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Hebreos 8:2 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Él es nuestro sacerdote en el santuario, es decir, en el verdadero Templo. Este Templo fue levantado por el Señor y no por ninguna persona de este mundo.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Allí sirve como ministro en el tabernáculo del cielo, el verdadero lugar de adoración construido por el Señor y no por manos humanas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

él está a cargo del santuario y de la tienda verdadera, levantada no por hombres, sino por el Señor.

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La Biblia Textual 3a Edicion

ministro de las cosas santas y del verdadero tabernáculo que erigió el Señor y no el hombre.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Él es ministro del santuario y de la Tienda verdadera que construyó el Señor y no un hombre.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

ministro del santuario, y del verdadero tabernáculo que el Señor levantó, y no el hombre.

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Otras versiones



Hebreos 8:2
15 Referencias Cruzadas  

Luego les dijo: ―Cuando todavía estaba yo con ustedes, les decía que tenía que cumplirse todo lo que dicen las Escrituras acerca de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos.


Les digo que Cristo se hizo servidor de los judíos para demostrar que Dios es fiel y así confirmar las promesas hechas a los antepasados.


Nuestro cuerpo es como una tienda de campaña. Bien sabemos que, si esta tienda se destruye, Dios nos dará en el cielo un cuerpo mejor. Será un cuerpo parecido a un edificio, una casa eterna, no construida por manos humanas.


La circuncisión marcaba a los judíos como parte del pueblo de Dios. Pues gracias Cristo, ustedes recibieron una circuncisión espiritual, no hecha por mano humana. Es decir, Cristo quitó de sus cuerpos el deseo de seguir pecando.


Todo sacerdote celebra el culto día tras día. Una y otra vez ofrece los mismos sacrificios, los cuales nunca pueden quitar los pecados.


Así que tenemos un gran sacerdote que está al frente de la casa de Dios.


Abraham tenía la confianza de ver algún día la ciudad de firmes cimientos, de la cual Dios es arquitecto y constructor.


Ahora bien, el primer pacto tenía sus normas para el culto, y un santuario terrenal.


Oí una fuerte voz que venía del trono y decía: «¡Aquí, entre los seres humanos, está el lugar donde habita Dios! Él vivirá en medio de ellos, y ellos serán su pueblo; Dios mismo estará con ellos y será su Dios.