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Mateo 11:26 - NT Traducción Contemporánea de la Biblia

sí Padre, porque así te agradó.

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Biblia Reina Valera 1960

Sí, Padre, porque así te agradó.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Sí, Padre, ¡te agradó hacerlo de esa manera!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Mi Padre ha puesto todas las cosas en mis manos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Sí, Padre, porque así fue de tu agrado.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Sí, Padre; así lo has querido tú.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Sí, Padre, porque así agradó a tus ojos.

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Mateo 11:26
14 Tagairtí Cros  

En ese momento, Jesús lleno de alegría en el Espíritu Santo, exaltó a Dios diciendo: – Te alabo Padre, Señor del cielo y de la tierra, pues ocultaste estas cosas a los que se creen sabios y entendidos, y las revelaste a los humildes, que son como niños; Sí Padre, porque esa fue tu voluntad.


– ¡Padre, si quieres, pasa de mí esta copa, no quiero morir! Pero no se cumpla mi voluntad, sino la tuya.


[Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen] y repartieron su ropa y la echaron a suerte.


Entonces quitaron la piedra. Y Jesús alzó los ojos al cielo y exclamó: – ¡Oh, Papá! Te doy gracias porque me oíste.


Ahora mi alma está angustiada, ¿y qué diré? ¡Oh, Papá! ¿Sálvame de este momento de angustia?; pero me pongo a pensar que para este momento vine a la tierra.


¡Oh, Papá! Glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo y dijo: – Ya lo glorifiqué y lo glorificaré de nuevo.


Entonces Dios tiene misericordia de quien Él quiere tenerla y endurece a quien Él quiere endurecer.


En Cristo también fuimos llamados a ser herederos, según su propósito y su plan, de acuerdo con su perfecta voluntad, de que todas las cosas tengan sentido en Él;


En Cristo nos dio a conocer íntimamente su maravilloso plan de salvación, que había diseñado con tanto placer y que antes solo era un misterio de su voluntad.


Esto era lo que Dios había planificado desde el principio, y que se ha hecho realidad por medio de Jesucristo nuestro Señor,


que nos salvó y nos llamó, con una vocación santa. Esta salvación no se da por nuestras propias obras, sino a través de una gracia redentora que nos fue dada por medio de Jesucristo, desde la eternidad.