Pero si él prefiere no hablar, ¿quién podrá censurarlo? También él puede impedir que un hombre indigno llegue a gobernar, evitándole ruina a una nación; y puede con igual facilidad echar por tierra a una nación entera.
Jeremías 30:13 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 No hay quien los ayude a vendar su herida y ningún remedio es eficaz. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 No hay quien juzgue tu causa para sanarte; no hay para ti medicamentos eficaces. Biblia Nueva Traducción Viviente No hay nadie que te ayude ni que vende tu herida. Ningún medicamento puede curarte. Biblia Católica (Latinoamericana) No hay nadie para hacerte justicia
ni hay remedio que te sane. La Biblia Textual 3a Edicion No hay quien defienda tu causa para vendar tu herida, Ni hay para ti medicamentos eficaces. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Nadie defendió tu causa. Para una úlcera hay medicinas; para ti no hubo cura alguna. Biblia Reina Valera Gómez (2023) No hay quien defienda tu causa para que seas sanado; no hay para ti medicina eficaz. |
Pero si él prefiere no hablar, ¿quién podrá censurarlo? También él puede impedir que un hombre indigno llegue a gobernar, evitándole ruina a una nación; y puede con igual facilidad echar por tierra a una nación entera.
Dios amenazó con destruirlos, pero no lo hizo por Moisés, su escogido, que se puso ante él en la brecha e impidió que su ira los destruyera.
Mira a mi derecha y ve: nadie me tiende la mano. Nadie me ayuda; a nadie le interesa lo que me pase.
Les dijo: «Yo soy el Señor su Dios. Si ustedes prestan atención a mi voz, y me obedecen y hacen lo que es bueno, no los dejaré sufrir las enfermedades que envié sobre los egipcios, porque yo soy el Señor que les da la salud».
Se asombró de que nadie interviniera y decidió salvarlos con su poder y su justicia.
«¡Oh Señor!», clamará el pueblo, «¿has rechazado por completo a Judá? ¿Aborreces a Jerusalén? ¿Tendremos de nuevo paz cuando pase el castigo? Nosotros pensábamos: Ahora por fin el Señor nos sanará y vendará nuestras heridas. Pero la paz no llegó y sólo reinan por todos lados la desesperación y el terror.
¡Señor, sólo tú puedes sanarme, sólo tú puedes salvarme de todos los peligros, por eso toda la gratitud de mi corazón es sólo para ti!
Les devolveré a ustedes la salud y sanaré sus heridas. Ahora los llaman «Los desechados» y «Jerusalén, sitio que nadie quiere».
Sin embargo, vendrá el tiempo en que sanaré a Jerusalén y le daré prosperidad y paz.
¡Ve a Galaad en busca de remedio, oh virgen, hija de Egipto! ¡Pero no hay remedio para tus heridas, aunque hayas usado muchas medicinas, no hay salvación para ti!
En ella se ve la impiedad por todos lados, en sus calles resuena el eco de la violencia, gente gritando que le han robado o golpeado.
¿No hay remedio en Galaad? ¿No hay allí médico? ¿Por qué no hace Dios algo? ¿Por qué no nos brinda su auxilio?
¿Hubo alguna vez en toda la tierra un dolor tan grande como el tuyo? Dime, Jerusalén, ¿con qué compararé tu angustia? ¿Cómo podré consolarte, pura y bella Jerusalén? Porque tu angustia es tan grande como el mar. ¿Quién podrá curarte?
Yo busqué en vano alguien que fuera justo y pudiera interceder a favor de la ciudad, que sirviera como su protector, quien pudiera colocarse en la brecha y defenderte de mis justos ataques, pero no encontré a nadie.
«Hombre mortal, yo he quebrado el brazo del faraón, rey de Egipto, esto es, a su poderoso ejército, y no ha sido vendado ni entablillado ni enyesado para que no tenga suficiente fuerza para sostener de nuevo una espada.
Entonces el Señor dirá: «¡Yo te curaré de la idolatría y de la infidelidad, y mi amor no conocerá límites, pues mi cólera se habrá aplacado para siempre!
Ese día los israelitas dirán: «¡Vengan, volvamos al Señor! Él es quien nos ha desgarrado, y él será quien nos sane.
No hay cura para tu herida, ¡es demasiado profunda para curarla! Todos los que sepan de tu desgracia aplaudirán de gozo, porque, ¿dónde se podrá encontrar a alguien que no haya sufrido con tu crueldad?
»”¿No ven que sólo yo soy Dios? Yo hago morir y hago vivir. Yo hago la herida y yo la sano: nadie se escapa de mi poder.
Cristo mismo llevó en su cuerpo nuestros pecados a la cruz, para que muramos al pecado y llevemos una vida justa. Cristo fue herido para que ustedes fueran sanados.
Hijitos míos, les digo esto para que no pequen; pero si alguno peca, tenemos un abogado ante el Padre: a Jesucristo el justo.