y recoge el fruto para vida eterna. Ahora tanto el que siembra como el que cosecha se alegran juntos.
El que siembra y el que riega están al mismo nivel, aunque cada uno será recompensado según su propio trabajo.
Que todos nos consideren servidores de Cristo, encargados de enseñar el plan que Dios mantenía en secreto.
Sin embargo, cuando predico el mensaje de la buena noticia, no tengo de qué sentirme orgulloso. Pues estoy bajo la obligación de hacerlo, y ¡pobre de mí si no lo hago!
¿Cuál es, entonces, mi recompensa? Pues que al predicar este mensaje pueda presentarlo gratuitamente, sin hacer valer mi derecho.
Pues, si uno lo hace de buena voluntad, lo que da es bien recibido. Pues lo que importa es dar según lo que se tiene, y no según lo que no se tiene.
Al contrario, reconocieron que a mí se me había confiado predicar la buena noticia a los no judíos, y a Pedro predicarla a los judíos.
Y fue Dios quien decidió hacerme servidor de ustedes, su iglesia, para cumplir así su promesa.
Al contrario, hablamos como hombres a quienes Dios aprobó y les confió la buena noticia. No tratamos de agradar a la gente, sino a Dios, que examina nuestros pensamientos.
Sin embargo, no he querido hacer nada sin tu aprobación, para que tu favor no sea por obligación, sino voluntario.