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2 Corintios 5:20 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

20 Somos embajadores de Cristo. Dios les habla a ustedes por medio de nosotros: «En el nombre de Cristo les rogamos, ¡reconcíliense con Dios!».

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Biblia Reina Valera 1960

20 Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

20 Así que somos embajadores de Cristo; Dios hace su llamado por medio de nosotros. Hablamos en nombre de Cristo cuando les rogamos: «¡Vuelvan a Dios!».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

20 Nos presentamos, pues, como embajadores de Cristo, como si Dios mismo les exhortara por nuestra boca. En nombre de Cristo les rogamos: ¡déjense reconciliar con Dios!

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La Biblia Textual 3a Edicion

20 Así que, somos embajadores en nombre del Mesías, como si Dios rogara por medio de nosotros: °¡Rogamos en nombre del Mesías, reconciliaos con Dios!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

20 Hacemos, pues, de embajadores en nombre de Cristo y es Dios el que por medio de nosotros os exhorta: 'En nombre de Cristo os lo pedimos: dejaos reconciliar con Dios'.

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2 Corintios 5:20
28 Tagairtí Cros  

Una y otra vez, el Señor había enviado profetas que advirtieran a Israel y a Judá que era necesario que dejaran sus malos comportamientos, que obedecieran los mandamientos que había dado a sus antepasados por medio de los profetas.


A pesar de todo, el Señor, Dios de sus padres, que amaba tanto a su pueblo y a su templo, les envió muchos profetas para hacerlos reaccionar.


Los castigaste para hacer que se volvieran a tus leyes, pero ellos se mostraron soberbios y no quisieron obedecerte; pasaron por alto tus enseñanzas que dan vida al que las pone en práctica. Fueron rebeldes y tercos, y no quisieron escucharte.


»¡Deja de disputar con Dios! Ponte de acuerdo con él y al fin tendrás paz. Su favor te rodeará sólo con reconocer tu error.


»Pero si hay un mensajero del cielo que interceda por él como amigo, para mostrarle lo que es recto, entonces Dios se compadece de él y dice: “Pónganlo en libertad; no lo hagan morir, pues he hallado un sustituto”.


Mira, yo soy el que anhelabas: el intermediario entre tú y Dios, para actuar en representación de él y de ti.


El mensajero malvado trae desgracia, pero el confiable trae alivio.


Jeremías respondió: ―Basta con que obedezcas al Señor y no caerás en manos de ellos; tu vida será respetada y todo te saldrá bien.


Una y otra vez envié a mis siervos los profetas a protestar y a suplicarles que no cometieran este horrible acto que yo detesto,


»Los sacerdotes deberían encargarse de dar a conocer al pueblo mis instrucciones, y estar siempre dispuestos a enseñar las cosas buenas que yo quiero mi pueblo realice. ¡Ellos son los mensajeros del Señor Todopoderoso!


»El que los escucha a ustedes, me escucha a mí. El que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí. Y el que me rechaza a mí, rechaza al que me envió».


El señor le dijo: “Ve por los caminos y las veredas y obliga a la gente a entrar, para que se llene mi casa.


Jesús volvió a decir: ―¡La paz sea con ustedes! Como mi Padre me envió, así yo los envío a ustedes.


Pues si cuando éramos enemigos nos reconcilió con él mismo por la muerte de su Hijo, ¡cómo no ha de salvarnos ahora por su vida!


Desde que sé que lo que sufro lo sufro por Cristo, me siento feliz por mis debilidades, los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades. En efecto, cuando soy débil, entonces soy fuerte.


Él nos ha capacitado para que seamos siervos del nuevo pacto, no basado en la ley sino en la obra del Espíritu, porque la ley condena a muerte, pero el Espíritu da vida.


Impulsados por este temor reverencial al Señor, tratamos arduamente de persuadir a otros. Dios sabe que nuestros corazones son sinceros en cuanto a esto, y espero que ustedes lo sepan también.


Como colaboradores de Dios les suplicamos que no desechen su amor.


Dios me ha enviado como su representante para predicar este mensaje, y precisamente por eso ahora estoy preso. Oren para que lo anuncie sin temor alguno, pues ese es mi deber.


Por medio del Hijo, Dios reconcilió con él todas las cosas, tanto las que están en los cielos como las que están en la tierra. Esa paz la logró Dios por medio de la sangre que Jesús derramó en la cruz.


Por eso, el que rechaza estas instrucciones no rechaza a un hombre sino a Dios, que les ha dado a ustedes su Espíritu Santo.


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