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Mateo 9:2 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

2 Varios hombres le trajeron a un paralítico tendido en un camastro. Cuando Jesús vio la fe que tenían, dijo al enfermo: ―¡Ten ánimo, hijo! ¡Te perdono tus pecados!

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Biblia Reina Valera 1960

2 Y sucedió que le trajeron un paralítico, tendido sobre una cama; y al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Unos hombres le llevaron a un paralítico en una camilla. Al ver la fe de ellos, Jesús le dijo al paralítico: «¡Ánimo, hijo mío! Tus pecados son perdonados».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Allí le llevaron a un paralítico, tendido en una camilla. Al ver Jesús la fe de esos hombres, dijo al paralítico: '¡Animo, hijo; tus pecados quedan perdonados!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Y he aquí le trajeron un paralítico, echado en un catre, y viendo Jesús la fe° de ellos,° dijo al paralítico: Ten ánimo, hijo, tus pecados te son perdonados.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Entonces le presentaron un paralítico tendido en una camilla. Cuando Jesús vio la fe que tenían, dijo al paralítico: '¡Ánimo, hijo! Te quedan perdonados tus pecados'.

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Mateo 9:2
32 Tagairtí Cros  

¡Adelante, pues; come, bebe y alégrate; pues Dios ya se ha agradado de tus obras!


Yo he borrado tus pecados, se han esfumado como niebla matutina al llegar el mediodía. ¡Oh, regresa a mí, pues yo pagué el precio de tu libertad!


Pero Jesús inmediatamente les gritó: ―¡Calma! ¡No tengan miedo! ¡Soy yo!


Su fama llegó hasta Siria, y le traían todo tipo de enfermos: No había enfermo, endemoniado, loco o paralítico que le trajeran y a quien no sanara.


y perdona nuestros pecados, así como nosotros perdonamos a los que nos han hecho mal.


Al oír esto, Jesús se maravilló y les dijo a quienes lo seguían: ―¡En todo Israel no he hallado una fe tan grande como la de este hombre!


Por la noche llevaron varios endemoniados a Jesús. Bastaba una sola palabra para que los demonios huyeran y los enfermos sanaran.


Jesús se volvió y le dijo: ―Hija, tu fe te ha sanado. Vete tranquila. Y la mujer sanó en aquel mismo momento.


Díganme, ¿qué es más difícil: sanar a un enfermo o perdonarle sus pecados?


Pues voy a demostrarles que tengo autoridad en la tierra para perdonar los pecados. Entonces se dirigió al paralítico y le dijo: ―¡Levántate, recoge la camilla y vete a tu casa!


Al atardecer, cuando ya se ponía el sol, le llevaron a Jesús todos los enfermos y endemoniados,


Cuando Jesús lo oyó, se detuvo en el camino y ordenó: ―Díganle que venga. Se acercaron al ciego y le dijeron: ―¡Ánimo! ¡Levántate, te llama!


Jesús le dijo: ―Hija, tu fe te ha sanado; vete en paz, que ya no estás enferma.


pues estaban muy espantados por lo que veían. Pero él en seguida les dijo: «Cálmense, soy yo, no tengan miedo».


Yo les he dicho estas cosas para que en mí encuentren paz. En este mundo van a sufrir, pero anímense, yo he vencido al mundo.


No necesitaba que nadie le dijera nada acerca de los demás, porque él conocía los pensamientos del ser humano.


Jesús les preguntó: ―Muchachos, ¿tienen algo de comer? ―No —contestaron ellos.


Ese hombre estaba muy atento a la predicación de Pablo. Este, al notarlo, comprendió que aquel hombre tenía suficiente fe para obtener su sanidad.


A veces bastaba poner sobre el enfermo un pañuelo o alguna prenda de Pablo para que el enfermo sanara o los demonios salieran.


A la noche siguiente, el Señor se le apareció a Pablo y le dijo: ―Ánimo. De la misma manera que has hablado de mí en Jerusalén, hablarás en Roma.


Y además de todo esto, también nos sentimos orgullosos en Dios, gracias a nuestro Señor Jesucristo, por quien ahora hemos sido reconciliados con Dios.


Pero alguien puede decir: «Tú tienes fe, y yo tengo acciones. Pues bien, muéstrame tu fe sin las acciones, y yo te mostraré mi fe por medio de mis acciones».


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