Entonces no habréis de preguntarme cosa alguna. En verdad, en verdad os digo, que cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo concederá.
Pero clamaron al Señor en la tribulación y los sacó de sus apuros.
Cambió el huracán en viento suave, y calmaron las olas del mar.
Se regocijaron ellos viendo el mar sosegado y el Señor los condujo al puerto deseado.
Que te oiga, ¡oh rey!, el Señor el día de la tribulación; que te defienda el Nombre del Dios de Jacob .
Asimismo se movió el Señor a compasión de Job mientras hacía oración por sus amigos, y le volvió el Señor doblados bienes de los que antes poseía.
Yo os digo más: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os persiguen y calumnian,
Vuelve, y di a Ezequías , caudillo de mi pueblo: Esto dice el Señor Dios de tu padre David: Oído he tu oración, y visto tus lágrimas; yo te doy la salud; de aquí a tres días subirás al templo del Señor.
En mi tribulación invocaré al Señor y aclamaré a mi Dios; y él desde su templo oirá mi voz, y llegarán a sus oídos mis clamores.
Y él, mirándole sobrecogido de temor, dijo: ¿Qué queréis de mí, Señor? Le respondió: Tus oraciones y tus limosnas han subido hasta arriba en el acatamiento de Dios haciendo memoria de ti.
Mientras que Pedro estaba así custodiado en la cárcel, la Iglesia incesantemente hacía oración a Dios por él.
Ascienda mi oración ante tu acatamiento, como el olor del incienso; sea la elevación de mis manos tan grata, como el sacrificio de la tarde.
Proponiendo esto a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, como educado en las verdades de la fe y de la buena doctrina, que has aprendido.
Invocarás entonces al Señor, y te oirá benigno; clamarás y él te dirá: Aquí estoy. Si arrojares lejos de ti la cadena, y cesares de extender maliciosamente el dedo, y de charlar neciamente,
Al contrario, si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pediréis lo que quisiereis, y se os otorgará.
ayudándonos vosotros también con vuestras oraciones, a fin de que muchos den gracias del beneficio que gozamos, ya que es para bien de muchas personas.
En cualquier día que te invocare, óyeme benigno; tú aumentarás la fortaleza de mi al-ma.
Sed sobrios, y estad en continua vela; porque vuestro enemigo el diablo anda girando como león rugiente alrededor de vosotros, en busca de para que devorar.
Oyó el Señor la súplica de Elías, y volvió el alma del niño a entrar en él y resucitó.
Amé al Señor, seguro de que oirá la voz de mi oración.
Porque se dignó inclinar hacia mí sus oídos, y así lo invocaré en todos los días de mi vida.
Porque donde dos o tres se hallan congregados en mi nombre, allí me hallo yo en medio de ellos.
¿Está enfermo alguno entre vosotros?; llame a los presbíteros de la Iglesia, y oren por él, ungiéndole con óleo en el Nombre del Señor.
El Dios de la esperanza nuestra os colme de toda suerte de gozo y de paz en vuestra creencia, para que crezca vuestra esperanza siempre más y más, por la virtud del Espíritu Santo.
No me elegisteis vosotros a mí, si no que yo soy el que os he elegido, y destinado para que vayáis por todo el mundo y hagáis fruto, y vuestro fruto sea duradero, a fin de que cualquier cosa que pidiereis al Padre en mi nombre, os la conceda.
No hables nada inconsideradamente, ni sea ligero tu corazón en proferir palabras indiscretas delante de Dios, porque Dios es el Señor que está en los cielos, y tú un vil gusano sobre la tierra. Sean, pues, pocas y muy medidas tus palabras.
El que sabe que su hermano comete un pecado que no es de muerte, ruegue por él, y Dios dará la vida al que peca no de muerte. Hay un pecado de muerte, no hablo yo de tal pecador cuando ahora digo que intercedáis.
Por lo demás lejos de mí cometer tal pecado contra el Señor, que yo cese nunca de rogar por vosotros; yo os enseñaré siempre el recto y buen camino.
Entretanto no echéis en olvido ejercer la beneficencia, y repartir con otros vuestros bienes; porque con tales ofrendas se gana la voluntad de Dios.
Sábete que quedarán confundidos y avergonzados todos aquellos que te hacen guerra; serán como si no fuesen, y perecerán los que te contradicen.
yo los conduciré a mi santo monte y en mi casa de oración los llenaré de alegría; me serán agradables los holocaustos y víctimas que ofrecerán sobre mi altar; porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos.
Porque no habéis recibido ahora el espíritu de servidumbre para obrar todavía solamente por temor como esclavos, sino que habéis recibido el espíritu de adopción de hijos en virtud del cual clamamos con toda confianza: Abba, esto es, ¡oh Padre mío!
Implorará el hombre la misericordia de Dios; el cual se aplacará, y le mirará con su rostro alegre, y le restituirá su justicia.
¡Dios mío, oh mi Dios!, a ti aspiro, y me dirijo desde que apunta la aurora. De ti está sedienta el alma mía. ¡Y de cuántas maneras lo está también este mi cuerpo!
Y en fin, a aquel Señor que es poderoso para hacer infinitamente más que todo lo que nosotros pedimos, o de todo cuanto pensamos, según el poder que obra eficazmente en nosotros,
Velad, pues, orando en todo tiempo, a fin de merecer el evitar todos estos males venideros, y comparecer ante el Hijo del hombre.
En el día dispondrá el Señor que venga su misericordia; y yo en la noche cantaré tus alabanzas. Haré para conmigo oración a Dios, autor de mi vida.
Elías era un hombre pasible semejante a nosotros, y pidió fervorosamente que no lloviese sobre la tierra de Israel, y no llovió por espacio de tres años y seis meses.
