»Pero los impíos cosechan la ira de Dios. Ni siquiera se vuelven a él cuando los castiga.
1 Pedro 2:1 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Por lo tanto, dejen de hacer toda clase de mal, todo engaño, hipocresía, envidias y chismes. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, Biblia Nueva Traducción Viviente Por lo tanto, desháganse de toda mala conducta. Acaben con todo engaño, hipocresía, celos y toda clase de comentarios hirientes. Biblia Católica (Latinoamericana) Rechacen, pues, toda maldad y engaño, la hipocresía, la envidia y toda clase de chismes. La Biblia Textual 3a Edicion Desechando pues toda malicia, y todo engaño, fingimientos y envidias, y todas las maledicencias, Biblia Serafín de Ausejo 1975 Despojaos, pues, de toda maldad y de toda falsedad, de hipocresías, de envidias y de toda clase de maledicencias. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Desechando, pues, toda malicia, y todo engaño, e hipocresía, y envidia, y toda maledicencia, |
»Pero los impíos cosechan la ira de Dios. Ni siquiera se vuelven a él cuando los castiga.
¡Qué alivio tienen los que han confesado sus pecados y a quienes el Señor ha borrado su registro de delincuencia y que viven en completa honestidad!
¡Que no te provoquen enojo los malvados! Ni envidies a los que hacen mal.
El corazón tranquilo le da vida al cuerpo, pero la envidia corroe los huesos.
No te alteres por causa de los malvados, ni sientas envidia de los impíos,
Por fin abandonarán sus ídolos de oro y plata a los topos y a los murciélagos,
Y destruirán todos sus ídolos de plata y todas sus imágenes de oro, y arrojarán todo como inmundicia que les repugna tocar. ―¡Uf!, les dirán, ¡fuera!
Así también son ustedes: por fuera se ven santos, pero bajo la apariencia de piedad hay un corazón manchado de hipocresía y pecado.
los azotará severamente y los enviará al tormento de los hipócritas. Allí será el llorar y el crujir de dientes.
¡Hipócrita! Sácate primero la viga que tienes en tu ojo, para que puedas ver bien cuando estés sacando la paja del ojo de tu hermano.
Pero Jesús, conociendo su hipocresía, les replicó: ―¿Por qué me tienden trampas? Tráiganme una de las monedas con que se paga ese impuesto, para que la vea.
»¡Ay de ustedes!, porque son como sepulcros ocultos, que la gente no ve y pisa sin darse cuenta».
Mientras, se habían juntado miles de personas, tantas que se atropellaban unas a otras. Jesús comenzó a hablar y les dijo primero a sus discípulos: «Cuídense de la levadura de los fariseos, o sea, de su hipocresía.
¿Cómo te atreves a decirle a tu hermano: “Hermano, déjame sacarte la paja que tienes en tu ojo”, si tú no te das cuenta de la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga que tienes en tu ojo, y entonces podrás ver con claridad para sacar la paja del ojo de tu hermano.
Cuando Jesús vio que Natanael se le acercaba, dijo: ―Aquí viene un verdadero israelita, en el que no hay engaño.
Se entregaron a toda clase de injusticias e inmoralidades sexuales, de perversidad, avaricia y maldad. Están llenos de envidias, homicidios, contiendas, engaños y perversidades.
Amados hermanos, no sean niños en cuanto a la comprensión de estas cosas. Sean niños en lo que a malicia se refiere, pero maduros en asuntos como estos.
Así que regocijémonos en nuestra pascua, no con la vieja levadura con sus malicias y perversidades, sino con pan sin levadura, que es la sinceridad y la verdad.
Temo que cuando vaya no me guste lo que encuentre, y a ustedes no les guste la manera como yo reaccione. Temo que haya entre ustedes pleitos, envidias, iras, divisiones, chismes, murmuraciones, soberbias y alborotos.
Arrojen de ustedes la amargura, el enojo, la ira, los gritos, las calumnias y todo tipo de maldad.
Cuando lo anunciamos, no fue por error ni teníamos malas intenciones ni queríamos engañar a nadie.
De la misma manera, las mujeres han de ser honorables y no dadas al chisme; deben saber controlarse en todo y ser dignas de confianza.
Las ancianas deben portarse como quien ama a Dios, no dadas a las habladurías ni a la bebida. Al contrario, deben ser maestras del bien.
Por eso, también nosotros, que estamos rodeados de tantos testigos, dejemos a un lado lo que nos estorba, en especial el pecado que nos molesta, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante.
Por eso, despójense de toda suciedad y de la maldad que tanto abunda. De esa manera podrán recibir con humildad la palabra sembrada en ustedes. Esta palabra tiene poder para salvarles la vida.
Pero si ustedes tienen envidias y rivalidades que les amargan el corazón, no tienen de qué presumir; no falten a la verdad.
Hermanos, no hablen mal unos de otros. El que habla mal de su hermano o lo juzga, habla mal de la ley y la juzga. Y si juzgas la ley, ya no la obedeces sino que te conviertes en su juez.
¿No creen lo que la Escritura dice, que Dios ama grandemente al espíritu que puso para que habite en nosotros?
Hermanos, no se quejen unos de otros, para que no sean juzgados, pues el juez ya está a la puerta.
Pórtense como personas libres que no usan su libertad como pretexto para hacer lo malo, sino que viven como siervos de Dios.
«El que quiere amar la vida y pasar días felices, cuide su lengua de hablar el mal y sus labios de engañar.
para que el resto de su vida no la viva siguiendo sus pasiones humanas sino cumpliendo la voluntad de Dios.
A ellos les parece extraño que ustedes ya no se junten con ellos para andar en las mismas inmoralidades y por eso los insultan.