Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al cuartel militar de los romanos, y reunieron a toda la compañía para lastimarlo.
Hechos 10:1 - NT Traducción Contemporánea de la Biblia En Cesarea había un romano llamado Cornelio, que era capitán de un grupo de cien soldados, conocido como Regimiento Italiano, Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión de la compañía llamada la Italiana, Biblia Nueva Traducción Viviente En Cesarea vivía un oficial del ejército romano llamado Cornelio, quien era un capitán del regimiento italiano. Biblia Católica (Latinoamericana) Vivía en la ciudad de Cesarea un hombre llamado Cornelio, que era un capitán del batallón Itálico. La Biblia Textual 3a Edicion En Cesarea, cierto varón de nombre Cornelio, centurión de la cohorte llamada la Italiana, Biblia Serafín de Ausejo 1975 Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión de la cohorte 'Itálica', Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y había un varón en Cesarea llamado Cornelio, centurión de la compañía llamada la Italiana, |
Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al cuartel militar de los romanos, y reunieron a toda la compañía para lastimarlo.
El oficial romano y los que estaban con él cuidando a Jesús, al sentir el terremoto y las otras señales que sucedieron, tuvieron miedo y dijeron: – Verdaderamente este era Hijo de Dios.
Entonces los soldados condujeron a Jesús al patio del palacio del gobernador, y convocaron a toda la tropa.
Allí había un empleado de un capitán romano, muy querido por este, que estaba muy enfermo, a punto de morir.
Entonces, el pequeño grupo de soldados romanos, el comandante y la policía del templo, tomaron y ataron a Jesús,
Judas, tomando a unos sesenta hombres de una compañía romana, junto con la policía del templo, llegaron con linternas, lámparas y armas a donde estaba Jesús con sus discípulos.
Al otro día, llegaron a Cesarea donde Cornelio los estaba esperando; había reunido a su familia y a sus amigos más cercanos.
Estaban a punto de matarlo, cuando el comandante del batallón romano en Jerusalén se enteró de que había agitación en toda la ciudad.
Al día siguiente, llegamos a Cesarea, y entramos en la casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete diáconos y nos quedamos con él.
Pero cuando los soldados lo estaban atando para azotarlo, Pablo le dijo a un capitán: – ¿Tienen ustedes autoridad para azotar a un ciudadano romano que no ha sido condenado, no es eso ilegal?
Entonces el comandante llamó a dos de sus capitanes y les ordenó: – Preparen un destacamento de doscientos soldados de infantería, setenta de caballería y doscientos lanceros para que vayan a Cesarea esta noche a las nueve.
Cuando los soldados de caballería llegaron a Cesarea, le entregaron la carta al gobernador, también presentaron a Pablo ante él.
Tres días después de llegar a la provincia, Festo subió de Cesarea a Jerusalén.
Pasados algunos días, el rey Agripa y Berenice llegaron a Cesarea para saludar a Festo.
Cuando se decidió que teníamos que navegar hacia Italia, entregaron tanto a Pablo como a otros prisioneros a un capitán romano llamado Julio, de un batallón especial que estaba al servicio del emperador.
Pablo se dio cuenta de sus planes y le advirtió al capitán romano y a los soldados: – Si esos marineros no se quedan en el barco, ustedes no podrán ser salvados.
Pero el capitán quería salvar a Pablo e impidió que este plan se ejecutara, más bien ordenó a los que sabían nadar que se echaran al agua primero para que alcanzaran la orilla;
Felipe apareció en Azoto, anunciando el Evangelio de salvación por todos los pueblos por donde pasaba en el camino, hasta llegar a Cesarea.