Procurad que la serenidad presida vuestra vida; ocupaos en vuestros negocios personales y 'en trabajar con vuestras manos, tal como os lo hemos ordenado.
Y él, mi Dios, de las riquezas de su gloria y en virtud de la obra de Cristo Jesús, suplirá cualquier cosa que a vosotros os falte.
Lo que vosotros, en primer lugar, debéis hacer es buscar el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás os será añadido.
Todo lo que hayáis de hacer, hacedlo lo mejor posible y con alegría, como si vuestro trabajo fuera para el Señor y no para los hombres. Así el Señor os dará la parte de herencia que os corresponde, porque en realidad es a Cristo el Señor a quien estáis sirviendo.
Su señor, satisfecho, le dijo: '¡Muy bien! Eres un siervo bueno y fiel, y puesto que has sido fiel con el poco dinero que te entregué, te confiaré en adelante mucho más. Entra conmigo a celebrarlo'.
Por otra parte, Dios es poderoso para compensaros con creces, de tal manera que no solo dispongáis de lo más necesario, sino que gocéis de abundancia para poder ayudar a otros.
Dios, que es justo, ¿cómo podría olvidarse de vuestra obra? ¿Cómo podría olvidarse del amor que habéis demostrado a su nombre, al poneros antes y seguir poniéndoos ahora al servicio de los demás hermanos en la fe?
Recomienda a los ricos de este mundo que no se muestren altivos ni depositen su esperanza en riquezas efímeras, sino en el Dios vivo que nos proporciona todas las cosas en abundancia, para que las disfrutemos.
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