Por fin se inició la construcción del templo del Señor. Su ubicación fue en Jerusalén, en la parte alta del monte Moria, donde el Señor se le apareció al rey David, padre de Salomón, es decir, en el terreno de Ornán el jebuseo. Ese fue el lugar que David escogió.

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Salmos 121:1

Hacia las montañas levanto la mirada; ¿de dónde vendrá mi ayuda?

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Salmos 122:2

Hemos llegado, Jerusalén. ¡Ya estamos dentro de tus muros!

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Salmos 42:1

¡Así como el ciervo jadea anhelando el agua, te anhelo yo, Dios!

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Salmos 68:16

¿Por qué montes escarpados miran con envidia al monte Sion, donde al Señor le place estar, donde el Señor habitará por siempre?

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Salmos 78:69

Allí edificó su imponente santuario, tan sólido y duradero como la tierra misma.

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Isaías 14:32

¿Y qué les diremos a los cronistas? Díganles que el Señor fundó a Jerusalén y él ha resuelto que los pobres de entre su pueblo hallen refugio dentro de sus muros.

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Isaías 28:16

Pero el Señor Dios dice: «¡Miren, estoy poniendo en Sion una piedra como fundamento; es de gran belleza y probada en su resistencia y rectitud, muy segura para edificar sobre ella! El que crea jamás tendrá que huir otra vez.

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Isaías 56:7

también los traeré a mi santo monte de Jerusalén y los llenaré de gozo dentro de mi Casa de Oración. Aceptaré sus sacrificios y ofrendas porque mi templo será llamado «Casa de Oración para todos los pueblos».

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