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Amós 8:2 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

2 ―¿Qué ves, Amós? Yo le contesté: ―Una canasta llena de fruta madura. Luego el Señor me dijo: ―Esta fruta representa a mi pueblo Israel, pues ya está maduro para recibir el castigo que merece; de modo que no voy a perdonarlo más.

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Biblia Reina Valera 1960

2 Y dijo: ¿Qué ves, Amós? Y respondí: Un canastillo de fruta de verano. Y me dijo Jehová: Ha venido el fin sobre mi pueblo Israel; no lo toleraré más.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 —¿Qué ves, Amós? —me preguntó. —Una cesta repleta de fruta madura —contesté. Entonces el Señor dijo: —Al igual que esta fruta, ¡Israel está maduro para el castigo! No volveré a demorar su castigo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 y me dijo: '¡Qué ves, Amos?' Yo respondí: 'Una canasta de frutas maduras. Yavé me dijo: 'También está maduro mi pueblo de Israel, el fin ha llegado; ya no le perdonaré más.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Y dijo: ¿Qué ves, Amós? Y respondí: Un cesto de fruta madura. Entonces me dijo YHVH: Maduro° está mi pueblo Israel; ya no lo toleraré más.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Y me preguntó: '¿Qué ves, Amós?'. 'Una cesta de fruta madura', respondí. Yahveh me dijo: 'Mi pueblo Israel está maduro, no le perdonaré ya más.

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Amós 8:2
25 Tagairtí Cros  

La que fue gloriosa, cuya belleza se marchita lentamente, rodeada por fértil valle, súbitamente desaparecerá; manos codiciosas la arrebatarán como a higo temprano, el que es ávidamente arrancado y devorado.


En lo que a mí respecta, me quedaré en Mizpa e intercederé por ustedes ante los babilonios que vendrán acá como supervisores de mi administración. Establézcanse en cualquier ciudad que deseen, y vivan del producto de la tierra. Cosechen las uvas, los frutos de verano, las aceitunas, y almacénenlos.


los profetas anunciando mentiras y los sacerdotes muy contentos apoyándolos. Y al pueblo parece que le gusta esta situación. ¡¿Dónde irá a parar toda esta locura?!


No podemos salir a la calle sin correr peligro. Nuestro fin está cerca, nuestros días están contados, ¡nos ha llegado la hora!


Dios el Señor dice: “Yo pondré fin a este proverbio y pronto dejarán de repetirlo”. Dales este otro en su lugar: “Ha llegado el tiempo para que todas estas profecías se cumplan”.


»Por lo tanto el Señor Dios dice: “¡Yo traeré un ejército poderoso contra ti, oh Egipto, y destruiré tanto a las personas como a los animales!


Luego él agregó: «Hombre mortal, deja que mis palabras penetren en lo profundo de tu propio corazón primero; medítalas tú mismo, atentamente.


Yo te envío al pueblo de Israel, y ¡no te van a escuchar a ti, como no me han escuchado a mí! Pues todos ellos son duros y testarudos.


Luego el Señor me dijo: «Hombre mortal, ¿te das cuenta de lo que los sabios consejeros de Israel están haciendo en lo oculto? Ellos dicen: “¡El Señor no nos ve, se ha alejado!”».


«¿Te das cuenta de lo que están haciendo?», me preguntó. «¿No significa nada para los hombres principales del pueblo de Judá cometer estos terribles actos, conduciendo a toda la nación a la idolatría? Además que aumentan su provocación haciéndome gestos de burla.


Y Él me dijo: «Hombre mortal, ¿te das cuenta del sacrilegio que los israelitas están cometiendo? ¿Ves la infidelidad que el pueblo de Israel está cometiendo aquí, para alejarme de mi templo? Pero ven y te mostraré mayores desviaciones».


¡Ha llegado el tiempo del castigo de Israel! ¡El día de que cada quien reciba su merecido está cercano! ¡Todo Israel se dará cuenta de esto! Es tan grande la maldad de Israel, es tan enorme su pecado, que dicen: «¡Los profetas están locos y los hombres inspirados han perdido la cordura!».


Y el Señor me preguntó: ―Amós, ¿qué ves? Yo respondí: ―Una plomada de albañil. Entonces el Señor contestó: ―Yo probaré a mi pueblo con una plomada. Ya no me apartaré de mi propósito de castigarlo, le daré lo que se merece por sus actos de maldad.


Luego Dios el Señor me mostró en una visión una canasta llena de fruta madura, y me preguntó:


¡Ay de mí! Soy como el que ha llegado después de que ha pasado la cosecha y ya no encuentra ni higos ni uvas para comer. ¡Y yo que con tanta ilusión esperé por los buenos frutos!


El ángel me preguntó: «¿Qué ves?». Y yo le contesté: «Un rollo que vuela. Tiene unos diez metros de largo por cinco de ancho».


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