¡Cuánto van a sufrir aquellos que convierten la «justicia» en algo amargo como el vinagre y les tiene sin cuidado el derecho de los pobres!
Juan 8:15 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Ustedes juzgan según criterios humanos; yo, en cambio, no juzgo a nadie. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie. Biblia Nueva Traducción Viviente Ustedes me juzgan con criterios humanos, pero yo no juzgo a nadie. Biblia Católica (Latinoamericana) Ustedes juzgan con criterios humanos; yo no juzgo a nadie. La Biblia Textual 3a Edicion Vosotros juzgáis según la carne; Yo no juzgo a nadie. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Vosotros juzgáis según la carne, yo no juzgo a nadie. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie. |
¡Cuánto van a sufrir aquellos que convierten la «justicia» en algo amargo como el vinagre y les tiene sin cuidado el derecho de los pobres!
¿Pueden acaso los caballos galopar sobre las rocas? ¿Pueden acaso los bueyes arar en el mar? Resulta necio preguntarlo, pero no más necio que aquello que ustedes hacen cuando desprecian la justicia y echan a perder todo lo que es bueno y correcto.
La ley no se pone en vigor y las cortes no administran justicia, porque los perversos son más que los justos, y el soborno y el engaño se han generalizado.
Jesús le respondió: ―Hombre, ¿quién me ha puesto a mí de juez o árbitro entre ustedes?
»El que escucha mis palabras y no las obedece, no soy yo el que lo va a juzgar; pues yo no vine a juzgar al mundo sino a salvarlo.
Jesús contestó: ―Mi reino no es de este mundo. Si lo fuera, mis servidores pelearían para que no me entregaran a los judíos. Pero mi reino no es de este mundo.
Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él.
Ella dijo: ―Nadie, Señor. ―Yo tampoco te condeno. Vete y no vuelvas a pecar.
Por eso no tienes excusa alguna cuando juzgas a otros, pues cuando lo haces, te condenas a ti mismo, ya que cometes los mismos actos que ellos.
Por el contrario, el que tiene el Espíritu lo juzga todo, aunque él mismo no está sujeto al juicio de nadie, pues
Así que dejémonos de medir a los demás por lo que el mundo piense de ellos. Y aunque a Cristo lo hayamos conocido de esa manera, ya no lo haremos más.
¿acaso no están ustedes favoreciendo más a uno que a otro y mostrando así las malas intenciones con las que juzgan?
Pero el Señor le dijo: ―No juzgues al hombre por su apariencia. No, no es este. Yo no escojo como los hombres lo hacen. Los hombres juzgan por la apariencia exterior, pero yo miro el corazón.