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Salmos 99:1 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

¡El Señor es rey! ¡Tiemblen las naciones! Él tiene su trono entre querubines: que se estremezca toda la tierra.

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Biblia Reina Valera 1960

Jehová reina; temblarán los pueblos. Él está sentado sobre los querubines, se conmoverá la tierra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

¡El Señor es rey! ¡Que tiemblen las naciones! Está sentado en su trono, entre los querubines. ¡Que se estremezca toda la tierra!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

El Señor reina, tiemblan los pueblos; monta en querubines, la tierra se estremece.

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La Biblia Textual 3a Edicion

¡YHVH reina! ¡Tiemblen los pueblos! Se sienta sobre los querubines, ¡Conmuévase la tierra!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Reina el Señor, los pueblos se conmueven, está sentado sobre querubines, la tierra se estremece.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Jehová reina, tiemblen los pueblos: Él está sentado entre los querubines, se conmoverá la tierra.

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Salmos 99:1
30 Tagairtí Cros  

En ese momento el cofre de Dios se hallaba en Balá. Era sobre el cofre que se invocaba el nombre del Señor Todopoderoso que reina entre los querubines.


¡Tiemble delante de él toda la tierra! Él creó el mundo y lo puso en su lugar, y el mundo no se moverá.


Cabalgando en querubines surcó los cielos sobre las alas del viento.


El Señor declara: «Este es el rey que he elegido. Lo he puesto en el trono de Jerusalén, mi santo monte».


Pastor de Israel, tú que guías a José como a un rebaño; tú que reinas sobre los querubines, ¡escucha mi súplica! ¡Muestra tu poder y resplandeciente gloria!


¡Resplandece delante de Efraín, Benjamín y Manasés! ¡Muestra tu poder, y ven a salvarnos!


¡Pero qué necios e ignorantes son ustedes! Como están en tinieblas, los cimientos de la tierra se estremecen.


¡El Señor es rey! Se ha revestido de majestad, de majestad se ha revestido y se ha armado con poder. Ha establecido al mundo con firmeza; no lo sacudirán.


Digan a todas las naciones: ¡El Señor es rey! Él ha formado el mundo con firmeza; jamás será removido. Él juzga a todos los pueblos con justicia.


Alaben al Señor en la majestad de su santuario; que tiemble delante de él la tierra.


¡El Señor es rey! ¡Regocíjese la tierra entera! Que las más lejanas islas se alegren.


Su relámpago ilumina todo el mundo. Lo ve la tierra y tiembla.


Y me encontraré contigo allí, y conversaré contigo exactamente entre los dos querubines; y el cofre contendrá las leyes de mi pacto. Allí te diré los mandamientos que he promulgado para el pueblo de Israel.


El Señor les envió espíritu de necedad para que todo lo que sugieran sea equivocado. Hacen que Egipto se tambalee como un borracho enfermo.


Miré a los montes y los vi temblar y estremecerse, como reflejo de lo que le acontecía a los habitantes de la ciudad.


Retiembla la tierra al caer Edom; el griterío de miedo y dolor del pueblo llega hasta el Mar Rojo.


¿No me tienen respeto alguno?, pregunta el Señor Dios. ¿Cómo es que ni siquiera tiemblan en mi presencia? Mi poder es tan grande que yo fui quien establecí sus límites a los mares del mundo y ellos por más que se embravezcan y rujan, no podrán traspasarlos. ¿No es de ser temido y respetado un Dios así de poderoso?


¡El mundo entero se estremecerá por la caída de Babilonia, y su grito desesperado se oirá por toda la tierra!


El Señor me dijo: «Hombre mortal, este es el lugar de mi trono y el lugar donde se posa la planta de mis pies, donde yo permaneceré, viviendo en medio del pueblo de Israel para siempre. Ellos y sus reyes ya no más pondrán en entredicho mi intachable reputación por la traicionera devoción de otros dioses, o inclinándose ante los emblemas de sus reyes.


Les dijo: «Un hombre de la nobleza fue a que lo coronaran rey en un país lejano y después de eso regresaría.


Pero la gente de su país lo odiaba y mandaron un grupo de personas tras él para que dijeran: “No queremos que este sea nuestro rey”.


Y a esos enemigos míos que no querían que yo fuera su rey, tráiganlos aquí y mátenlos delante de mí”».


Queridos hermanos, ustedes siempre me han obedecido, no sólo cuando estuve con ustedes sino también ahora que ya no estoy; lleven a cabo su salvación con temor y temblor,


diciendo: «Te damos las gracias, Señor, Dios Todopoderoso, que eres y que eras, porque has tomado tu gran poder y has comenzado a reinar.


Y vi un gran trono blanco sobre el que alguien estaba sentado. Al verlo, la tierra y el cielo salieron huyendo, sin dejar rastro alguno.


El cielo estrellado se fue enrollando como un pergamino hasta desaparecer, mientras las montañas y las islas fueron removidas de su lugar.