Querido hermano, ruego a Dios que en todo te vaya bien: que tengas salud, así como prospera tu alma.
Siempre, al acordarme de vosotros, doy gracias de todo corazón a mi Dios;
y en todo momento os tengo presentes en mis oraciones. Ruego por vosotros lleno de alegría,
Desde que supe de vuestra firme fe en el Señor Jesús y del amor que tenéis a todos los creyentes,
no he cesado de dar gracias a Dios por vosotros y de teneros siempre presentes en mis oraciones.
Y él, mi Dios, de las riquezas de su gloria y en virtud de la obra de Cristo Jesús, suplirá cualquier cosa que a vosotros os falte.
Siempre, al acordarnos de todos vosotros, damos gracias a Dios en nuestras oraciones;
y nunca paguéis mal por mal ni injuria por injuria; por el contrario, bendecid siempre, sabiendo que Dios os ha llamado a haceros herederos de su bendición.
Por lo tanto, gentiles, que el Dios que os ha dado la esperanza os colme de dicha y de paz por haber creído en él. Que reboséis de esperanza mediante el poder del Espíritu Santo que habita en vosotros. Pablo, ministro de los gentiles
Depositad en Dios todas vuestras ansiedades, porque él nunca dejará de cuidar de vosotros.
No salga de vuestra boca ninguna palabra sucia, sino expresaos en términos correctos, que sean edificantes y de bendición para quienes os escuchen.
Y no os olvidéis de hacer el bien y de compartir lo que tenéis con los que pasan necesidad. ¡Esos son los sacrificios que agradan a Dios!
Bendecid a quienes os persiguen porque pertenecéis a Cristo. Bendecidlos y no los maldigáis.
Hagamos el bien mientras tengamos ocasión, especialmente a nuestros hermanos en la fe de Cristo. No la circuncisión, sino una nueva creación
Por otra parte, Dios es poderoso para compensaros con creces, de tal manera que no solo dispongáis de lo más necesario, sino que gocéis de abundancia para poder ayudar a otros.
Tengámonos siempre presentes los unos a los otros, procurando estimularnos al amor y las buenas obras.
Que nadie se preocupe únicamente por sus propios intereses, sino también por los de los demás.
Así que animaos y edificaos mutuamente, tal como venís haciéndolo. Instrucciones finales
Con todo ello he querido enseñaros cómo debemos ayudar a los pobres, recordando siempre aquellas palabras del Señor Jesús: 'Más bienaventurada cosa es dar que recibir'.
Esforcémonos en agradar al prójimo, haciendo cuanto contribuya al bien y a la edificación de su fe.
Y cualquiera que dé un simple vaso de agua al más humilde de mis discípulos por el hecho de ser discípulo mío, no quedará sin recompensa.
Compartid, pues, vuestras cargas y problemas, obedeciendo así el mandato de nuestro Señor.
Puesto que Dios os escogió para formar parte de su amado pueblo, revestíos de profunda compasión y comportaos con toda benignidad, humildad, modestia y paciencia.
Toleraos mutuamente y perdonaos las ofensas los unos a los otros. Puesto que el Señor os perdonó, también vosotros debéis perdonar a los demás.
Si alguien que dice ser de Cristo posee bienes abundantes y no ayuda al hermano que está en necesidad, ¿cómo puede haber amor de Dios en él?
El Rey les responderá diciendo: 'De veras os digo que todo lo que hicisteis a uno de estos mis hermanos menores, a mí lo hicisteis'.
No debemos buscar tan sólo nuestro propio bien, sino también el bien de los demás.
Él les respondía: Pues mirad, quien tenga dos túnicas, que le dé una al que no tiene ninguna. Quien tenga comida de sobra, que la reparta con el que no la tiene.
Que empleen su dinero en hacer el bien, que sean ricos en buenas obras y que generosamente compartan con los necesitados lo que Dios les dio a ellos.
Concluyo esta carta, hermanos, exhortándoos a que estéis alegres, que busquéis la perfección, que os animéis unos a otros, que actuéis de común acuerdo y que viváis en paz. Así el Dios de paz y de amor estará siempre con vosotros.
Sed imitadores de Dios, como hijos amados que imitan a su padre.
Que vuestra conducta se base en el amor, siguiendo el ejemplo de Cristo, que nos amó y se entregó a sí mismo en sacrificio por nosotros; ofrenda ésta de la que Dios se agradó como de un perfume delicado.
Por tanto, haced vosotros con los demás como queréis que ellos hagan con vosotros, porque en eso se resume la ley de Moisés y lo dicho por los profetas. La puerta estrecha y la puerta ancha
y quiera también el Señor haceros crecer y abundar en amor de los unos para con los otros y para con todos los demás, como también abunda nuestro amor para con vosotros.
Así pues, insistamos en que con nuestro comportamiento debemos contribuir a la paz de la iglesia, y a la mutua y fraternal edificación.
Pensad que el Señor nos pagará el bien que hagamos, tanto si somos esclavos como si somos libres.
Amados, ejercitémonos mutuamente en el amor fraternal, porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, da pruebas con ello de ser hijo de Dios y conocer a Dios.
El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor.
¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre lleno de misericordia y Dios de todo consuelo!
Él nos da siempre el aliento que necesitamos para superar toda tribulación y para que, de la misma manera que él nos anima y consuela, también nosotros seamos capaces de consolar a otros que se encuentren atribulados.
Porque vosotros, hermanos míos, habéis sido llamados a la libertad; no a la libertad de hacer lo malo, sino a la libertad de serviros unos a otros por amor.
Dios, que es justo, ¿cómo podría olvidarse de vuestra obra? ¿Cómo podría olvidarse del amor que habéis demostrado a su nombre, al poneros antes y seguir poniéndoos ahora al servicio de los demás hermanos en la fe?
Por tanto, aceptaos unos a otros en la iglesia con el mismo afecto con que Cristo nos aceptó a todos para la gloria de Dios.
Sed entre vosotros bondadosos y compasivos, y perdonaos unos a otros recordando siempre que también Dios os perdonó a vosotros en Cristo.
Si un hermano o una hermana en la fe necesita alimentos o ropa,
y le decimos: 'Mira, vete en paz. Come bien y entra en calor', pero no le proveemos de ropa ni de comida, ¿qué provecho sacará de nuestras palabras?
Vendían sus propiedades y sus bienes, y distribuían el producto de las ventas conforme a las necesidades de cada cual.