puso en marcha todo su ganado, junto con todos los bienes que había acumulado en Padán Aram, y se dirigió hacia la tierra de Canaán, donde vivía su padre Isaac.
Génesis 32:6 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022 Cuando los mensajeros regresaron, dijeron a Jacob: «Fuimos a hablar con su hermano Esaú y ahora viene a su encuentro acompañado de cuatrocientos hombres». Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Y los mensajeros volvieron a Jacob, diciendo: Vinimos a tu hermano Esaú, y él también viene a recibirte, y cuatrocientos hombres con él. Biblia Nueva Traducción Viviente Después de transmitir el mensaje, los mensajeros regresaron y le informaron a Jacob: «Nos encontramos con su hermano Esaú y ya viene en camino a su encuentro, ¡con un ejército de cuatrocientos hombres!». Biblia Católica (Latinoamericana) He adquirido bueyes, burros, rebaños, mozos y sirvientas. Y ahora quiero avisarte, esperando que me recibirás bien. La Biblia Textual 3a Edicion Y los mensajeros volvieron a Jacob diciendo: Fuimos a tu hermano Esaú, y también él viene a tu encuentro con cuatrocientos hombres. Biblia Serafín de Ausejo 1975 He adquirido bueyes y asnos, ganado menor, siervos y siervas, y he enviado a notificarlo a mi señor, para hallar gracia ante tus ojos''. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y los mensajeros volvieron a Jacob, diciendo: Vinimos a tu hermano Esaú, y él también viene a recibirte, y cuatrocientos hombres con él. |
puso en marcha todo su ganado, junto con todos los bienes que había acumulado en Padán Aram, y se dirigió hacia la tierra de Canaán, donde vivía su padre Isaac.
¡Líbrame del poder de mi hermano Esaú, pues tengo miedo de que venga a matarme a mí y a las madres y a los niños!
Jacob sintió miedo y se angustió muchísimo. Por eso dividió en dos grupos a la gente que lo acompañaba, y lo mismo hizo con las ovejas, las vacas y los camellos,
Cuando Jacob alzó la vista y vio que Esaú se acercaba con cuatrocientos hombres, repartió a los niños entre Lea, Raquel y las dos esclavas.
—Está bien —accedió Esaú—, pero permíteme dejarte algunos de mis hombres para que te acompañen. —¿Para qué te vas a molestar? —contestó Jacob—. Lo importante es que me has tratado bien.
—¿Qué significan todas estas manadas que han salido a mi encuentro? —preguntó Esaú. —Intentaba que me trataras bien, mi señor —contestó Jacob.
Siquén, por su parte, dijo al padre y a los hermanos de Dina: —Si ustedes me hallan digno de su favor, yo les daré lo que me pidan.
—¡Usted nos ha salvado la vida y hemos contado con su favor! —respondieron ellos—. ¡Seremos esclavos del faraón!
Será como cuando alguien huye de un león y se le viene encima un oso, o como cuando al llegar a su casa, apoya la mano en la pared y lo muerde una serpiente.
—¡Ojalá siga yo siendo de su agrado, mi señor! —contestó ella—. Usted me ha consolado y me ha hablado con cariño, aunque ni siquiera soy como una de sus criadas.
Y sucedió que Rut, la moabita, dijo a Noemí: —Permíteme ir al campo a recoger las espigas que vaya dejando alguien a quien yo le agrade. —Anda, hija mía —respondió su suegra.
—Gracias. Ojalá favorezca usted siempre a esta sierva suya. Con esto, Ana se despidió y se fue a comer. Desde ese momento, su semblante cambió.