Porque todo sumo sacerdote entresacado de los hombres, es puesto para beneficio de los hombres, en lo que mira al culto de Dios, a fin de que ofrezca dones y sacrificios por los pecados,
Mas en medio de esta mi tribulación invoqué al Señor, y a mi Dios clamé, el cual desde su santo templo escuchó benigno mis voces; y el clamor que hice yo ante su acatamiento penetró sus oídos.
Lejos está el Señor de oír a los impíos; pero serán oídas las oraciones de los justos.
Y antes que clamen, yo los oiré: Cuando estén aún con la palabra en la boca otorgaré su petición.
Les propuso también esta parábola, para hacer ver que conviene orar perseverantemente y no desfallecer,
Y cuando pidiereis al Padre en mi nombre, yo lo haré, a fin de que el Padre sea glorificado en el Hijo.
Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.
Id en busca del Señor, y de la fortaleza que de él viene; buscad en todo tiempo estar en su presencia.
Alegraos con la esperanza del premio; sed pacientes en la tribulación; en la oración continuos;
Velad y orad para no caer en la tentación. Que si bien el espíritu está pronto, la carne es flaca.
No os inquietéis por la solicitud de cosa alguna; mas en todo presentad a Dios vuestras peticiones por medio de la oración y de las plegarias, acompañadas de acción de gracias.
Dad gracias por todo al Señor; porque esto es lo que quiere Dios que hagáis todos en nombre de Jesucristo.
Y sabemos que nos otorga cuanto le pedimos, en vista de que logramos las peticiones que le hacemos.
El que sabe que su hermano comete un pecado que no es de muerte, ruegue por él, y Dios dará la vida al que peca no de muerte. Hay un pecado de muerte, no hablo yo de tal pecador cuando ahora digo que intercedáis.
Invócame, y yo te oiré benigno, y te declararé cosas grandes y ciertas que tú ignoras.
y mi pueblo, sobre el cual ha sido invocado mi Nombre, convertido me pidiere perdón, y procurare aplacarme, haciendo penitencia de su mala vida; yo también desde el cielo lo escucharé y perdonaré sus pecados, y libraré de los males su país.
Tú, al contrario, cuando hubieres de orar, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora en secreto a tu Padre, y tu Padre, que ve lo más secreto, te premiará en público.
Por tanto, os aseguro, que todas cuantas cosas pidiereis en la oración, tened fe de conseguirlas, y se os concederán.
Tarde y mañana y al mediodía contaré y expondré al Señor mis necesidades, y él oirá benigno mi voz.
Por la fe, avisado Noé de Dios sobre cosas que aún no se veían, con santo temor fue construyendo el arca para salvación de su familia y construyéndola condenó al mundo y fue instituido heredero de la justicia, que se adquiere por la fe.
Acabada esta oración, tembló el lugar en que estaban congregados; y todos se sintieron llenos del Espíritu Santo, y anunciaban con firmeza la palabra de Dios.
En suma, éste es su mandamiento, que creamos en el Nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos mutuamente, conforme nos tiene mandado.
Este Jabes invocó al Dios de Israel, diciendo: ¡Oh, si me llenases de bendiciones! ¡Si dilatases mis tierras, y tu mano me protegiese, y me librases de todo mal! Y le otorgó Dios lo que pidió.
Entretanto, hermanos, os suplico por nuestro Señor Jesucristo y por la caridad del Espíritu Santo, que me ayudéis con las oraciones que hagáis a Dios por mí,
Esperad en él vosotros, pueblos todos aquí congregados; derramad vuestros corazones en su acatamiento: Dios es nuestro protector eternamente.
Como quiera, oh Señor Dios mío, atiende a la oración de tu siervo, y a sus súplicas; escucha los himnos y las plegarias que tu siervo pronuncia hoy en tu presencia;
Pero pídala con fe sin sombra de duda, o desconfianza; pues quien anda dudando es semejante a la ola del mar alborotada y agitada de viento acá y allá.
Condescenderá con la voluntad de los que le temen; oirá benigno sus peticiones, y los salvará.
Os digo más: Que si dos de vosotros se unieren entre sí sobre la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, les será otorgado por mi Padre que está en los cielos.
Clamará a mí, y lo oiré benigno. Con él estoy en la tribulación; lo pondré a salvo, y lo llenaré de gloria.
Y además el espíritu divino ayuda a nuestra flaqueza; pues no sabiendo siquiera qué hemos de pedir en nuestras oraciones, ni cómo conviene hacerlo, el mismo espíritu hace, o produce en nuestro interior, nuestras peticiones a Dios con gemidos que son inexplicables.
e invócame en el día de la tribulación: Yo te libraré, y tú me honrarás con tus alabanzas.
por los reyes y por todos los constituidos en alto puesto, a fin de que tengamos una vida quieta y tranquila en el ejercicio de toda piedad y honestidad.
Mas a eso de medianoche, puestos Pablo y Silas en oración, cantaban alabanzas a Dios, y los demás presos los estaban escuchando,
Lo que sabido por Daniel, esto es, que había sido establecida dicha ley, se fue a su casa; y allí, abiertas las ventanas de su habitación, que miraban hacia Jerusalén , hincaba sus rodillas tres veces al día, y adoraba y daba gracias a su Dios, como antes había acostumbrado hacerlo.
¡Oh Señor!, escucha benigno mi oración; presta oídos a mi súplica, según la verdad de tus promesas; óyeme por tu misericordia.
Porque sé que esto redundará en mi bien, mediante vuestras oraciones y el auxilio del Espíritu de Jesucristo,
Y así confiamos en el Señor, que vosotros hacéis ya ahora lo que ordenamos en esta carta, y que lo haréis en adelante.
mantengamos firme la esperanza que hemos confesado (que fiel es quien hizo la promesa),