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Apocalipsis 21:3 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

3 Oí una fuerte voz que venía del trono y decía: «¡Aquí, entre los seres humanos, está el lugar donde habita Dios! Él vivirá en medio de ellos, y ellos serán su pueblo; Dios mismo estará con ellos y será su Dios.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

3 Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Oí una fuerte voz que salía del trono y decía: «¡Miren, el hogar de Dios ahora está entre su pueblo! Él vivirá con ellos, y ellos serán su pueblo. Dios mismo estará con ellos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Y oí una voz que clamaba desde el trono: 'Esta es la morada de Dios con los hombres; él habitará en medio de ellos; ellos serán su pueblo y él será Dios-con-ellos;'

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Y oí una gran voz procedente del trono, que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y morará° con ellos, y ellos serán pueblos° suyos,° y Dios mismo estará con ellos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Oí una gran voz que procedía del trono, la cual decía: 'Aquí está la morada de Dios con los hombres. Morará con ellos, ellos serán su pueblo y Dios mismo estará con ellos.

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Apocalipsis 21:3
29 Referencias Cruzadas  

Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Hemos visto su gloria, la gloria del Hijo único del Padre. Y estaba lleno de amor y de verdad.


Le contestó Jesús: ―El que me ama obedecerá mi palabra. Mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos nuestra morada en él.


¿Cómo pueden los ídolos habitar en el templo de Dios? Porque nosotros somos templo del Dios viviente. Como él ha dicho: «Viviré con ellos y caminaré entre ellos. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo».


Yo seré un Padre para ustedes, y ustedes serán mis hijos y mis hijas —dice el Señor Todopoderoso».


Le pido al Dios y Padre nuestro, y a nuestro Señor Jesús, que nos dé la oportunidad de ir a verlos.


Más bien, deseaban una patria mejor, es decir, la del cielo. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad.


Este es el pacto que después de aquel tiempo haré con el pueblo de Israel —dice el Señor—: Pondré mis leyes en su mente y las escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.


Él es nuestro sacerdote en el santuario, es decir, en el verdadero Templo. Este Templo fue levantado por el Señor y no por ninguna persona de este mundo.


Después que se oyeron los siete truenos, yo me preparé para escribir. Pero oí una voz del cielo que me decía: «Guarda en secreto lo que han dicho los siete truenos, y no lo escribas».


La voz del cielo que yo había escuchado se dirigió a mí de nuevo: «Ve y toma el rollito abierto de la mano del ángel que está de pie sobre el mar y sobre la tierra».


Luego oí en el cielo una fuerte voz que decía: «Nuestro Dios ha mostrado su poder para salvarnos, y su reino ha llegado. Cristo, su elegido, ha llegado con autoridad. Porque ha sido expulsado el acusador de nuestros hermanos en la fe. Este los acusaba día y noche delante de nuestro Dios.


Al que salga vencedor le daré todo esto, y yo seré su Dios y él será mi hijo.


Allí nadie estará bajo maldición. El trono de Dios y del Cordero estará en la ciudad. Sus servidores lo adorarán;


Por eso están delante del trono de Dios, y día y noche le sirven en su templo. Dios, que está sentado en el trono, los protegerá en su santuario.


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