¡Lejos de ti hacer tal cosa! ¡Hacer morir al justo con el pecador, tratarle como al culpable! ¡Nunca hagas eso! ¿El juez de toda la tierra no hará justicia?'.
2 Timoteo 4:8 - Biblia Martin Nieto sólo me queda recibir la corona merecida, que en el último día me dará el Señor, justo juez; y no sólo a mí, sino también a todos los que esperan con amor su venida. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida. Biblia Nueva Traducción Viviente Ahora me espera el premio, la corona de justicia que el Señor, el Juez justo, me dará el día de su regreso; y el premio no es solo para mí, sino para todos los que esperan con anhelo su venida. Biblia Católica (Latinoamericana) Sólo me queda recibir la corona de toda vida santa con la que me premiará aquel día el Señor, juez justo; y conmigo la recibirán todos los que anhelaron su venida gloriosa. La Biblia Textual 3a Edicion Por lo demás, me está reservada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, Juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que han demostrado amar° su aparecimiento. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Y ahora está ya preparada para mí la corona de justicia, con la que me retribuirá en aquel día el Señor, el juez justo; y no sólo a mí, sino también a todos los que hayan mirado con amor su venida. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida. |
¡Lejos de ti hacer tal cosa! ¡Hacer morir al justo con el pecador, tratarle como al culpable! ¡Nunca hagas eso! ¿El juez de toda la tierra no hará justicia?'.
enmudezcan los labios mentirosos, que hablan al justo con insolencia, con arrogancia y con desprecio.
Sobre tu cabeza pondrá una diadema de gracia, te ceñirá una corona de gloria'.
Ellos constituirán -dice el Señor todopoderoso- mi propiedad en el día aquel que yo preparo; sí, los perdonaré como un hombre perdona a su hijo que le sirve.
Pero aquel día y aquella hora nadie los conoce, ni los ángeles del cielo, ni el hijo, sino sólo el Padre'.
Muchos me dirán en aquel día: ¡Señor! ¡Señor!, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre hemos arrojado a los demonios y hecho muchos milagros en tu nombre?
Yo os digo que en el día del juicio habrá más tolerancia para Sodoma que para ese pueblo'.
Tú, con tu corazón impenitente y duro, estás amontonando castigos para el día del castigo, cuando se manifieste el justo juicio de Dios,
No sólo ella, sino también nosotros, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción filial, la redención de nuestro cuerpo.
Pero como dice la Escritura: Lo que el ojo no vio, lo que el oído no oyó, lo que ningún hombre imaginó, eso preparó Dios para los que le aman.
El trabajo de cada uno aparecerá claro el día del juicio, porque ese día se manifestará con fuego, y el fuego probará la obra de cada uno.
Los atletas se privan de muchas cosas, y lo hacen para conseguir una corona corruptible; en cambio, nosotros, por una incorruptible.
Por esto gemimos en el estado actual, deseando ardientemente ser revestidos de nuestra morada celestial,
por la esperanza de lo que os está reservado en los cielos, de la que ya oísteis hablar por la palabra de la verdad del evangelio
con la esperanza de que su Hijo Jesús, al que él resucitó de entre los muertos, vuelva del cielo y nos libre del desastre inminente.
Hermanos, vosotros no vivís en la oscuridad para que ese día pueda sorprenderos, como el ladrón.
Entonces se manifestará el hombre de la iniquidad, a quien Jesús, el Señor, hará desaparecer con el soplo de su boca y aniquilará con el resplandor de su venida.
Así reunirán un capital sólido para el futuro, con el que conseguirán la verdadera vida.
y que ahora se ha manifestado con la aparición de nuestro Señor, Cristo Jesús, que destruyó la muerte y ha hecho brillar la vida y la inmortalidad por el evangelio,
Ésta es la causa de todos estos sufrimientos; pero no me avergüenzo, pues sé en quién he puesto mi confianza y estoy seguro de que él puede guardar hasta el último día lo que me ha encomendado.
Que el Señor tenga misericordia de él en el último día. Tú sabes mejor que nadie los servicios que prestó en Éfeso.
El atleta no puede conseguir la victoria si no se atiene a las reglas del deporte.
Yo te conjuro ante Dios y ante Jesucristo, que ha de venir como rey a juzgar a los vivos y a los muertos:
mientras aguardamos el feliz cumplimiento de lo que se nos ha prometido y la manifestación gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo,
Es cierto que todo castigo, en el momento de recibirlo, es desagradable y motivo de disgusto; pero después, en los que se han ejercitado en él, produce frutos de paz y de justicia.
así también Cristo, después de haberse ofrecido una sola vez para quitar los pecados del mundo, aparecerá una segunda vez, sin pecado, para dar la salvación a los que le esperan.
dichoso el hombre que soporta la prueba; porque si la ha superado, recibirá la corona de la vida que Dios ha prometido a los que le aman.
a una herencia incorruptible incontaminada e imperecedera reservada en el cielo para vosotros,
Y cuando aparezca el supremo pastor, recibiréis la corona imperecedera de la gloria.
Miradlo, viene entre nubes; lo verán todos, aun los que lo traspasaron, y se lamentarán sobre él todas las naciones de la tierra. Sí. Amén.
Luego vi el cielo abierto, y apareció un caballo blanco; el jinete se llama el fiel, el veraz, y juzga y lucha con justicia.
No te acobardes ante lo que vas a sufrir. El diablo va a encarcelar a algunos de vosotros; es para poneros a prueba; sufriréis una prueba de diez días. Sé fiel hasta la muerte, y te daré la corona de la vida.
El que afirma estas cosas dice: 'Sí, yo voy a llegar en seguida'. Amén. ¡Ven, Señor Jesús!
los veinticuatro ancianos se arrodillan delante del que está sentado en el trono, adoran al que vive por los siglos de los siglos y arrojan sus coronas delante del trono, diciendo:
Alrededor del trono había veinticuatro tronos, sobre los que estaban sentados veinticuatro ancianos, vestidos de blanco y con coronas de oro en la cabeza.