Eclesiastés 5 - Nueva Biblia Española (1975)1 Vigila tus pasos cuando vas a la casa de Dios: 'la obediencia es más aceptable que los sacrificios' de los necios, que obran mal sin darse cuenta'. 2 Cuando presentes un asunto a Dios, que no te precipiten los labios ni te arrastre el pensamiento. Dios está en el cielo y tú en la tierra: sean tus palabras contadas. 3 En lo que soñamos asoman nuestras preocupaciones, en las muchas palabras se escucha al necio. 4 Una vez hecha una promesa a Dios, no difieras cumplirla; no le agradan los necios, lo prometido cúmplelo. 5 Mejor no hacer promesas que hacerlas y no cumplirlas. 6 No dejes que tu boca te haga reo de pecado ni digas después al mensajero que fue por inadvertencia; pues Dios se irritará al oírte y hará fracasar tus empresas. 7 Muchas preocupaciones traen pesadillas, muchas palabras traen vanidades; tú respeta a Dios. 8 Si ves en una provincia oprimido el pobre, conculcados el derecho y la justicia, no te extrañes de tal situación: cada autoridad tiene una superior, y una suprema vigila sobre todas. 9 Con todo, sale ganando el país si el rey está al servicio del campo. 10 El codicioso no se harta de dinero y el avaro no lo aprovecha: también esto es vanidad. 11 Aumentan los bienes y aumentan los que se los comen, y lo único que saca el dueño es verlo con sus ojos. 12 Dulce es el sueño del obrero, coma mucho o coma poco; el que se harta de riquezas no logra conciliar el sueño. 13 Hay un mal morboso que he observado bajo el sol: riquezas guardadas que perjudican al dueño. 14 En un mal negocio pierde sus riquezas, y el hijo que le nació se queda con las manos vacías. 15 Como salió del vientre de su madre, así volverá: desnudo; y nada se llevará del trabajo de sus manos. También esto es un mal morboso: 16 tiene que irse igual que vino, y ¿qué sacó de tanto trabajo? Viento. 17 Toda su vida come en tinieblas, entre muchos disgustos, enfermedades y rencores. 18 Esta es mi conclusión: lo bueno y lo que vale es comer y disfrutar a cambio de lo que se fatiga el hombre bajo el sol los pocos años que Dios le concede. Tal es su paga. 19 Si a un hombre le concede Dios bienes y riquezas y la capacidad de comer de ellas, de llevarse su porción y disfrutar de sus trabajos, eso sí que es don de Dios. 20 No pensará mucho en los años de su vida si Dios le concede alegría interior. |
Luis Alonso Schökel y Juan Mateos, 1975 ©, Editada por Ediciones Cristiandad.