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Hechos 28:3 - NT Traducción Contemporánea de la Biblia

Pablo prontamente se puso a ayudar, estaba recogiendo unos palos y los estaba poniendo en la fogata, cuando de repente una serpiente venenosa huyendo del calor se atascó y lo mordió en la mano.

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Biblia Reina Valera 1960

Entonces, habiendo recogido Pablo algunas ramas secas, las echó al fuego; y una víbora, huyendo del calor, se le prendió en la mano.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Mientras Pablo juntaba una brazada de leña y la echaba en el fuego, una serpiente venenosa que huía del calor lo mordió en la mano.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Pablo había juntado una brazada de ramas secas y, al echarlas al fuego, una víbora que escapaba del calor se le enroscó en la mano.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Entonces Pablo, después de recoger cierta cantidad de leños, los echó al fuego, y una víbora que huía° del calor se prendió de su mano.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Al recoger Pablo una brazada de leña y echarla al fuego, salió huyendo del calor una víbora que se le prendió en la mano.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Entonces, habiendo recogido Pablo algunos sarmientos, y poniéndolos en el fuego, una víbora, huyendo del calor, le acometió a la mano.

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Hechos 28:3
13 Tagairtí Cros  

¡Raza de víboras! ¿Cómo pueden ustedes hablar cosas buenas si son malos por naturaleza? Porque de la abundancia del corazón habla la boca.


¡Serpientes venenosas, engendros de víboras! ¿Cómo escaparán del juicio que los lleva a la condenación?


Cuando vio a muchos de los fariseos y saduceos que venían al bautismo, les dijo: – ¡Raza de víboras! ¿quién les dijo que ustedes podrán escapar con el bautismo de la ira de Dios que está a punto de venir?


tomarán en sus manos serpientes, y beberán veneno, y no les pasará nada; impondrán las manos sobre los enfermos y sanarán.


Los nativos de la isla nos trataron con mucha amabilidad; encendieron una hoguera, porque estaba haciendo mucho frío y nos dieron abrigo, porque estaba lloviendo.


Cuando los nativos vieron a la serpiente colgada de la mano de Pablo, dijeron: – Este hombre debe ser un asesino, porque aunque se salvó de morir ahogado en el mar por el naufragio, la diosa de la justicia no lo deja vivir.


¿Son ministros de Cristo? ¡Qué locura! Yo lo soy más que ellos; he trabajado más duro, he sido encarcelado más veces, he recibido los azotes más severos y he estado en peligro de muerte repetidas veces.


algunas veces nos tratan como a desconocidos, pero en otras nos reconocen; algunas veces creen que nos estamos muriendo, pero aún estamos vivos, nos han castigado, pero no nos han matado.