Los jefes israelitas llevaron el cofre a Jerusalén, con gritos de júbilo, toques de cuernos y trompetas, estrépito de címbalos y ruido armonioso de arpas y cítaras.
Joel 2:1 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 ¡Hagan sonar la alarma en Jerusalén! ¡Que el trompetazo de advertencia sea escuchado sobre mi santo monte! ¡Que todo el mundo tiemble de miedo, pues se acerca el día del juicio del Señor! Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Tocad trompeta en Sion, y dad alarma en mi santo monte; tiemblen todos los moradores de la tierra, porque viene el día de Jehová, porque está cercano. Biblia Nueva Traducción Viviente ¡Toquen las trompetas en Jerusalén! ¡Den la alarma en mi monte santo! Que todos tiemblen de miedo porque está cerca el día del Señor. Biblia Católica (Latinoamericana) ¡Toquen la trompeta en Sión! Den la alarma en mi monte santo. ¡Tiemblen todos los habitantes del país, porque está cerca el día de Yavé: ¡Ahí viene! La Biblia Textual 3a Edicion ¡Soplad el shofar° en Sión! ¡Suene la alarma° en mi santo monte! ¡Tiemblen todos los moradores de esta tierra! Porque ya está cerca el día de YHVH. Biblia Serafín de Ausejo 1975 ¡Tocad la trompeta en Sión, dad la alarma en mi monte santo! ¡Tiemblen todos los habitantes del país, porque llega el día de Yahveh; sí, ya está cerca! Biblia Reina Valera Gómez (2023) Tocad la trompeta en Sión, y sonad alarma en mi santo monte: tiemblen todos los moradores de la tierra; porque viene el día de Jehová, porque está cercano. |
Los jefes israelitas llevaron el cofre a Jerusalén, con gritos de júbilo, toques de cuernos y trompetas, estrépito de címbalos y ruido armonioso de arpas y cítaras.
Y las langostas cubrieron a Egipto completamente. Era la peor plaga de langostas en la historia de Egipto. ¡Nunca habrá otra igual!
Griten aterrorizados, porque ha llegado el día del Señor, el tiempo en que el Todopoderoso los aplastará.
Pues vean, viene el día del Señor, el terrible día cuando dará rienda libre a su cólera y gran ira. Entonces será destruido el país y con él todos los pecadores.
En aquel día el Señor Todopoderoso marchará contra los orgullosos y altivos y los humillará hasta que estén postrados en el polvo.
Mis manos hicieron la tierra y el cielo, los cuales son míos. Pero siento inclinación por el hombre de corazón humilde y contrito, que tiene reverencia ante mi palabra.
Escuchen las palabras de Dios, todos los que le temen y tiemblan ante sus palabras: Sus hermanos los odian y los desechan por ser leales a mi nombre. «Den gloria a Dios», dicen burlándose, «gócense en el Señor». Pero ellos serán avergonzados debido a estas burlas.
Y cuando digas estas cosas al pueblo y te pregunten: «¿Por qué ha decidido el Señor tan terribles males contra nosotros?, ¿qué hemos hecho para merecerlo?, ¿cuál es nuestra conducta errónea contra el Señor Dios nuestro?»,
Nadie confortará con alimento a los dolientes ni les enviarán una copa de vino como señal de dolor y solidaridad por la muerte de padres y madres.
Grítenle a la gente de Jerusalén y Judea que den la alarma por todo el país y se comunique por todos lados: «¡Huyan para salvarse! ¡Refúgiense en los edificios más seguros de cada ciudad!».
¿No me tienen respeto alguno?, pregunta el Señor Dios. ¿Cómo es que ni siquiera tiemblan en mi presencia? Mi poder es tan grande que yo fui quien establecí sus límites a los mares del mundo y ellos por más que se embravezcan y rujan, no podrán traspasarlos. ¿No es de ser temido y respetado un Dios así de poderoso?
Dios el Señor dice: “Yo pondré fin a este proverbio y pronto dejarán de repetirlo”. Dales este otro en su lugar: “Ha llegado el tiempo para que todas estas profecías se cumplan”.
»”Hombre mortal, llora y golpea contra tu muslo en señal de desesperación, pues esa espada matará a mi pueblo y a todos sus jefes. Todos morirán por igual.
Será un día de nubarrones y oscuridad, día de desesperación para las naciones.
»”Pero si el vigía ve venir al enemigo y no suena la alarma para advertir a la gente, él es responsable por sus muertes. Ellos morirán en castigo por sus maldades, pero yo acusaré al vigía por sus muertes”.
»El día del juicio ha llegado; amanece, pues tu maldad y orgullo han recorrido su ciclo y han llegado a su fin. Ninguno de estos hombres orgullosos, ricos y malvados vivirá. Hasta hoy ha sido la maldad quien reina por todas partes.
Sí, el tiempo ha llegado, el día se acerca. No habrá nada para comprar o vender, pues la cólera de Dios está sobre la tierra.
Ordeno que en todo mi reino todos teman y tiemblen ante el Dios de Daniel. Pues su Dios es el Dios vivo, que no cambia, cuyo reino jamás será destruido y cuyo poder jamás se acabará.
