Entonces Jesús gritó con fuerza: – ¡Padre, en tus manos entrego mi espíritu!. Dicho esto, dio su último suspiro.
Lucas 24:39 - NT Traducción Contemporánea de la Biblia Vean mis manos y mis pies. ¡Soy yo mismo! ¡Tóquenme! ¡Mírenme! Porque un fantasma no tiene ni carne ni hueso como yo sí los tengo. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. Biblia Nueva Traducción Viviente Miren mis manos. Miren mis pies. Pueden ver que de veras soy yo. Tóquenme y asegúrense de que no soy un fantasma, pues los fantasmas no tienen cuerpo, como ven que yo tengo». Biblia Católica (Latinoamericana) Miren mis manos y mis pies: soy yo. Tóquenme y fíjense bien que un espíritu no tiene carne ni huesos, como ustedes ven que yo tengo. La Biblia Textual 3a Edicion Ved mis manos y mis pies, que Yo mismo soy; palpadme y ved, pues un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que Yo tengo. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme y vedme, porque un espíritu no tiene carne y huesos, como estáis viendo que los tengo yo '. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpadme y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. |
Entonces Jesús gritó con fuerza: – ¡Padre, en tus manos entrego mi espíritu!. Dicho esto, dio su último suspiro.
Pero Jesús les preguntó: – ¿Por qué están asustados y por qué están dudando?
Habiendo dicho esto, mostró sus manos y su costado a sus discípulos; ellos se alegraron mucho de ver al Señor.
Los discípulos le dijeron a Tomás: – ¡Hemos visto al Señor!; pero Tomás les dijo: – A menos que vea las marcas de los clavos en sus manos, meta mi dedo en el lugar de los clavos y además introduzca mi mano en su costado, de ningún modo creeré.
Jesús habló a Tomás: – Trae tu dedo acá, y mira mis manos, muéstrame tu mano y métela en mi costado, y no sigas siendo incrédulo, sino fiel y creyente.
Después de morir, Jesús se dejó ver por sus discípulos durante cuarenta días, les demostró con muchas pruebas que estaba vivo y les hablaba del reino de Dios.
Que el mismo Dios de paz, los santifique completamente, de forma íntegra en todo el ser de cada persona, teniendo un espíritu recto, que su alma sea pura e irreprensible y que el cuerpo se mantenga en santidad; que todos sean guardados en la presencia de nuestro Señor Jesucristo.
Además, nuestros padres terrenales nos corregían y nosotros los respetábamos; con mayor razón debemos obedecer a Dios, que es nuestro Padre Espiritual, pues así tendremos vida eterna.
Donde no había principio era la Palabra de vida, la que hemos oído muy atentamente, la que hemos experimentado en nuestras vidas y visto con nuestros ojos, la que hemos contemplado espectacularmente y poderosamente y la que nuestras manos tocaron, por eso hablaremos del Verbo de la vida que perfecciona y mejora la calidad de nuestra existencia.