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Génesis 18:27 - Biblia Martin Nieto

Abrahán replicó: 'Soy en verdad muy atrevido insistiendo ante mi Dios, yo, que soy polvo y ceniza.

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Biblia Reina Valera 1960

Y Abraham replicó y dijo: He aquí ahora que he comenzado a hablar a mi Señor, aunque soy polvo y ceniza.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Entonces Abraham volvió a hablar: —Ya que he comenzado, permíteme decir algo más a mi Señor, aunque no soy más que polvo y cenizas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Abrahán volvió a hablar: 'Sé que a lo mejor es un atrevimiento hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza,

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y respondió Abraham, y dijo: En verdad, aunque soy polvo y ceniza, ahora que me he atrevido a hablar a mi Señor,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Abrahán prosiguió: 'Mira, te ruego. Aunque soy polvo y ceniza, me atrevo a hablar a mi Señor.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y Abraham replicó y dijo: He aquí ahora que he comenzado a hablar a mi Señor, aunque soy polvo y ceniza:

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Génesis 18:27
18 Tagairtí Cros  

A lo mejor faltan cinco para los cincuenta justos; ¿destruirás por esos cinco toda la ciudad?'. Y él respondió: 'No, no la destruiré si encuentro cuarenta y cinco justos'.


El Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, le insufló en sus narices un hálito de vida y así el hombre llegó a ser un ser viviente.


Con el sudor de tu frente comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste sacado; porque polvo eres y en polvo te has de convertir'.


y exclamé: 'Dios mío, estoy confundido y me avergüenzo de levantar mi rostro hacia ti, porque nuestras iniquidades sobrepasan nuestra cabeza, y nuestros delitos llegan hasta el cielo.


Me ha tirado en el fango, soy como el polvo y la ceniza.


¡cuánto más en los habitantes de estas casas de arcilla, que apoyan sus cimientos en el polvo! Se les aplasta igual que a la polilla,


Señor, ¿qué es el hombre para que te cuides de él, este mortal para que en él pienses?


Cuando veo los cielos, obra de tus manos, la luna y las estrellas que creaste,


Moisés aplacó al Señor, su Dios, diciendo: '¿Por qué, oh Señor, se ha de encender tu ira contra tu pueblo, al que sacaste de Egipto con gran fuerza y con mano poderosa?


y que el polvo torne a la tierra como era antes, y que el espíritu vuelva a Dios, que es quien lo dio.


Yo exclamé: ¡Ay de mí, estoy perdido, pues soy hombre de labios impuros; vivo entre un pueblo de labios impuros, y mis ojos han visto al rey, al Señor todopoderoso.


No te irrites sin medida, Señor, no recuerdes siempre nuestras culpas. Pues, mira, tu pueblo somos todos nosotros.


Sobre la necesidad de orar siempre sin desfallecer jamás, les dijo esta parábola:


Al ver esto Simón Pedro, cayó a los pies de Jesús, diciendo: 'Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador'.