Yo, sí, sólo yo soy quien borra sus pecados por amor a mí mismo y nunca más los recordaré.
Mateo 9:6 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Pues voy a demostrarles que tengo autoridad en la tierra para perdonar los pecados. Entonces se dirigió al paralítico y le dijo: ―¡Levántate, recoge la camilla y vete a tu casa! Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dice entonces al paralítico): Levántate, toma tu cama, y vete a tu casa. Biblia Nueva Traducción Viviente Así que les demostraré que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados». Entonces Jesús miró al paralítico y dijo: «¡Ponte de pie, toma tu camilla y vete a tu casa!». Biblia Católica (Latinoamericana) Sepan, pues, que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados. Entonces dijo al paralítico: 'Levántate, toma tu camilla y vete a casa. La Biblia Textual 3a Edicion Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene en la tierra autoridad de perdonar pecados (dice entonces al paralítico): ¡Levántate, toma tu catre y vete a tu casa! Biblia Serafín de Ausejo 1975 Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados -entonces dice al paralítico-: 'Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa''. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra de perdonar pecados (dijo entonces al paralítico): Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa. |
Yo, sí, sólo yo soy quien borra sus pecados por amor a mí mismo y nunca más los recordaré.
¿Dónde hay otro Dios como tú, que perdona los pecados de los que aún quedan de su pueblo? Pues tú no retienes para siempre el enojo contra tu pueblo, porque amas la misericordia y el perdón más que la cólera y el castigo.
Su fama llegó hasta Siria, y le traían todo tipo de enfermos: No había enfermo, endemoniado, loco o paralítico que le trajeran y a quien no sanara.
―Las zorras tienen guaridas y las aves nidos —le respondió Jesús—; pero yo, el Hijo del hombre, no tengo ni dónde recostar la cabeza.
Varios hombres le trajeron a un paralítico tendido en un camastro. Cuando Jesús vio la fe que tenían, dijo al enfermo: ―¡Ten ánimo, hijo! ¡Te perdono tus pecados!
Díganme, ¿qué es más difícil: sanar a un enfermo o perdonarle sus pecados?
Pues voy a probarles que yo, el Hijo del hombre, tengo potestad para perdonar los pecados. Entonces se dirigió al paralítico y le dijo:
«¿Cómo se atreve a hablar así? ¡Eso es una blasfemia! ¡Dios es el único que puede perdonar los pecados!».
Los fariseos y los maestros de la ley comenzaron a pensar: «¿Quién se cree este, que dice blasfemias? Sólo Dios puede perdonar pecados».
Yo les doy vida eterna y jamás perecerán ni nadie podrá arrebatármelas de la mano.
Pues tú le has dado autoridad sobre todas las personas para que él les dé vida eterna a todos los que le diste.
y le ha dado autoridad para que juzgue, ya que es el Hijo del hombre.
Luego, con su gran poder, lo exaltó como Príncipe y Salvador, para que el pueblo de Israel se vuelva a Dios y alcance el perdón de sus pecados.
―¡Eneas —le dijo Pedro—, Jesucristo te sana! Levántate y arregla tu cama. El paralítico quedó curado instantáneamente.
Yo perdonaré a cualquiera que perdonen. Y lo que yo haya perdonado, si algo tenía que perdonar, lo he hecho por ustedes delante de Cristo,
Somos embajadores de Cristo. Dios les habla a ustedes por medio de nosotros: «En el nombre de Cristo les rogamos, ¡reconcíliense con Dios!».
Al contrario, sean bondadosos entre ustedes, sean compasivos y perdónense las faltas los unos a los otros, de la misma manera que Dios los perdonó a ustedes por medio de Cristo.
Sopórtense unos a otros y perdonen a quienes se quejen de ustedes. Si el Señor los perdonó, ustedes están obligados a perdonar.