Y se pusieron a comer. Alzando los ojos, divisaron una caravana de ismaelitas que venían de Galaad. Sus camellos iban cargados de aromas, bálsamo y mirra, que llevaban a Egipto.
Jeremías 49:29 - Biblia Martin Nieto Sean ocupados sus tiendas y rebaños, sus toldos y todos sus utensilios; sean robados sus camellos. Y se grite sobre ellos: '¡Terror por todas partes!'. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Sus tiendas y sus ganados tomarán; sus cortinas y todos sus utensilios y sus camellos tomarán para sí, y clamarán contra ellos: Miedo alrededor. Biblia Nueva Traducción Viviente Tomarán sus rebaños y carpas, y sus pertenencias y camellos les serán quitados. Se escucharán voces de pánico en todas partes: “¡Somos atemorizados a cada paso!”. Biblia Católica (Latinoamericana) Les quitarán sus carpas y sus rebaños,
sus toldos y todo su bagaje,
y les arrebatarán sus camellos.
Gritarán encima de ellos:
'Susto por todas partes. La Biblia Textual 3a Edicion ¡Tomen sus tiendas y rebaños, Sus pabellones, su bagaje y sus camellos! Clamen contra ellos: ¡Terror por todas partes! Biblia Serafín de Ausejo 1975 Toman sus tiendas y sus rebaños, sus pabellones y todas sus cosas. Se llevan sus camellos, gritándoles: '¡Terror por doquier!' Biblia Reina Valera Gómez (2023) Sus tiendas y sus ganados tomarán; sus cortinas, y todos sus vasos, y sus camellos, tomarán para sí; y llamarán contra ellos miedo alrededor. |
Y se pusieron a comer. Alzando los ojos, divisaron una caravana de ismaelitas que venían de Galaad. Sus camellos iban cargados de aromas, bálsamo y mirra, que llevaban a Egipto.
su hacienda era de siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes y quinientas asnas, además de una servidumbre numerosa. Era, pues, el más grande de todos los orientales.
¡Ay de mí, que he tenido que emigrar a Mésec, y habitar en la tienda de Cedar!
Se olvidan de mí, como si ya estuviera muerto, soy un objeto de basura.
No será más poblada ni habitada al paso de las generaciones; el árabe no alzará allí su tienda, ni el pastor apacentará su ganado.
Todos los rebaños de Quedar se apiñarán junto a ti, los carneros de Nebayot estarán a tu servicio; subirán a mi altar como ofrenda agradable, para engalanar el templo de mi gloria.
Pero ahora mi tienda está asolada, cortadas todas mis cuerdas. Mis hijos me han abandonado, han desaparecido. No queda ya quien vuelva a levantar mi tienda, a desplegar mis toldos.
Se anuncia desastre tras desastre, todo el país está arrasado. De golpe han sido destruidas mis tiendas, en un instante mis pabellones.
¿Qué veo? Están asustados, retroceden; los más valientes son despedazados, huyen a la desbandada sin volver la cabeza. ¡Terror por todas partes! -dice el Señor-.
Damasco, amedrentado, se dispone a escapar, el terror lo invade; es presa de angustia y de dolores como mujer en parto.
Yo haré venir contra ti el terror por todas partes -dice el Señor omnipotente-; seréis dispersados, cada uno por su lado, sin que nadie congregue a los que huyen.
No salgáis a los campos, no andéis por los caminos; pues allí está la espada del enemigo, terror por todas partes.
Veo en angustias las tiendas de Cusán, estremecidos los pabellones de Madián.
Estamos acosados por todas partes, pero no derrotados; perplejos, pero no desesperados;
Cuando llegué a Macedonia tampoco pude estar tranquilo; encontré dificultades por todas partes; por fuera conflictos, por dentro temores.
Subían con sus rebaños y tiendas como una nube de langosta y lo destruían todo; sus camellos eran innumerables.
Los madianitas, los amalecitas y la gente de oriente estaban desplegados en el valle, tan numerosos como langostas; sus camellos eran innumerables, como la arena que hay a orillas del mar.
Entonces Zébaj y Salmuná dijeron: 'Ánimo, mátanos tú; porque como es el hombre, así es su fuerza'. Entonces Gedeón se levantó, mató a Zébaj y Salmuná y se quedó con las lunetas que llevaban al cuello sus camellos.
El peso de los anillos de oro que él había pedido ascendió a veinte kilos, sin contar las lunetas, los pendientes y los vestidos de púrpura que llevaban los reyes madianitas ni los collares que colgaban del cuello de sus camellos.