José salió apresuradamente porque estaba muy emocionado a la vista de su hermano y se le saltaban las lágrimas. Entró en su habitación y se puso a llorar.
Cantares 5:4 - Biblia Martin Nieto Mi amor metió la mano por el cerrojo de la puerta; al oírlo, mis entrañas retozaron. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Mi amado metió su mano por la ventanilla, Y mi corazón se conmovió dentro de mí. Biblia Nueva Traducción Viviente Mi amante trató de abrir el cerrojo de la puerta, y mi corazón se estremeció dentro de mí. Biblia Católica (Latinoamericana) Mi amado metió la mano por la cerradura;
¡cómo se me estremeció el corazón!' La Biblia Textual 3a Edicion Mi amado extendió° su mano a través del resquicio,° Y mis entrañas se conmovieron por él. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Mi amado puso su mano en el resquicio, y mis entrañas se estremecieron. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Mi amado metió su mano por la ventanilla de la puerta, y mis entrañas se conmovieron dentro de mí. |
José salió apresuradamente porque estaba muy emocionado a la vista de su hermano y se le saltaban las lágrimas. Entró en su habitación y se puso a llorar.
Era el año seiscientos de la vida de Noé, el día diecisiete del mes segundo, cuando irrumpieron todas las fuentes del abismo y se abrieron las compuertas del cielo.
Entonces la madre del niño vivo, sintiendo conmoverse sus entrañas por su hijo, dijo: '¡Por favor, señor mío! Dale a ella el niño vivo, pero matarle... ¡no, que no le maten!'. La otra, en cambio, decía: 'Que no sea ni para mí ni para ti; que lo partan'.
Contigo el poderío el día de tu nacimiento; en las montañas santas, como el rocío, te he engendrado en el seno de la aurora.
Arrástrame tras de ti: ¡corramos! El rey me ha llevado a sus estancias. Seamos felices y gocemos contigo. Celebremos tus amores más que el vino. ¡Con cuánta razón se enamoran de ti!
¿Es para mí Efraín un hijo tan querido, un niño que hace mis delicias? Pues cada vez que lo amenazo me vuelvo a acordar de él, se me conmueven las entrañas y tengo compasión de él -dice el Señor-.
Una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, fiel a Dios, nos estaba escuchando. El Señor abrió su corazón para que aceptase las cosas que Pablo decía.
Gracias a Dios, que ha suscitado en Tito mi misma preocupación por vosotros,
pues es Dios el que obra en vosotros el querer y el obrar, según su voluntad.