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Jeremías 4:24 - Biblia Martin Nieto

He mirado a los montes: retemblaban, y todas las colinas se estremecían.

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Biblia Reina Valera 1960

Miré a los montes, y he aquí que temblaban, y todos los collados fueron destruidos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Miré a las montañas y colinas que temblaban y se agitaban.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Miré a los montes, y temblaban; a los cerros, y se sacudían.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Miré los montes, y he aquí temblaban, Y todos los collados se estremecían.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Miré a los montes, y ¡ay! estaban temblando, y todos los collados se estremecían.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Miré las montañas, y he aquí que temblaban, y todas las colinas se movían levemente.

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Jeremías 4:24
19 Tagairtí Cros  

El Señor le dijo: 'Sal y quédate de pie en la montaña ante la presencia del Señor'. Y el Señor pasó. Sopló un viento fuerte e impetuoso que descuajaba los montes y quebraba las peñas delante del Señor; pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento, un terremoto; pero el Señor no estaba en el terremoto.


Clamé al Señor en mi angustia, alcé mi grito hacia mi Dios, y él escuchó mi voz desde su templo, mi grito llegó hasta sus oídos.


las nubes dejaron caer su lluvia, los nublados tronaron y los rayos volaban por uno y otro lado;


sus relámpagos iluminan el mundo, lo ve la tierra y se estremece;


Toda la montaña del Sinaí humeaba, porque sobre ella había descendido el Señor en medio de fuego. El humo subía como de un horno, y toda la montaña se estremecía fuertemente.


Por eso haré temblar los cielos; se desquiciará la tierra de su sitio por el furor del Señor omnipotente el día en que estalle su cólera.


la tierra se tambaleará como un borracho, cabeceará como un tugurio; su iniquidad la oprimirá, y caerá para no volver a levantarse.


Por eso la ira del Señor se ha encendido contra su pueblo, extendió su mano contra él y lo hirió; temblaron los montes; sus cadáveres fueron como carroña en medio de las calles. Con todo, su cólera no ha amainado; su mano aún está extendida.


En cambio, el Señor es el Dios verdadero, el Dios viviente, el rey eterno; cuando él se irrita, la tierra se estremece, y las naciones no pueden soportar su cólera.


Desde Dan se siente el relinchar de sus caballos; al grito estrepitoso de sus corceles, toda la tierra tiembla. Vienen a devorar el país y sus bienes, la ciudad y sus habitantes.


Y yo voy a hacer de Jerusalén un montón de piedras, un cubil de chacales; y de las ciudades de Judá un desierto, donde nadie habite.


Temblarán ante mí los peces del mar, los pájaros del cielo, los animales del campo, todos los reptiles que serpean sobre el suelo y todos los hombres de la superficie de la tierra.


Bajo sus pasos los montes se derriten, se disuelven los valles como la cera al fuego, como aguas precipitadas en una pendiente.


Te ven los montes y tiemblan, un diluvio de agua irrumpe, el abismo deja oír su voz, levanta a lo alto sus manos.


Se alza él, y hace temblar la tierra; mira, y las naciones se estremecen; los montes eternos se dislocan, los collados antiguos se deshacen, pero sus caminos son eternos.


el cielo desapareció como un volumen que se enrolla, y todas las montañas y todas las islas fueron removidas de su sitio.