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Éxodo 16:3 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Les dijeron: ―¡Ojalá el Señor nos hubiera quitado la vida en Egipto! Allí nos sentábamos junto a las ollas llenas de carne y comíamos hasta quedar satisfechos. Pero ustedes nos han traído hasta este desierto para matarnos de hambre.

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Biblia Reina Valera 1960

y les decían los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

«¡Si tan solo el Señor nos hubiera matado en Egipto! —protestaban—. Allá nos sentábamos junto a las ollas llenas de carne y comíamos todo el pan que se nos antojaba; pero ahora tú nos has traído a este desierto para matarnos de hambre».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Les decían: '¡Ojalá Yavé nos hubiera hecho morir en Egipto! Allí nos sentábamos junto a las ollas de carne y comíamos pan en abundancia. Ustedes, en cambio, nos han traído a este desierto en que todo ese gentío morirá de hambre.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y les decían los hijos de Israel: ¡Ojalá hubiéramos muerto por mano de YHVH en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos junto a la olla de carne, cuando comíamos pan a saciedad! ¡Nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Los israelitas les decían: '¡Ojalá hubiéramos muerto a manos de Yahveh en tierra de Egipto, cuando nos sentábamos en torno a las ollas de carne y comíamos pan en abundancia! ¡Nos habéis traído a este desierto para matar de hambre a toda esta muchedumbre!'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y les decían los hijos de Israel: Mejor hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de las carnes, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto, para matar de hambre a toda esta multitud.

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Éxodo 16:3
32 Tagairtí Cros  

Al oír la noticia, el rey rompió a llorar y subió al cuarto que estaba encima de la puerta. Se lamentaba diciendo: «¡Ay, Absalón, hijo mío! ¡Absalón, hijo mío! ¡Ojalá hubiera muerto yo en tu lugar! ¡Ay, hijo mío, Absalón, hijo mío!». Entonces, el rey se entristeció mucho, subió a la habitación que estaba encima de la puerta, y mientras lloraba, decía: «¡Hijo mío Absalón, hijo mío Absalón! ¡Ojalá yo hubiera muerto en tu lugar, Absalón, hijo mío, hijo mío!».


Al fin habló Job, y maldijo el día de su nacimiento.


Maldita sea por no haber cerrado el vientre de mi madre; por dejarme nacer para llegar a ver toda esta aflicción.


»¡Ay! ¿Por qué dar luz y vida a quienes yacen en aflicción y amargura, que suspiran por la muerte, y no llega; que buscan la muerte como otros buscan alimento o dinero?


hambrientos y sedientos casi se mueren.


Murmuraron contra Dios diciendo: «Dios no puede darnos comida en el desierto,


¡Alimento de ángeles comieron! Les dio hasta que se saciaran.


Luego se volvieron contra Moisés, diciéndole: «¿Nos has traído para que muramos en el desierto? ¿Acaso no había suficientes tumbas en Egipto para enterrarnos? ¿Por qué nos hiciste salir de Egipto?


Pero, atormentados por la sed, le respondieron: ―¿Por qué nos sacaste de Egipto? ¿Por qué nos trajiste a morir de sed aquí, junto con nuestros hijos y nuestro ganado?


Pasaron muchos años, y murió el faraón. Los israelitas, sin embargo, gemían bajo su pesada carga, profundamente atribulados por la esclavitud, y lloraban amargamente delante de Dios. Dios oyó su lamento desde los cielos y


y les dijeron: «Que Dios los juzgue por habernos hecho odiosos al faraón y a su pueblo. Ustedes le han dado una excusa para que nos mate».


Ellos pasan por alto que fui yo, el Señor, quien los sacó con seguridad de Egipto y los condujo por estériles desiertos, por arenales rocosos donde reina la sed y la muerte, que nadie habita y ni siquiera transita.


Haremos lo que se nos antoje. Ofreceremos perfumes agradables en honor a la Reina del Cielo y le sacrificaremos cuanto nos plazca, igual que lo hicimos nosotros y nuestros antepasados, y nuestros reyes y príncipes en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén; porque en aquellos días teníamos abundancia de alimentos y estábamos bien acomodados y felices.


Les fue menos mal a los que fueron muertos por las heridas de espada que a aquellos que lentamente se mueren de hambre.


Si me vas a tratar así, mándame la muerte; me harías un favor. ¡Déjame salir de esta situación insoportable!».


Durante un mes entero tendrán carne, hasta que la vomiten por las narices; porque han despreciado al Señor que está aquí entre ustedes y han suspirado por Egipto”».


Elevaron sus voces como un gran coro de quejas en contra de Moisés y Aarón. «Preferiríamos haber muerto en Egipto —se quejaban— o aun aquí en el desierto,


antes que entrar a ese país que tenemos ante nosotros. El Señor permitirá que nos maten allí y nuestras esposas e hijos serán esclavos. Regresemos a Egipto».


―¿Es poco —dijeron burlonamente— que nos haya sacado de Egipto, tierra que fluye leche y miel, para hacernos morir en este desierto terrible? ¡Y ahora quieres convertirte en nuestro rey!


Pero a la mañana siguiente, todo el pueblo comenzó a murmurar contra Moisés y Aarón diciendo: ―Tú has dado muerte al pueblo de el Señor.


Comenzaron a murmurar contra el Señor y a quejarse contra Moisés. ―¿Por qué nos trajiste desde Egipto para morir en este desierto? Aquí no hay nada para comer, nada para beber y ya estamos hastiados de este insípido maná.


Pablo le respondió: ―Le pido a Dios que, sea en poco o en mucho tiempo, usted y todos los que hoy me están escuchando sean como yo; pero por supuesto, sin estas cadenas.


¡Al parecer ya tienen todo lo que necesitan! ¡Ya se han hecho ricos! ¡Se sienten reyes y nos echan a un lado! ¡Ojalá reinaran ya, para que nosotros reináramos con ustedes!


Espero que me toleren si digo algunas tonterías. ¡Por favor, aguántenmelas!


En la mañana dirás: “Ojalá pueda vivir hasta la noche”. Y en la noche dirás: “Ojalá pueda vivir hasta mañana”. Dirás esto porque estarás rodeado de temor, y el miedo se adueñará de tu corazón.


Sí, el Señor te humilló dejándote pasar hambre y luego te dio a comer maná, alimento que no conocían tú ni tus antepasados. Él lo hizo para que comprendieras que no sólo de pan vive el ser humano, sino de la Palabra de Dios.


Josué clamó al Señor: ―Oh Señor, ¿por qué nos hiciste cruzar el río Jordán si ibas a permitir que los amorreos nos dieran muerte? ¿Por qué no nos quedamos en la otra orilla?