Sabemos que eres bondadoso, Señor. Deja de descargar tu gran cólera contra Jerusalén, tu ciudad querida, asentada en tu monte santo. Todos los pueblos vecinos se burlan de Jerusalén y de tu pueblo, por culpa de nuestras maldades y las de nuestros antepasados.
»Mientras estaba orando y confesando mis faltas y las faltas de mi pueblo, y desesperadamente suplicando al Señor mi Dios por Jerusalén, asentada sobre su santo monte,
»¡Hagan sonar la alarma en Guibeá! ¡También háganla sonar en Ramá! ¡Adviertan a los de Bet Avén y a los de Benjamín que están en peligro!
»¡Toquen la trompeta para alertar al pueblo! ¡Avísenle que ya viene el enemigo contra él! Sí, con la rapidez y fuerza de un águila el Señor viene contra su pueblo, porque no han cumplido su convenio y porque se han rebelado contra sus instrucciones.
¡Ay, que ya viene el terrible día del Señor! ¡La anunciada destrucción de parte del Todopoderoso ya se aproxima!
El Señor los conduce con su voz de mando. El suyo es un poderoso ejército, con innumerables batallones que siguen sus órdenes. El día del juicio del Señor es algo terrible y pavoroso. ¿Quién podrá mantenerse en pie?
¡Hagan sonar la trompeta que señala la alerta en Sion! ¡Proclamen ayuno y convoquen a todo el pueblo a una solemne reunión!
El sol se oscurecerá y la luna se pondrá roja como la sangre. ¡Eso acontecerá antes de que venga el grande y terrible día del Señor!
¡Una multitud inmensa se ha reunido en el valle llamado de la Decisión! ¡Está cercano el día en que el Señor llegará al valle de la Decisión a juzgar a las naciones!
Entonces se convencerán, por fin, que yo soy el Señor su Dios, y que habito en Sion, mi santo monte. Jerusalén será santa, y nunca más los extranjeros la volverán a invadir.
¿Acaso no se asusta la gente cuando escucha sonar la alarma? ¿Acaso vendrá sobre la ciudad algún castigo que no lo haya mandado el Señor?
¡Cuánto van a sufrir aquéllos que anhelan que llegue el día de juicio del Señor! ¡Pues ese día no será de fiesta y prosperidad como ustedes se lo imaginan, sino de tristeza y ruina!
―¿Qué ves, Amós? Yo le contesté: ―Una canasta llena de fruta madura. Luego el Señor me dijo: ―Esta fruta representa a mi pueblo Israel, pues ya está maduro para recibir el castigo que merece; de modo que no voy a perdonarlo más.
»¡Ya se acerca el día en que el Señor castigará a todas las naciones! Edom, lo que tú hiciste con otros, se hará contigo. ¡El daño que le causaste a Israel se volverá contra ti, y recibirás lo que mereces!
»Ese día terrible del Señor está cerca. ¡Se acerca rápidamente! Ese día será tan horrible que hasta los más valientes llorarán amargamente y habrá alboroto por todos lados.
»La trompeta sonará ordenando el ataque, se oirá el griterío de la guerra; caerán hasta las ciudades mejor fortificadas y las torres fuertes de la defensa.
»¡Debe guardarse un silencio respetuoso en la presencia de Dios el Señor! Ha llegado el día terrible de su juicio. Ha preparado una gran matanza contra su pueblo, y ha escogido a sus convidados.
Ese día ya no tendrán que sentir vergüenza por sus maldades antiguas, porque ya no los trataré como rebeldes. Pero eso sí, quitaré de en medio de ustedes a todo hombre soberbio y arrogante; no habrá orgullo ni altanería en Jerusalén y alrededores.
»¡Cuidado! ¡Se acerca el día en que el Señor se manifestará con poder!
Ahora voy a regresar a mi tierra y habitaré en Jerusalén, y Jerusalén será conocida como “Ciudad Fiel”, y Sion será llamado “Monte Santo”».
»Miren, el día del juicio se acerca. Será un día ardiente, como un horno. Ese día los soberbios y los malvados serán quemados como la paja; serán consumidos por completo, de modo que no quedará nada de ellos. Lo digo yo, el Señor Todopoderoso.
«Haz dos trompetas de plata labrada para convocar a las asambleas del pueblo y para indicar el desmontaje del campamento.
Cuando suenen las dos trompetas, el pueblo entenderá que debe reunirse a la entrada del santuario.
Y si el trompeta del ejército no toca las notas que debe, ¿cómo sabrán los soldados que se les está ordenando prepararse para la batalla?
Queridos hermanos, ustedes siempre me han obedecido, no sólo cuando estuve con ustedes sino también ahora que ya no estoy; lleven a cabo su salvación con temor y temblor,
Ustedes saben muy bien que el día en que el Señor regrese llegará como un ladrón en la noche.
Así también ustedes, manténganse firmes y esperen con paciencia la venida del Señor, que ya está cerca.
Ya se acerca el fin de todas las cosas. Por tanto, sean serios y responsables en la oración.